Capítulo LXI: Nuevos enemigos

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MEREDITH

El hijo de puta del secuestrador no aparecía, mientras Neru fingiría hacerse la tonta y preguntar cosas al tipo, a mí me tocaría ayudar a la estúpida de Angela y volver a por ella.

La enfermera se fue después de cambiarme el suero, cargué mis pulmones de aire y quité todo lo que tenía conectado.

Salí de mi habitación con cautela, miré a ambos lados y me dirigí a la habitación de Angela.

Abrí con lentitud y entré al ver que no había nadie.

—Quítate esa mierda, nos vamos.

—¿Qué estás diciendo? —su cara de confusión delataba que no entendía nada.

—Te lo explicaré luego —me acerqué aguantando el dolor de la herida.

Si seguía así se me abrirían los puntos, pero mi plan era salir con vida, aunque a nadie le importara mi existencia.

—¿Qué pasa con Neru? —preguntó.

—Aunque lo odies, deberás de confiar en mí —me miró con el ceño fruncido —, créeme, estoy confiando en Neru y es peor.

—Espero que no me tires por las escaleras —me acerqué a desconectar los cables que la unían a los aparatos médicos.

Miré el reloj en la pared, marcaban las nueve y media.

—¿Qué vamos a hacer? —Angela se apoyó en mí.

—Neru va a entretener al tipo ese, al parecer tienen cierto interés por no sé que. Nosotras vamos a salir de aquí.

—Confío en Neru —dimos un par de pasos —, pero no en ti.

—Yo no confío en ninguna de las dos y aquí estamos.

Salimos de la habitación. No había nadie en el pasillo, comenzamos a caminar hacia uno de los carteles.

Había un problema, el que sabía ruso de los cuatro era Jayden, en este momento maldecía a Padre por escoger el griego como idioma obligatorio para mí.

—No entiendo una mierda, ¿para qué miramos esto? —Angela volvió a quejarse por milésima vez.

—Trato de entender un idioma que no sé.

—No va a servir de nada, si no nos damos prisa me quedaré sin la otra pierna.

—Agárrate con fuerza, si no me matan ellos lo hará Neru como te deje caer y te rompas la cabeza.

Fuimos como dos borrachas que apenas podían caminar hasta el final del pasillo.

Si íbamos en ascensor nos podían encontrar por sorpresa, tuvimos que ir por las infinitas escaleras.

Al bajar el primer piso nos dimos cuenta de que no éramos las únicas. No iba a confiar en nadie, seguro aquí estaban los hombres de ese tal amo.

—Me duele mucho —Angela se agarró con más fuerza —. No sabemos ni en qué planta estamos, capaz que es la última. Me duele mucho, siento que me muero —exageró.

—Neru va a retener a la gente dándoles la charla de su vida, esos tipos la quieren a ella viva, pero a nosotras no. Tendremos que ir por las escaleras de emergencia.

—¿Desde cuando obedeces a alguien que no sea el viejo para que no te pegue?

—Desde que me apuñalaron y no me queda de otra. No te hagas ilusiones, sigo sin soportarla, solo es una tregua.

—Me da lo mismo mientras no intentes ahogarme como ayer.

—Ganas no me faltaron.

—Tampoco lo hubieras hecho.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora