Capítulo CXII: Falsas realidades

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MEREDITH

Esperé a la lenta de Neru que le dio su champú a Angela que olvidó que tenía hoy deportes.

Después de aquel mal rato compartiendo hasta la ducha debía fingir un mínimo de agrado por la pelinegra.

—No me esperes si me vas a mirar así. No vamos a terminar como la otra vez porque antes me tiro por la ventana —caminó a paso lento.

—Adelante, nadie te lo impide.

Hizo oídos sordos y entramos al gran edificio.

Nos dirigimos a la primera clase del día y se sentó en el sitio que frecuentemente solía ocupar.

En ocasiones era extraña. En clase no hablaba con nadie y se sentaba buscando la soledad.

—¿Me escuchas? —preguntó Regina.

—No —la miré —. ¿Qué quieres?

Pareció molestarle ese hecho, aunque lo disimuló.

—¿Vas a hablar o no? —pregunté.

—No es nada, mejor lo hablamos luego.

No presté atención a aquello y me centré en lo mío.

La clase transcurrió lenta, como usualmente.

Con los nuevos horarios de este trimestre todavía debía memorizar algunos días.

En cuanto la campana marcó el fin de clase recogí y me dirigí a los vestuarios.

Algunas personas todavía estaban dentro, todas eran de otro curso.

Unos gritos me hicieron poner los ojos en blanco, ya estaban con el escándalo y odiaba eso.

Entré en los vestuarios y me dirigí a mi taquilla.

Guardé lo que no necesitaba y me dispuse a cambiarme.

Me percaté que los gritos y los llantos eran de alguien que ya conocía.

—¡Has sido tú! —Angela apareció llorando.

—¿Qué mierda te has hecho en la cabeza? Pareces un pollo —dije mirando el horror de cabello amarillo que llevaba.

—Eres una perra, has sido tú. Te vas a enterar —trató de golpearme y Regina se interpuso —. Quítame las manos de encima Regina o te juro que también te golpearé.

—Si pretendías imitarme deberías haber ido a la peluquería —hablé con cierta burla.

Intentó pegarme con la muleta que usaba porque todavía seguía recuperándose.

—Yo no he sido. Pregúntale a Neru, el champú es suyo, no mío —dije casi sin importancia —. Ella te lo dio, no sea que esa amiga que defiendes tanto resulte ser igual de mentirosa que tú y ahora pretenda jugártela como hiciste tú en su día —secó sus lágrimas con rabia.

—Como descubra que has sido tú, pienso asegurarme de que te acuerdes muy bien de esta.

—Al menos el rubio te queda mejor que el castaño, pero no mejor que a mí —me dio una última mirada y se acercó a recoger sus cosas para encerrarse en uno de los baños y vestirse.

Cambié mi ropa y recogí mi cabello en una cola de caballo.

Algunas alumnas más entraron y se encontraron a una Angela molesta saliendo del vestuario.

—Has sido tú —acusé a Regina.

—Te quejabas de Neru y solo pensaba hacer algo para que recordase con quién no meterse. No sabía que Angela acabaría así, ni que Neru le daría su champú.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora