Capítulo XIV: Verdades insólitas ✔

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JAYDEN

Recibí una llamada y contesté fastidiado al ver el nombre de la jodida fastidiosa de Meredith.

¡Jayden! —gritó nada más contestar.

—¿Qué quieres? Estoy ocupado —dije observando a mis alrededores —. Ni te molestes en contestar, tengo cosas más importantes que tus berrinches.

Jayden —insistió.

—No soy tu niñero —colgué y silencié su número sabiendo que me llamaría como toda una malcriada.

Guardé el teléfono y entré al lugar donde todas las pistas me llevaban.

El asunto tenía más aspecto de extenderse e irse complicado que las últimas veces.

Me preparé para seguir con mis asuntos, los cuales eran más importantes que el resto de personas.

La humanidad me daba asco.

«Es hora»




NERU

Llamé a Klaus y conseguí dar con él.

¿Pasa algo? —preguntó de seguida tomándose todas las confianzas del mundo.

—Había llamado a la mansión, pero Juleka me dijo que tenía que pedir permiso a Jayden o a ti para poder quedarme en casa de Adela —hablé.

Acostúmbrate a llamarnos por lo que somos, Sonia, Madre; Teressa, Mère; y Juleka, Mutter.

—Si, Klaus —suspiré.

Odiaba que se tomaran confianzas de más y él se las estaba tomando.

Creo que no he escuchado bien —sonó molesto.

Adela dijo "Padre" en voz baja y capté.

—Quiero decir, Padre —fruncí el ceño, esto era muy raro.

Me daba vergüenza ajena por todos los que seguían estas normas.

Ni al mío tuve que llamarlo así.

Es hora que te acostumbres, y sí, tienes permiso para quedarte en casa de Du Maurier.

—Gracias —Adela volvió a decir "Padre" para que lo dijera —, Padre —colgó.

Adela me observó unos segundos en silencio.

—Esto me da mucha vergüenza ajena —admití y me senté a su lado.

—Tenemos prohibido llamar a nuestros padres por sus nombres.

—Pero no soy su hija —me quejé.

—En las normas queda estipulado que si te haces cargo de alguien deberá acatar a la misma normativa —fruncí el ceño.

Nuestra conversación fue interrumpida cuando entró su madre.

—Venía a despedirme, Padre y Père se quedarán en casa, cualquier cosa siéntete como en casa, Neru.

—Gracias, Señora Du Maurier.

—Nos vemos, Madre —dijo Adela.

Su madre salió y nos dejó.

—¿Cómo es eso de que tu madre tiene el poder en la familia? —pregunté.

—Cuando eres la única heredera pasas a tener más poder que los hombres, es algo que no pasa mucho, por eso es que automáticamente escalas y también es el motivo de llevar su apellido. Además, ella quería tener una única hija, aunque bueno, no sé quién de los dos le dio con buena puntería, porque acertó.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora