Capítulo LVII: Juegos macabros

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DUSTIN

—Si eres un inútil siendo hijo del gran soberano, cómo sería si fueras uno del montón —volvió a lamentarse Padre.

Me ahorré decir algo, no merecía la pena.

El teléfono de Padre informó de una llamada e interrumpió la nueva regañina por no querer matar a un tipo que, según él, era sospechoso y en vez de disparar en la cabeza lo hice un el tórax. No estaba orgulloso, pero tampoco serviría de nada lamentarme tantas veces.

Al menos el jodido estúpido de Jayden tenía razón en algo, después de la primera el resto dejaban de ser tan importantes.

Le resté importancia a lo que hablaba Padre, al parecer se tomaba seriamente eso de que todos sus hijos tenían que ser tan mierdas como él.

No iba a negar que solía ser muy hijo de puta, pero esto era otro nivel.

—Tú —Padre me llamó —, no puedo estar en dos sitios a la vez. No dejáis de de dar problemas —habló con más molestia y tiró su teléfono con fuerza contra el suelo —. ¡Vas a volver al maldito pueblo y vas a buscar a Bernard, Meredith, Angela y Neru!

La aparición de Jayden, quien fue a hablar con los vigilantes para resolver la incógnita del porqué nadie daba señales de vida, evitó que preguntara algo que se sumara a los castigos que me darían al volver.

—Tú —dijo hacia Jayden —, maldito incompetente, no tengo tiempo para tardar tanto en un puto avión, necesito a las tres insoportables escandalosas con vida, si no aparecen yo mismo os mataré. De todos modos haréis lo mismo bajo tierra. Al que si o si quiero que aparezca de cuerpo completo es a Bernard —Padre se fue y nos dejó.

—¿De qué me pierdo? —pregunté.

—Tiroteo en la mansión, Bernard no estaba por ninguna lado y las únicas tres chicas que me veo obligado a soportar están seguramente perdidas. Tonro solo dijo que se fueron por los pasillos que conectan a la salida y no las volvieron a ver.

Mencionó a uno de los vigilantes.

—Es imposible que lleguemos rápido, hay mucha distancia y son muchas horas de vuelo.

Jayden me ignoró y comenzó a caminar en dirección contraria al hotel, todavía seguían sin dar con una sola pista, a parte de la nota, con la que dar con algún sospechoso.

—Alguien parece tenerla bastante jugada con todos —hablé al cara culo de delante.

—Algo me dice que tú debes saber algo.

—Piensa por un momento, ¿quién puede estar atacando sin que sospechemos?

—La pregunta debería de ser quién no nos quiere muertos, idiota.

—A estas alturas podría ser cualquiera, incluso alguien dentro del equipo de Padre. Mira, no tengo experiencia, pero sé pensar.

—Lo revisé todo, no había evidencia alguna —comenzó a caminar.

—¿Y si el infiltrado es Hira? —detuvo su paso y me miró — Es un buen amigo de Padre, alguien del que jamás sospecharíamos.

—Lo tengo vigilado.

—¿Y qué más da? Hasta Neru podría serlo, o Angela, incluso quien menos podemos llegar a pensar.

—Dustin, son cosas que también he pensado, pero los tengo descartados por una misma razón —prácticamente me ignoró.

—Piénsalo, no sabemos nada de nadie, hasta una puta sombra podría traicionarnos e irse como si nada.

—Si sigues así el primer día que te toque una misión solo te volarán los sesos —se burló.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora