Capítulo XXVI: Un inicio

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MEREDITH

Desde el fin de semana esperaba a ver qué iba a hacer Regina, la muy estúpida era capaz de hacer lo que le ordenara por un poco de atención.

Me di un último vistazo en el espejo y salí, Padre me dejaba ir sola, al fin, cosa que jamás entendería por qué se empeñaba en que nos llevara uno de los chóferes.

Fui hasta uno de mis autos, no iba a desayunar, sentía que el estrés de toda esta mierda me estaba engordando y quería cuidar de mi línea, iba a tener que endurecer mi rutina de ejercicios.

Conduje hasta el instituto y al aparcar observé como mucha gente se aglomeraba en un punto concreto.

No presté atención, tenía cosas más interesantes.

—Cuánto tiempo —escuché a mis espaldas.

Giré mi rostro completamente sorprendida.

—Dayanel —lo miré —. ¿Qué haces aquí?

—¡El rey de las fiesta ha vuelto! —gritó y algunos insensatos aplaudieron.

Observé al castaño de ojos miel, el mismo mal educado de siempre representado en un alocado.

—¿Qué haces aquí? —repetí.

—Así no se da la bienvenida al ex novio —rio.

—Eres un ordinario insoportable —me dirigí a mi taquilla.

—Eso no me decías en la cama.

—¿Vienes a joderme o qué? —abrí la taquilla para dejar lo innecesario.

—No venía por ti, pequeña Mer. Vengo a por mi novia.

—¿La invisible? —lo miré sin ganas.

—La que esta detrás de ti —soltó su fastidiosa voz.

—Malena —giré hacia ella —, sabía que te gustaban mis sobras, pero no tanto.

Me fijé en ella y sus apariencias, tampoco había cambiado nada. Su cabello seguía igual de oscuros que el color café intenso de sus ojos.

—Sobras lo que quieras pero bien que te pusieron el cuerno conmigo —se acercó hasta Dayanel y lo besó.

Los ignoré y cerré mi taquilla.

—¿Qué se siente tener competencia en el reino de la putería? —Angela apareció con el uniforme puesto de malas maneras.

No sabía si sorprenderme, se suponía que se iba a ir pronto.

Elevé una ceja al ver como también besaba a Dayanel.

—Los que más se quejan del poliamor y los primeros que deben hacer más tríos que los viciosos.

—Lo nuestro es solo por probar, no te pongas celosa —dijo Dayanel socarrón.

Dustin y Neru aparecieron, sus taquillas estaban junto la mía.

La cara del primero fue de sorpresa, Dayanel era un hijo de puta, como todos.

—¿Por qué no contamos el chiste de siempre? —Malena habló refiriéndose a cierto tema.

—Mira a quien tenemos por aquí —Dayanel saludó a Dustin.

—Neru —saludó Angela a la mencionada —. Ella si piensa —dijo hacia los demás.

—Me gusta su cabello —dijo Malena hacia Neru —, vámonos que ya me he aburrido de ver tu cara —dijo mirándome.

Los tres se fueron.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora