Capítulo LIII: Advertencia amenazadora

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NERU

—¿Sabes que está pasando? —pregunté a uno de los trabajadores.

—Ha habido un apagón masivo —asentí sin entender por qué había un cierto aura misterioso.

Todos parecían nerviosos, además, Angela y Meredith no aparecían desde poco más de quince minutos.

Klaus era el más desesperado de todos, don me creo el puto amo por ser rico, odiaba llegar tarde y no dejaba de echarnos prisa, como si el retraso de ambas fuera cosa nuestra.

Unos gritos de horror llamaron la atención de todos.

Angela y Meredith venían corriendo como si hubieran visto un fantasma.

Ninguno de nosotros perdimos el tiempo y fuimos hasta ellas. La expresión que tenían era una mezcla de malas sensaciones.

Angela gritaba como loca y se tiró al suelo a llorar.

Meredith estaba muda, como si no salieran palabras de su interior.

—¿Dónde estábais? —preguntó Klaus.

Las observé mejor, estaban cubiertas de sangre.

Meredith pasó por nuestro lado sin decir nada. Parecía estar mentalizándose sobre algo.

—Meredith, te he hecho una pregunta.

Me acerqué a ella y toqué su hombro. Su palidez solo demostraba sorpresa, como si le hubieran hecho una broma de mal gusto.

—En la planta menos dos del estacionamiento, una de las salidas de emergencia —susurró mirando hacia atrás.

Miré a Sonia y Teressa, que trataban de calmar a Angela mientras Juleka le decía algo a Klaus.

—¿Estás bien? —pregunté.

—Están muertos —susurró.

—¿De qué estás hablando?

—Gasper y Josie —miré su ropa —. ¡Están muertos y casi nos matan! —se alteró — ¡Casi nos matan en ese lugar!

Quedé estática.

Klaus, Jayden y Dustin se acercaron.

Meredith comenzó a gritar cosas que no lograba entender por la rapidez con la que hablaba.

—Meredith —traté de calmarla —, ¿quién casi te mata? —la agarré por los hombros.

—Había dos personas.

—Llama a una ambulancia antes de que se vuelva loca —dijo Klaus a Jayden.

Juleka vino y se la llevó mientras parecía que se iba a desmayar.

—¿Quién está loca? —Bernard salió del coche.

—Tú sigue con tus películas —ordenó Klaus.

El niño volvió a lo suyo y entró.

—Iré a ver qué pasa —dijo Jayden.

—Iremos —corregí.

No iba a deja que esto quedara aquí, pensaba ver qué estaba pasando. No pensaba quedarme de brazos cruzados.

—Tú te quedas —dijo autoritario.

—Yo voy.

—Nosotros bajaremos —dijo Klaus acercándose a Jayden.

—Hay dos asesinos sueltos y nosotros seguimos de charla, ¿por qué seguimos aquí? —pregunté.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora