Capítulo CXXXV: Unidad inalterable

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DUSTIN

El entierro de Regina fue por la mañana con mucha gente reunida.

A un día de la graduación llovían las penurias además de las gotas.

—Regina no se suicidó —dijo Lars secando sus lágrimas — y si lo hubiera intentado no sería de esa manera.

—Ella estaba teniendo muchos problemas y el suicidio es lo último por lo que hubiera optado.

—Por eso mismo —miró a la tumba. Mucha gente se despedía y él les huía —. Todos dicen que fue Meredith quien la empujó.

—Meredith no la mató.

—Estaba arriba, más de diez personas la vieron mirando hacia abajo cuando Regina ya estaba muerta.

—Ella no lo hizo —insistí —. Entre ellas había algo muy extraño y ese es motivo más que suficiente para no matarla.

—Se repite la historia; un accidente del que nadie sabe nada y el soberano se ocupa para dejarlo como tal, un triste suicidio.

Contarle la verdad era exponerme a que creyera que cubría a alguien. Nadie creería que Regina resbaló ella sola.

Estaba en una situación difícil.

—Lars —una voz femenina lo llamó.

—Ahora no —pidió mi amigo a Lana —. Vete.

—Intento ayudar.

—No lo haces. No me caes bien y no me quiero casar contigo y ahora tampoco quiero verte. Déjame solo, por favor.

Me miró y suspiró.

—Comprendo —tocó su hombro —. Adiós.

Se fue inmediatamente.

—Unos asesinos van detrás de ti y pareces muy tranquilo, ¿cómo lo haces? —se giró a verme.

—Hay que vivir con ello hasta que decidan atacar y solo quede uno vivo.

—Ya no me suena tan loca la idea de que el padre de Kenzie esté vivo y desaparecido y quiera vengarse de todos nosotros por haber sido parte de lo que fue su muerte, lo que pensamos en un inicio —metió las manos en su bolsillo —. Hasta me espero que estén vivas y sean ellas las que estén detrás de todo esto y solo usaban falsas identidades.

—Vimos que murieron, eso sería imposible.

—Nunca nos aseguramos. El miedo pudo más —recordó — y nunca supimos de ellas antes de huir.

—No vas a meterte en esto y menos con lo de Regina tan reciente —advertí.

—Nunca le dije que la quería. Era mi hermana y había cosas muy turbias entre ambos, pero seguía siendo mi hermana y mira donde está ahora. En una puta tumba y seguramente saludándonos desde el infierno.

—Ocultar tu dolor con esto no hará que ganes nada.

—Ya he perdido a alguien que quería y tú eres como mi hermano y si te mueres me quedaré solo. Hasta cuando pensé que también podía llegar a ser correspondido por Adela, ella me demostró lo solo que estoy y que me usaba.

Con un suspiro pesado el silencio hizo su clásica aparición.

—¿Sabes quienes son los Flexer o las McBurnt? —rompí el momento callado.

—No, nunca he escuchado de ellas.

Estaba haciendo lo que Jayden, Meredith y Neru dijeron que justamente no podía hacer y era pedir algo a alguien que no fuera de nosotros y a escondidas de los demás.

El secreto de los CliffortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora