Capítulo CXVIII: Admiración vetusta

394 131 6
                                    

NERU

A causa de aquellas dos muertes faltamos para asistir al entierro.

Di un abrazo a Malena y esta trató de aguantar las lágrimas enfrente de todos los presentes.

—Siento lo que dije —apartó la mirada —, no todo es tu culpa.

—No dejaré que esto acabe aquí. No te dejaré sola.

Adela también se unió al abrazo.

El hermano menor de Malena apenas se movía y decía algo, lo único que hizo fue abrazar a su hermana y no separarse de ella.

El transcurso de las horas nos hizo separarnos y acabar volviendo cada uno a sus casas y, en mi caso, estar encerrada en mi habitación.

Saqué una gran pizarra que compré y añadí las fotos de sus padres con la fecha de su muerte.

Cada uno de esos fallecimientos estaban conectados en algún lado.

—Muy bonito, ¿verdad? —levanté la cabeza del escritorio y giré hacia la voz — Quedarían mejor las fotos de sus cuerpos destruidos hasta el cansancio.

—¿Qué haces aquí?

—Falsch está en su descanso, le dije que quería vigilar a esta preciosura que tengo delante y aquí me tienes, tan fresco y radiante como siempre.

—Selver, sal de mi habitación.

—Soy tu guardaespaldas personal desde la oscuridad, soy mejor que ese tan patético que te han asignado en ese lugar.

—¿Te envía el amo?

—¿Qué comes que adivinas? —río — Solo aprovecho para hablar contigo. Tenemos una conversación pendiente.

—No tenemos nada que hablar. Fuera de aquí, no quiero tenerte cerca.

—Todo iba bien incluso cuando sabías a qué me dedicaba, luego me dejaste por un drogadicto amigo de la infancia, luego todos los demás... y ahora ni siquiera puedes verme a la cara sin hacer una mueca.

—Me das asco —dije —. Sabía que no alucinaba cuando te vi espiándome con Adela. ¿Qué quieres de mí?

—Te sigo queriendo.

—Sáltate lo romántico y ve al punto. No eres el único que viene con la misma farsa.

—Se me olvida que tu lista es larga entre los que consiguieron entrar en ti y los que tuvieron el privilegio de ser algo más —su intento de ofensa me pareció patético.

—No intentes acercarte.

—Te protegeré así sea que traicione al amo y a todos los de Tod por ti.

—Muy bien no lo haces por lo que me doy cuenta.

—Eres una chica inquieta que cuesta controlar.

Golpeé su mano que tocó mi mejilla y él rio.

—Haré lo que me pidas, no sabes lo que he tenido que hacer para poder estar aquí.

—No quiero que le pasen nada a los padres de Adela.

—¿A esa amiga tuya tan rara? —lo miré mal — Como la princesa diga.

—Si tanto dices quererme dime qué planea el amo y cuál es ese juego que está usando a escondidas de todos para usarnos a su antojo.

—Comienzas a pedirme mucho.

—Quiero saberlo —exigí.

—Comienza por él —arrancó las fotos de Kenzie y Valia —, el amo lo odia y tú eres suficientemente inteligente para averiguarlo todo sola —sobre el escritorio tiró las fotos que coloqué —. No sé nada más, los únicos con esa información son ellos: Dáskalos y el amo.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora