"Visitante" (1x20)

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Iskender

Acababa de darse cuenta que las voces en su cabeza pertenecían a Gokhan Aga y la sultana Dilruba. Le había tomado días descifrarlo, no entendía por qué sabía sobre su conversación siendo que estaba inconsciente.

Estaba aún sentado en la tierra junto a el carruaje destruido. Halil y Dilruba hablaban entre ellos, parecían discutir. Se acercaron a Iskender y Halil le tendió una mano.

Soy un Pasha, y tú un aga que protege a los príncipes. Espero que lleguemos a un acuerdo de confidencialidad.

–¿Por qué querría yo hacer un acuerdo con ella? Tengo dos intentos de asesinato de su parte. —Iskender señaló a Dilruba.

Ni a ti, ni a mí, nos conviene que te encuentren asesinado hoy en la noche. Eso si es que te encuentran. —Dilruba lo fulminó con la mirada.

La miraba desconcertado. La semana anterior ella y Gokhan habían intentado asfixiarlo en el sueño, era evidente que tenían la sangre lo suficientemente fría como para cometer asesinato. Si ella lo dejaba con vida a cambio de guardar el secreto, significaba que tenía un segundo plan escondido.

Halil desenfundó su daga y la empuñó con fuerza. Miraba a Iskender esperando una respuesta.
Más que acobardarse, él se limitó a intentar comprender el juego.

Mi sultana, puede contar con toda mi discreción.

Finalmente acordaron un pacto de silencio. Iskender aga regresó al palacio del sultán, dentro del carruaje junto a Halil Pasha y la sultana Dilruba. En completo silencio, en completa incomodidad.



Era pasado medio día cuando Iskender no pudo más con la curiosidad. Se sentía intrigado por lo que ocurría a su alrededor y necesitaba entender. Quería respuestas.

Se acercaba al pasillo de los guardias con una bandeja. Cargaba vasos y vino de uva, los había conseguido de la cocina del harén, supuestamente para él y la sultana Ayse.

Buenas tardes, Riza aga. —Iskender saludó al guardia fuera de la puerta. –En el harén celebraron un asenso, Jennet Kalfa les envía esto.

La botella estaba llena, e Iskender se la había entregado a un único guardia que resguardaba a Gokhan al interior del cuarto. Él sabía que ambos beberían, nadie en ese lugar podría rechazar el licor.

Esperaba pacientemente a que se embriagaran. Los guardias acostumbraban a comer poco durante el día, a diferencia de los príncipes, sultanas y agas.
Cuando se asomó por el pasillo y vio al guardia somnoliento, supo que era su oportunidad.

No te ves bien, Riza. Voy a llamar a Jennet.

–No, no, aga, por favor.

Estaba evidentemente mareado. Se apoyaba en la pared y se le entrecerraban los ojos.
Iskender lo tomó del brazo y lo jaló para caminar por el pasillo.

Iremos a buscar comida para ti. El alcohol no te sienta bien.

–No puedo. Mi lugar está aquí. —Se rehusó a moverse de allí.

Iskender comenzaba a molestarse. Necesitaba quitar a ese guardia para entrar con Gokhan.

Yo iré por comida para ti.

Caminaba hacia el pasillo siguiente y se escondió en la esquina. El guardia lo había seguido con la mirada pero ya estaba distraído. Iskender tomó una moneda y la arrojó hacia el final del pasillo. El guardia se distrajo y le dio la espalda, él aprovechó de correr hacia él y golpearle la cabeza.

Miraba nervioso a su alrededor. Si aparecía alguien en la esquina y lo sorprendía arrastrando un cuerpo hacia el interior de un cuarto, sería el fin de su plan.
Cerró la puerta dejando al guardia encerrado. Suspiró y se arregló el cabello y la ropa.

Estaba abriendo la puerta del cuarto de Gokhan con cuidado. Se asomó hacia el interior y lo vio sentado en el suelo, mirando hacia su balcón. Iskender entró y cerró la puerta.

Gokhan. —Dijo llamando su atención.

–¿Qué? —Gokhan se volteó confundido. Estaba ebrio y tenía la botella vacía junto a él.

¿Te encuentras bien? Déjame ayudarte.

Gokhan aga estaba destrozado. Lloraba desconsolado y sollozaba. Iskender se sentó junto a él y lo miraba sorprendido. Gokhan negaba en silencio con su cabeza.

Iskender... Iskender... —Repetía en voz baja. –Es una traidora, ella lo es.

–¿Qué? ¿Quién es una traidora?

–Ella lo es. Ella es una maldita, una traidora. Intenta separarte de tu hermano, el te quiere como a uno.

–¿Cuál hermano? ¿Hablas de mí?

No le daba respuestas a Iskender y eso lo estaba poniendo ansioso. Por más que le exigía que lo dijera, Gokhan solo lloraba y se quejaba.

–Se metió con mi familia, ella lo hizo, con mi familia...

Estaba inclinado hacia Iskender y se apoyaba en su hombro. Era extraño para él sentirlo tan cerca. Podía percibir su olor, la textura de su cabello y su piel. El aga junto a él, estaba sufriendo.



Estaba atardeciendo y el frío había aparecido. Gokhan estaba recostado en su cama e Iskender había encendido el fuego en la chimenea. Puso el salva chispas frente al fuego y acomodó una silla para estar girado hacia Gokhan.

Estaba despierto, mirando hacia la pared. Intercambiaron miradas un par de veces, con incomodidad.

¿Cómo te sientes? —Preguntó Iskender.

Puedes largarte cuando quieras. —Respondió tajante.

No, hasta que hables conmigo. Mira el estado en el que te encontré.

Se quedaron mirando fijos y serios. Gokhan se acomodó en la cama para quedar sentado.

–Fue el vino, no yo. Me sensibiliza.

–¿El vino te hace llorar desconsolado y abrazarme?

–No vuelvas a repetirlo en voz alta, ¿Quieres?

Iskender se levantó de la silla y se acercó a la cama. Se sentó cerca de los pies de Gokhan.

Mencionaste un hermano, que alguien me quería. ¿Estabas hablando de alguno de los príncipes? —Iskender lo miraba fijo. –Háblame Gokhan. Dijiste muchas cosas y necesito saber.

–No sucederá. —Dijo tajante.

De pronto, sintió un fuerte dolor de cabeza. Estaba mareado, cerró sus ojos con fuerza y se concentró en aliviar el dolor masajeando su cráneo. Veía la sala del médico, y eran esas voces otra vez, esas malditas voces.

Solo quise ver si estabas bien. —Dijo cerca de la cama. Podía sentir que estaba apoyado en ella, muy cerca suyo. Distinguía que era una voz masculina. –No tengo idea de qué hago aquí aún... yo te odio, o al menos... se supone que lo hago.

Pudo ver que el individuo sufría. Era una voz de alguien totalmente quebrado por dentro. Escuchaba sorber su nariz y cómo se secaba las lágrimas del rostro.

Se supone que te odio, por todas las veces que me has abandonado, Iskender. Han sido bastantes, y yo... espero que te recuperes. Será mejor que me marche, nadie debe verme aquí.

La piel se le erizó cuando la idea de quien pudo ser llegó a su mente, pero la dificultaba creerlo, no tendría ningún tipo de sentido. Iskender creía que quien lo había visitado lamentándose, era el príncipe Mehmed.

Príncipe Mehmed. (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora