Capítulo CI: Regreso asiduo

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DUSTIN

Ni descansar podía. Cuando no tenía que estudiar, aquí me encontraba siendo niñero y aguantando a un amargado.

—Es muy ágil —dije al no encontrar a nadie más que nosotros y menos al individuo que nos atacó.

—Estará muy bien escondido —Jayden dijo lo que ambos sabíamos — y a las otras dos más les vale también estarlo porque si no las mata él las mano yo.

—¿Cómo vamos a encontrarlas si tenemos que cuidar no acabar siendo el blanco perfecto para un arquero?

—Deberán cuidarse solas.

—¿Has visto como han dejado el comedor esta mañana? Imagínate ahora si deben ir juntas a todos lados —no evité comentar.

—Volverán —aseguró —, son como los gatos y siempre acaban escapando. Mientras, habrá que sumar otro muerto a la lista —ambos miramos a Adry, la famosa camarera de la cafetería preferida de Meredith y Regina —. Esto es obra de nuestros famosos enemigos sin rostro.

En su cuello había aquella marca tan característica de las personas que nos querían muertos.

—Se lo llevarán, solo es una advertencia —dijo —. Será mejor que salgamos de aquí.

—Te repito que Neru y Meredith están aquí dentro, en algún lugar. Van desarmadas, no se saben defender, se odian y están esposadas. Así no van a salir vivas de aquí —era el único de los dos que veía que siempre iban a por ellas y dejarlas solas podía ser peligroso.

—Van a tener que trabajar juntas si quieren salir con vida y va a ir más allá de una tregua.

—¿Cómo estás tan seguro? —pregunté.

—Sé de lo que hablo —se puso en pie —. Ahora muévete que nos largamos antes de que volvamos con una flecha en alguna parte de nuestro cuerpo.

—¿Por qué crees que habrán venido?

—Ya lo averiguaremos.

—¿Las crees tan inocentes de querer pasar por aquí para ir a algún lugar?

—Diría que sí, pero con esas nunca se sabe.

No le quitaba razón.

Podían ser tan iguales como diferentes.



JAYDEN

Llegamos como si nada, por un lado Dustin se encargaría de la localización de las dos inconscientes para asegurarnos de que seguían vivas, aunque yo sabía que sí, por otro, yo seguí con lo mío.

Añadí a la muerta a la lista de todas las personas que habían matado ellos o habíamos matado nosotros desde que nos enteramos de la existencia de esos seres.

No había una relación lógica por ningún lado.

Desde el primer regalo, aquella mano que el ADN identificó como Regan Fithson, hasta la camarera, no existía un vínculo estable.

—Ambas lo tienen apagado —dijo Dustin.

—Lo que faltaba —dije fastidiado —. Observa, imbécil al que estoy enseñando algo útil —me miró de mala gana —. Entre todas estas personas tiene que haber una relación.

—Los únicos cuerpos que hemos visto han sido el de Gasper, Josie, Beatrice y el de Adry. Hira y el resto de esa lista los has matado tú o algún hombre de Padre que recibió la orden y los cuales no tardarán en encontrar que está muerto —habló y recordó algo que teníamos bastante presente.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora