Capítulo XXV: Reconciliaciones

6.4K 460 64
                                    

DUSTIN

Salí de darme una ducha y me vestí.

Mi suerte se había mantenido en la nada, Angela no se iba a ir con facilidad.

Bajé a desayunar y me topé con Padre, el hombre que nunca sabías a dónde iba y cuándo lo encontrarías.

—¿Vas a algún sitio? —preguntó.

—Lars va a dejarme los apuntes de ayer —mentí, pero me dio igual.

—¿No se te olvida algo? —preguntó.

—¿Puedo ir a casa de Lars, Padre? —pregunté.

—Permiso concedido.

Quise continuar mi camino, pero su voz me interrumpió los planes.

—Cuando estés en mi lugar entenderás por qué hay que actuar de esta manera, aún eres muy joven.

—Si me voy, Jayden se va a quedar con todo —me atreví a decir —. Si no lo hace él, Meredith lo hará.

—He decidido que te quedes —me sorprendí —. Ahora ve a desayunar, quiero que te pongas al día, odio que alguno de vosotros falte a la escuela y se atrase, no quiero hijos idiotas —hizo caso omiso a que le hubiera respondido de malas maneras.

No dije nada y me fui, parecía de buen humor y eso se veía en casos milagrosos.

Encontré a Bernard desayunando sin hacer escándalo alguno.

Neru estaba con su ladrillo mandando mensajes.

—Buenos días —me limité a saludar y me senté.

Una de las chicas de la servidumbre se acercó y le ordené mi desayuno.

La primera en terminar de desayunar fue Neru, quien se fue después de dar un simple adiós.

Luego de que me trajeran mi desayunó, Bernard habló.

—Padre le ha comprado muchas cosas —se quejó.

—No me importa.

—Pero a mí sí, quiero más cosas y se las da a ella no a mí —volvió a quejarse.

—Tu comportamiento de mierda tampoco ayuda —me miró mal.

Comenzaba a pensar que el carácter y la cara de culo la habíamos sacado de Padre.

—¿Qué comportamiento de mierda? —me tiró un trozo de mantequilla a la cara.

—Bernard, no estoy de humor.

—Viejo amargado y malhumorado —tiró un trozo de tostada untada de mermelada.

—Joder Bernard, quédate quieto. Desquítate con Jayden como haces siempre, o mejor con Meredith.

—Eso último lo haces tú con ella —lo miré mal.

—Cuida tu boca —advertí.

—Cuida la tuya que va por sitios donde no debería —me tiró el zumo encima.

—¿Qué mierda te pasa? —espeté.

—Estoy enfadado —se cruzó de brazos.

—Me importa una mierda, no me tires tu maldito desayuno encima —me sacó el dedo corazón.

—Vete a follar.

Estaba claro que no podía ser un mocoso normal.

—Como repitas eso te vas a arrepentir.

—¿Más que tú como se lo diga a Padre? —sonrió victorioso al saber que eso jugaba a su favor.

—Yo también puedo inventar cuanta mierda.

El secreto de los CliffortTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang