"Las Altas Montañas" (7x04)

65 10 2
                                    

Bulent Aga.

Froto mis manos intentando que se descongelen la punta de mis dedos. Vamos regresando desde unos riscos del otro lado de la Montaña en la que se encuentra el Regimiento. Bajamos por un sendero resbaloso con un poco de plantas verdes en los lados, y unas pequeñas flores que surgen entre las rocas, pero no hay alta vegetación o árboles. De todas formas no necesitamos sus sombras para protegernos del Sol y del sofocante calor que puede producir en el Valle, por que aquí arriba, lo que más se anhela es calor.

   –¡Dense prisa y vayan a las aguas!

El Aspirante de grado superior a cargo de nuestro grupo nos ordena ir a darnos un baño ya que luego tendremos que ir a los salones de estudio de contabilidad.

   –¿Qué tal sientes el cuerpo? —Pregunta Volkan. –El mío está cansado y sudado, pero aún doy para más, siento mis músculos apretados y con leve dolor.

Volkan me habla mientras va señalando zonas específicas de su torso por encima del traje.

   –Mmm, he estado peor. —Respondo breve. –Siento mis brazos muy cansados, no lo voy a negar, necesito dormir un poco también.

   –¿Mala noche?

   –Así es, dormí poco pensando en los nuevos Aspirantes.

   –¿Qué se supone que significa eso?

   –Me provoca nerviosismo darles órdenes y decirles qué hacer, como por ejemplo llevarlos a limpiar las heces de caballos a los establos.

   –¿Te pusiste tímido de pronto? —Dice poniendo su mano en mi hombro. Se la aparto de un golpe suave. –He escuchado que son más tontos de lo común ya que vienen de una zona que hablan otro idioma, hace ya tres días que están aquí, debemos darnos prisa en hacernos respetar o nos desobedecerán.

   –La mayoría de nosotros hablamos otro idioma originalmente, Volkan, tú incluido.

   –Si, pero es extraño, en una semana ya lograba entender lo que me hablaban los secuestradores siendo que nadie me enseñó.

   –¿Una semana? Yo en un día ya lograba responderles en su lengua. —Digo a modo de burla.

   –¿Un día? No juegues conmigo Bulent, ¿Un día?

Ambos reímos y continuamos el descenso, la fortaleza del Regimiento ya se deja ver allí abajo entre la densa neblina.

Realmente me tomó dos meses entender y hablar su idioma. El primer periodo solo lloraba y quería regresar con mi familia, en Isla Brac, en el Mar Adriático.
Encarcelado en la bodega del barco que me transportaba junto con otros chicos más de mi edad, y recuerdo que solo podía dormir luego de llorar mucho y sentir mis ojos cansados. Comíamos muy poco, hasta que días después, arribamos al destino en tierra firme.

Los recuerdos se desvanecen cuando las grandes puertas de hierro en los muros se abren y hacemos ingreso a la fortaleza. Nos dirigimos a una sala grande en común junto al salón principal, con grandes agujeros rectangulares en el suelo que dan hacia unos pozos de agua caliente.

Todos nos quitamos las armaduras y trajes y las dejamos a un lado en unos bancos de madera contra la pared. Sin ningún pudor de nuestros trabajados cuerpos todos conversan entre todos estando desnudos aún sin entrar al agua.

Siento la mirada de un chico entre todos los demás. Alguien un poco menor que Volkan y yo, que nos observa desde las bancas, aún con su armadura puesta.

   –Me parece que aquel chico no se atreve a desvestirse. —Dice Volkan retrocediendo de entrar al agua.

   –Lo mismo estaba pensando. —Respondo viendo directo al chico novato. –Me da la impresión que es de los nuevos reclutados.

   –¿Crees que hable nuestra lengua?

   –Comprobémoslo.

Ambos nos acercamos al chico esquivando a todos los otros que pasan frente a nosotros en cualquier dirección, el salón se encuentra lleno.

   –Buen día. —Lo saludo. Solo nos queda viendo asustado sin responder.

   –¿No vas a responder? Somos superiores a ti.

   –Basta Volkan, vinimos a ayudarlo, no a asustarlo.

   –Mira su rostro, ya se encuentra asustado.

   –Sé amable, ¿Si? —Le digo serio. Regreso al chico asustado. –Ponte de pie y voltéate.

Acata mi orden y le desamarro el traje de la espalda y lo jalo hacia arriba. Quedando solo con una delgada camisa que se trasluce por el sudor que provoca la habitación temperada.

   –Al parecer estás desarrollado. —Digo sonriente.

   –¿Desarrollado? —Responde tímido aún de espalda a nosotros. –¿Qué puede eso significar?

   –Que tienes una gran espalda y piernas gruesas, ¿Seguro que eres de los reclutas nuevos?

Voltea para hablarnos de frente. Le levanto la cabeza con mi mano en su mentón para que deje de estar cabizbajo.

   –¿Oh, puedes hablar nuestra lengua? —Dice Volkan.

   –Claro que lo hago, llevo mucho tiempo en este territorio.

   –¿De qué lugar provienes? —Pregunto mientras le jalo la camisa y le quito las muñequeras, quedando finalmente desnudo. –Ahora si estás apto para darte un baño, ¿No pretendías hacerlo con el traje puesto o si?

Se limita a reír mirando el suelo, pero es una sonrisa amena y real.

   –Oye novato. —Habla Volkan. –Me agradas, yo soy Volkan y este es Bulent.

   –¿Este es Bulent? —Lo miro de reojo. Me responde con un guiño.

   –Me llamo Bekir, vengo de Zadar, al Noroeste de estas tierras.

   –¿Zadar? —Pregunto luego que llamara mi atención su respuesta. –¿En el Mar Adriático?

   –Así es, ¿Cómo lo sabes?

   –Vengo de una Isla en una región cercana, éramos muy cercanos en territorio al parecer.

El muchacho sonríe con naturalidad y nos indica ir a las aguas termales. Caminamos juntos y nos adentramos en las tibias aguas.

   –Oh, esto es maravilloso. —Dice Bekir con sus ojos cerrados y el agua hasta el cuello. –Lo mejor que he sentido en meses.

   –Es grandiosa esta sensación, verdad.
Responde Volkan frotando su cuerpo con un trapo.

   –No hagas eso aún Volkan. —Le reclamo. –Déjame disfrutar del agua limpia aun que sea un momento.

Con mis ojos cerrados escucho la risa de ambos unirse en una sola. Bekir y Volkan parecen llevarse bien, supongo que no me molesta haber tenido un buen gesto con el chico nuevo. La vida en este lugar es demasiado cruda como para maltratarnos entre nosotros mismos.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now