Capítulo CXXVII: Alto riesgo

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DUSTIN

La puerta se abrió de golpe y del estruendoso sonido abrí los ojos, me había quedado dormido otra vez.

Un Jayden cabreado tiró todo lo que vio a su paso.

—¿Tenías que despertarme? —pregunté bostezando.

—Deja de dormir, maldita sea —regañó —. Busca algo que sirva porque no tenemos tiempo y solo estamos quedando como auténticos imbéciles de los que reírse un rato.

—Tómate una tila, he oído que funciona para relajarse. Te pediré una, solo no destroces nada de lo que me he pasado estas semanas buscando. Mi puto trasnocho te lo agradecerá.

—Vuelve a soltar una idiotez así y no será un par de cosas las que tire y destroce.

—Lo que digas —decidí ignorarlo —. Estuve buscando entre las cosas y hay muchas que ya no están. Cuando se te pase el enojo, por quién sabe qué, tráelas. Tardé mucho tiempo para encontrarlas y ahora tengo ojeras y no me quedan nada bien.

—No he quitado nada.

—Seré yo el ciego —murmuré.

El mundo recibió a un Jayden claramente enojado.

Salió igual de furioso. Casi descoloca la puerta de la fuerza con la que la tiró y no dijo ni un adiós.

Luego se quejaba de que éramos los demás unos exagerados.

Volví mi atención a mis asuntos. Más de las tres de la mañana y solo quería seguir durmiendo un poco, aunque fuera aquí y de manera incómoda.

Al quedarme dormido no revisé todo lo que tenía encima.

En fijarme, vi un portafolios con los cinco principales enemigos del negocio.

Solo salían sus nombres y traiciones. Entre ellos una única mujer. Todos ellos muertos, pero fueron muy astutos y no descartaba la posibilidad de que algún amante hiciera todo esto en venganza.

Hacker, espía, entrenadora, sicario, especialista en armas y luchas, entrenamiento militar, conocedora de medicina, poseedora de una fortuna y veintiún cargos de traición que la condenaron a muerte.

Eso ponía el informe en la primera hoja junto todas las traiciones que cometió en las siguientes.

Casi al finalizar se encontraban su nombre.

Una página después mostraba fotos de una persona, más concretamente de lo que fue una mujer bastante destacada dentro del mundo de los hombres de ese momento.

—Condenada a muerte por traicionera y asesinada de un tiro en la cabeza por Hira Denver —una voz extra provocó que apartarse la mirada concentrada en la lectura.

Falsch había entrado misteriosamente. Miré a todos lados y me quedó suponer que entraría por la ventana de manera realmente silenciosa.

Eran peores que los fantasmas, conseguían adentrarse en cualquier lado sin hacer ruido y sin ser vistos.

—Has sido tú —dije seguro de tener al culpable de encontrar aquello.

—Puede ser que sí —se acercó.

—Al mínimo movimiento eres hombre muerto. Nadie te va a salvar y estás rodeado de cientos de hombres que trabajan para nosotros.

—Arriesgarse también significa perder. Que algo no pase aquí no es sinónimo de que no pueda pasar allí, en un lugar solitario y en medio de la nada donde se dejan a las más indefensas ante los ojos de los demás.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now