"Corazón Latiente" (2x01)

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Iskender

Nada le hacía presagiar en lo que acabaría convertido ese día. Por la mañana tuvo un plan en mente y se esforzó por llevarlo a cabo. Todo iba cuesta abajó, desde el momento en que Dilruba lo había descubierto el día anterior espiando su matrimonio secreto con Dabud Pasha, y el posterior accidente en carruaje.

Todo eso había provocado la pelea con Ayse, él sabía que estaba perdiendo su confianza. Ella lo había salvado de una posible ejecución, cuando Gokhan lo acusó de hurto e intento de escape. Muchas cosas señalaban a Iskender como una persona de no fiar. Su principal enemigo en ese periodo, era Gokhan.

El mismo aga que había intentado asesinarlo, el mismo aga que lo salvó de morir. El mismo aga que le había robado el lugar junto a su príncipe, junto a Mehmed. Él debía ser su confidente, y no Gokhan.
Era el mismo aga, que ahí, en medio de la oscuridad de la noche, en medio de una solitaria arboleda, había puesto sus labios en los de Iskender.

Nunca antes lo había hecho de esa manera. Solo Ayse se había atrevido a besarlo en los labios, pero nunca pensó que podría suceder con un chico. Iskender no entendía lo que sucedía, pero Gokhan lo estaba tocando, acariciando. Se quedó completamente paralizado. Sentía la mano de Gokhan tocarle la nuca, y cómo sus labios jugaban con los de él. Después de asimilar la situación, no pudo evitar empujarlo hacia atrás con violencia.

Se quedaron mirando fijo, alterados, sin decir una sola palabra. El brillo flamante de la antorcha les daba en la mitad del rostro, Iskender veía cómo Gokhan comenzaba a llorar. Se cubría la cara con ambas manos, con vergüenza.

   –Gokhan... yo no... yo... —Iskender no supo qué decir.

Se quedaron sentados en el suelo hasta que uno de los dos de atreviera a hablar. Gokhan parecía estar liberando una pesada carga mientras lloraba. Iskender se había pasado la mano por los labios para limpiarlos, varias veces, y lo estaba volviendo a hacer.

   –No me delates, por favor. —Le dijo jadeando.

   –No comprendo, Gokhan... estoy casado, mi esposa es una sultana.

   –Fue solo un impulso, no creas que estoy enamorado de ti. Es solo que... todo está de cabeza, todo mi mundo.

   –¿Y me involucras a mí? No puedo quitarme esa sensación de los labios. Te exijo que no vuelva a suceder. ¿Lo has entendido?

   –No se lo vas a decir a los demás ¿Verdad?Arqueó las cejas.

   –A cambio de que me hables sobre tu alianza con Dilruba. Es la única forma en la que no te delataré.  —Iskender lo miraba fijo a los ojos.

Era la segunda vez esa semana en la que Iskender tenía valiosa información para desestabilizar a sus enemigos, pero se había visto obligado a guardarlo a cambio de un trato justo. El matrimonio secreto de Dilruba, y ahora la extraña desviación de Gokhan.

   –¿Qué te hizo creer que estaba bien hacer esto conmigo? Nunca había visto a dos chicos hacerlo.

   –Fue solo un impulso, no quise hacerlo. Me siento desesperado, inestable.

   –Como sea, no tienes todo mi tiempo para hacer esto. Quiero que hables y que lo hagas ahora. —Lo miraba serio.

   –¿Qué es lo que quieres saber? ¿Sobre cómo comenzó esto con Dilruba? ¿Sobre la alianza que tenemos? No hay alianza, niño, no existe tal cosa entre nosotros.

   –No me mientas, yo sé lo que veo.

   –Llamas alianza, a un asunto de extorsión. Debes agradecer que esa mujer, esa víbora, no conoce el paradero de tu familia. La mía corre peligro, ella amenaza a mi familia, mi hogar. Debo cuidar a mis hermanos.

   –¿Tienes familia?

  –Claro Iskender, como tú. No es que haya nacido del aire.

   –Me refería a... bueno, como sea. ¿Dices que ella te obliga a estar aquí y hacer todo esto?

   –No, esto no. —Señaló sus labios y luego a Iskender.

   –Eso supuse.



Iskender regresaba a sus aposentos en altas horas de la noche. El harén estaba a oscuras, todas las concubinas dormían. Jennet Kalfa estaba en su cuarto también. El palacio estaba en silencio, nunca había visto tanta tranquilidad en ese tormentoso lugar. Pisada con cuidado cada piedra del piso, cada paso parecía retumbar por las paredes de los solitarios pasillos.

De pronto, comenzó a escuchar gritos desde los aposentos del príncipe Osmán. Reconoció la voz de Mehmed y se apresuró en llegar hasta ese pasillo. Era bastante apartado, nadie más llegaría a separarlos si estuviesen golpeándose otra vez.

¡Sabes perfectamente que fue tú idea, Osmán! —Le gritaba Mehmed a Osmán.

Vamos hermano, ya deja de decir ese nivel de mentiras.

¡No me llames mentiroso! Es por influencia tuya que sucedió todo esto, tú hiciste que se casaran.

No, Mehmed, yo jamás la incité a casarse con tu aga... ¿De dónde sacas eso? Vamos dime.

Toda la situación estaba más que tenga. Iskender pensaba que en cualquier momento Mehmed saltaría sobre Osmán y lo golpearía en el suelo. Tenía la incertidumbre de si debía interceder o no.
Las manos de Mehmed temblaban, y se le cortaba la voz entre oraciones. Lucía muy afectado.

No comprendía por qué a Mehmed le importaría su matrimonio con Ayse. Para ese momento, ya todos lo tenían más que asumido. Era muy tarde y ambos príncipes estaban discutiendo sobre él.
No podían estar culpando a Ayse por haber ayudado a Iskender. Si no hubiese sido por ella, Iskender habría sido ahorcado en la plaza pública del pueblo, acusado de hurto a su sultán. Eso es en lo que pensaba en ese momento.

¡Si nuestra hermana sufre, tu serás el culpable! —Le gritaba Mehmed a Osmán muy cerca del rostro. –¡Iskender a ella no la respeta y tampoco la cuida!

¿Qué estás diciendo Mehmed? ¿Te estas escuchando? Ya estas colmando mi paciencia, no me hagas llegar a mi límite. —Osmán comenzaba a alterarse. –¿Por qué Iskender no respetaría a nuestra hermana?

–Pues... yo no... no... —Mehmed pareció no encontrar las palabras adecuadas. Dió un par de pasos hacia atrás mientras negaba con la cabeza. –No lo diré. —Dijo finalmente. –¡No por ahora! No puedo decirlo...

–Por favor, Mehmed, si tienes pruebas solo dímelo.

–¡No te lo voy a perdonar Osmán, arruinaste todo! —Mehmed empujó con fuerza a Osmán.

El príncipe cayó de espalda al suelo. No se golpeó gravemente, se levantaba despacio, mientras Mehmed se iba furioso por uno de los pasillos.
Lo estaban culpando a él. Iskender estaba siendo señalado con el dedo como un causante de problemas dentro de la familia imperial.

Cerraba sus ojos con fuerza mientras caminaba de regreso a sus aposentos. Extrañaba al Mehmed que había conocido. Había visto sus dos etapas: el violento, agresivo y despiadado; el piadoso, sensible y agradecido. Pensaba en lo mucho que deseaba volver todo a la normalidad, pero todo estaba desmoronándose frente a sus ojos, y él era incapaz de sostener a alguien. Ni si quiera estaba siendo capaz de sostenerse a él mismo.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now