Capítulo XXVII: Una pieza del puzzle

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DUSTIN

—¿Va a aceptar? —preguntó Lars dando una calada a su cigarro.

—¿Por qué no? —le di una calada al mío.

—Solo preguntaba.

—No le tires mala vibra a mis planes, suficiente ya tengo con lo que está pasando.

—Dayanel te odia, Malena te odia, Angela te odia, últimamente todos los que te odian están volviendo.

—No me odian solo a mí —recordé —. A ti también.

—Pero a mí me tiene sin cuidado.

—Menos Du Maurier el resto te dan igual —me miró sin expresión.

—A esa loca ni me la menciones.

—¿Qué mierda te pasó por la cabeza para salir con ella

—Mis madres me obligaron, igual que a ti te tocó salir con Kenzie. No hace falta que te lo recuerde —miró el paquete de tabaco.

—Vamos como la mierda. Si seguimos así nos van a obligar a casarnos, y no soporto a una imagínate a dos o tres.

—Habla por ti, yo no me voy a casar, cuando Regina y yo pasemos por la ceremonia nos buscaremos la manera de librarnos.

—¿Regina ha aceptado? —me sorprendí.

—No, pero es fácil de manipular, por algo Meredith la trata como lo hace —asentí.

—Son dos trozos de mierda radiactivos con maquillaje —ambos reímos.

Miré la hora, Neru estaría en sus clases de conducción, pero me arriesgué y la llamé.

¿Dustin? —dijo al contestar.

—Así es, el amor de tu vida querida Neru.

¿Qué quieres? No tengo tiempo.

—Padre ha ordenado que vengas conmigo a un sitio —mentí.

Pero estoy en clase —se excusó.

—Terminas en diez minutos, así que voy a buscarte —dije sin darle mucha importancia.

Bien, Dustin, aquí te espero —se resignó y colgué.

—Le doy una "F" a Neru, todos la buscan para usarla —dijo Lars.

—Sabes como somos, no te sorprendas tanto —di una última calada antes de pisotear el cigarro.

—Beatrice no es idiota, sabes que tus madres le lavaron el cerebro y por eso se tragó la historia, pero si vas a removerle eso puede ser que las cosas cambien —trató de advertir.

—Pero Neru no sabe nada, si le cuento lo que me interesa seguro lo soltará.

—¿Y qué harás tú? ¿Tomar el té y pintarte las uñas? —se burló.

—Será mejor eso que otra cosa. No entiendo cómo estás tan relajado —negó.

—No lo estoy. A Angela le falta media ferretería en la cabeza, me tiene sin cuidado lo que haga, solo actúa como una rebelde sin medir sus consecuencias. Igual Malena y Dayanel, no me asustan. Solo voy con ojo, nadie sabía que venían.

—El cabrón tiene suerte de ser hijo de Hira, aunque quisiéramos hacerle algo, Padre lo defendería —hablé con cierta molestia.

—Tu padre es extraño, incluso parece que quiere más a unos desconocidos que a sus propios hijos —asentí.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now