Vista al pasado #17

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NARRADOR OMNISCIENTE

19 AÑOS ANTES

La comadrona no llegaba y no había tiempo que perder, no importaba si afuera caía una tormenta o si se acababa el mundo, debía ser asistida inmediatamente.

—¿Qué haces mirando? ¿Acaso quieres ver cómo termino de dilatarme y soltar a este estúpido mocoso? —dijo de malas formas — ¿Dónde está el inútil que quería ver cómo iba a ser "padre"?

—Con Gasper. Están en problemas y tardará en venir mínimo un mes —observó al único presente con ella.

La tranquilidad del menor bebiendo vino y la situación caótica no se complementaban en absoluto.

—¿Y por qué mierda le das a hacer algo si sabes que en cualquier momento me sale un niño del interior?

—¿Al final es un niño? —odiaba que aquel hombre ignorara sus preguntas.

—El sexo de esta cosa se revelará en menos de una hora. ¡Llama a alguien y dile que me atiendan! ¡No lucho contra hombres de dos metros para que me venga a matar una bola fea de carne!

—No podemos ir al hospital, si te ven así te matan. Sabes la mala reputación que tienes.

—Y si nadie me asiste probablemente acabe igual de muerta. ¡Llama a alguien!

—Deja de exigirme.

—Estás en mi puta mansión y estoy en medio del salón a punto de dar a luz, ¡no me exijas nada y haz lo que te digo!

—Exagerada —la fuerte lluvia no cesaba y los truenos quedaban escondidos tras los gritos de una mujer treintañera que en nada tendría una criatura en brazos.

Sabía que el individuo aquel no había estado en un solo parto, ni se planteaba tan siquiera estar en alguno si llegaba a tener hijos en cualquier momento.

—A buenas horas te hago caso y despido a toda la servidumbre —se lamentó.

Habiendo conmovido o no a aquel ser sin sentimientos, este se levantó y la llevó en brazos al inmenso sofá.

—¡Déjate de cursilerías! ¡Ya viene!

No se dio cuenta en qué momento el otro se alistó para ayudarla, se suponía que su misión de vida era matar, no ayudar a nacer a nadie.

—No puedo creer que tenga que sacarte algo más que orgasmos y mi polla de entre tus piernas —lo miró mal mientras se acomodaba con muchas dificultades.

—Sácalo. Quítame a esa cosa. ¡Me está matando! ¡Saca al jodido bebé!

—Relájate mujer, solo estás pariendo.

—¡Entonces ponte a parir tú, hijo de tu puta madre!

—Ni siquiera debería de estar aquí, no es mi hijo y no eres mi mujer, solo eres una amante más del montón con la que me distraigo.

No continuó la discusión, sentía un dolor demasiado intenso. Odiaba su existencia y la de todos, no quería tener hijos y había quedado embarazada de un marido al que odiaba y abortar suponía más riesgo de morir que de sobrevivir por todos los que se había hecho anteriormente de maneras atroces.

La mujer encargada de asistir el parto llegó lo más rápido que pudo y dio rápidas instrucciones para prepararse para la actuación.

En medio de aquella noche tormentosa y fría se vio en la obligación de dar a luz semanas antes de lo planeado.

Haciendo oídos sordos a los comentarios del único que la estaba apoyando, acabó convirtiéndose en madre.

Los gritos de una criatura resonaron a la vez que los suyos se volvieron silenciosos y su mirada se perdió en la nada.

El secreto de los CliffortWo Geschichten leben. Entdecke jetzt