Capítulo XXXIV: [Planes sorpresa]

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NERU

Subí con sigilo las escaleras, llegaba tarde y que me salvara de Klaus no significaba que lo haría tan fácil de Jayden, el maldito que solo se empeñaba en joder más que la propia Meredith.

Se me cayó el teléfono y casi me da un paro cardíaco por el ruido que ocasionó, Angela me hizo una señal, ambas llegábamos tarde.

Le susurró un "estoy bien" y asintió.

Entró en su habitación y yo recogí mi móvil del suelo. Lo guardé y seguí.

Solté un estornudo sin previo aviso.

«Maldita sea, no puedes ser silenciosa»

Pasé por delante de la puerta de Jayden haciendo el menor ruido posible.

Estaba a punto de cantar victoria cuando alguien habló a mis espaldas.

—À tes souhaites* —maldije al escuchar a Jayden.

¿Girarme o salir corriendo? Ambas opciones eran igual de pésimas.

Me decanté por una tercera, ignorarlo y caminar como si nada.

Como a mi vida nunca le ha gustado jugar sus cartas de buenas maneras, Jayden me agarró del brazo.

—¿Qué haces? —me giré y lo observé de manera rápida.

Estaba en boxers, así que mi lado sensato golpeó al idiota antes de que se fuera de las ramas como la vez anterior.

—Llegas tarde —fruncí el ceño.

—¿Y a ti qué? Dije que iba a da una vuelta —traté de librarme de él.

—¿Una vuelta hasta las dos de la mañana?

—No te tengo que dar explicaciones —lo miré mal.

—Estoy al mando —recordó.

—Pues métete las órdenes por donde te quepan —espeté.

—Controla tu sucia boca conmigo.

—Sucio tendrás el culo —me soltó.

—¿Nunca vas a aprender a ser una niña buena y educada? —sonreí con falsedad y le saqué el dedo de en medio.

—Púdrete —dije de la manera menos amable posible.

Me empujó y me puso contra la pared.

«Nunca aprendo a callarme a tiempo»

—Uy si, mira como tiemblo —me burlé —. ¿Qué vas a hacer? ¿Amenazarme? —en un rápido movimiento me hizo girar y mi cara quedó contra la fría pared.

—Puedo hacerte muchas cosas —soltó de manera directa e intimidante.

—Me sorprende —traté de moverme pero me lo impidió.

—Te gusta provocarme, maldita perra —soltó entre dientes.

No lo iba a negar, me gustaba saber que de cierta manera tenía un poder sobre él, jugar con fuego era, es y será mi pasión.

—Bien, princesa, deja el show antes de que me enfades de verdad —en otro rápido movimiento terminé de cara a él y me obligó a mirarlo.

—Princesa la que tienes entre los huevos —solté brusca.

El maldito sujetaba mis muñecas por encima de mi cabeza. Con el otro brazo se apoyaba en la pared, junto mi cabeza.

—No querrás arrepentirte de tus palabras —aseguró.

El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now