Capítulo CXXXIII: Batalla contenida

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MEREDITH

Desperté e hice mi rutina matinal.

Aprovechando que no iría al instituto, me alisté porque hoy llegaba mi vestido de graduación que llevaba tantos meses esperando.

Mis modistas regulares llegaron antes de que pudiera desayunar, así que dejé eso de lado y dejé que se aseguraran de que todo quedaba a la perfección.

Durante la mañana únicamente me dediqué a eso y cuando se fueron bajé al gimnasio. Con toda la mierda que había ahora había descuidado mis viejos hábitos.

La graduación era en dos malditos días y ya ni siquiera me importaba.

Recibí una llamada que interrumpió mi rutina de ejercicios y al contestar nadie habló al otro lado de la línea.

—Seas quien seas, ojalá te mueras esta noche —colgué.

Recogí mis cosas y me dispuse a volver a mi habitación.

Todos estaban ocupados probándose sus trajes. Padre era demasiado estricto con los eventos donde debíamos acudir.

Llegué a mi habitación y me detuve al ver la palabra "Zorra" escrita en el suelo de mi habitación con pintura roja y con olor a recién pintado.

Entré en la habitación de Angela sin importarme que estaba quejándose de que la vieran semidesnuda por tener que asegurarse del cómo quedaba su vestido.

—¿Qué quieres ahora? —habló.

—¿Has entrado en mi habitación?

—No, llevo aquí desde que estas mujeres me han despertado —se quejó.

Abandoné su habitación y regresé a la mía.

No tenía idea de quién podía haber hecho esto.

El sonido de un bote de shampoo cayéndose en el cuarto de baño me distrajo.

Fui a ver qué pasabas y colocarlo.

Al entrar, alguien tapó mi boca con un guante y con una navaja, que sentí en el cuello, me amenazaron.

Gritar no era una opción que pudiera escoger.

Me empujó fuertemente y caí hacia delante.

Con las manos traté de no impactar tan fuerte.

Con dos palmadas la luz se apagó.

No logré ver nada y recibí una patada en el estómago.

Recibí varios puñetazos y el sabor metálico se hizo presente en mi boca.

Tosí la sangre y con las manos palpando a mis alrededores para conseguir con que defenderme.

No conseguí nada, solo ser arrastrada por los tobillos y gritar con todas mis fuerzas.

Un gran golpe calló mi grito y lo ahogó.

El mundo me dio vueltas y el oxígeno empezó a faltarme, se colocó encima y sus manos apretaron mi cuello.

Hice un gran esfuerzo por defenderme y no lo logré.

Pensé que iba a morir hasta que me dejó ahí tirada y se fue.

Llené mis pulmones de aire y grité para llamar a alguien usando el poco aliento que quedaba en mí.

Me arrastré hasta la puerta para abrirla y volví a escupir sangre.

Todo se volvió negro en un abrir y cerrar de ojos.

Por un día que estaba sin molestar y ya me habían jodido la semana.




El secreto de los CliffortWhere stories live. Discover now