"Una Reunión Para Dos" (4x09)

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Príncipe Mehmed.

Me incomoda tanto pensar en ver a mi Padre a la cara otra vez. Puedo recordar su mirada con decepción antes que me golpeara.

Su ira y enojo por yo haber sido su hijo, lo desahogó con sus golpes.

Ruego a Alá que la decepción de mi Padre acabe ahí, y no más allá. Mi final nunca lo he imaginado siendo ejecutado por ordenes de mi propio Padre o alguien de mi familia, cualquiera que me escuche pensaría que es absurdo, algo así como si Ayse u Osmán me asesinaran, pero hasta en las mejores familias hay traiciones y con base a eso que no puedo confiar.

El carruaje avanza haciéndonos sentir todas las deformidades del camino, Ayse va concentrada viendo por la ventana y Jennet continúa hablando sola diciendo que todo esto es pésima idea y que si nuestra Madre se entera la asesinarán.

¿Se han dado cuenta que todo el tiempo hablamos de muertes? —Digo molesto. –Ya basta Jennet.

–Príncipe, Sultana, espero que ustedes se hagan cargo si su Madre nos sorprende.

Cuando abrí mis ojos recordé enseguida que intenté morir, creía que Iskender estaba muerto, Isak Efendi perdió la vida, el Gran Maestro también y por poco, nuestro Padre casi le sucede lo mismo. ¿Jennet, no te cansas de todo esto?

–Bueno Príncipe, yo tuve una vida muy pobre antes de vivir en el Palacio, carencias abundaban en mi vida, y para mí, llegar al Harén fue un cambio importante.

–¿Al Harén dices, Jennet? —Dice Ayse integrándose en la conversación.

Claro que sí muchachos, hoy yo ocupo un cargo importante dentro del Palacio, pero yo estaba destinada a ser una Sultana.

Ayse y yo intercambiamos miradas.

¿Sultana Jennet? —Dice Ayse con leve tono burlesco.

No te rías niña, la vida se encargó de hacer pagar a quienes me lastimaron.

–¿Pero qué sucedió? —Pregunto.

Yo era una de las favoritas del difunto Sultán, pero mi rostro fue quemado con veneno en mi almohada, desde entonces el ya nunca más me miró.

Nos vemos en silencio, el cual permanecería hasta finalizar el resto del viaje, pero en ningún momento llegando a ser incómodo.


Esperando a solas dentro del carruaje mis manos comienzan a sudar. Ayse y Jennet hablan con los guardias en la entrada de la Fortaleza, por lo poco que alcanzo a oír, están logrando convencerlos de que mi Madre nos autorizó.

Me abren la puerta y bajo lento a la húmeda tierra y deteniendo mi caminar frente a ambas puertas de la Fortaleza.

El hogar de Iskender... —Susurro al aire, dejando salir mi respiración con fuerza y con ello una columna de vapor que se pierde en dirección al cielo negro que nos cubre.

Camino junto a ellas hasta el interior de la casa, los guardias cierran las puerta desde fuera haciendo retumbar ese estruendo por cada pasillo y rincón de la enorme casona.
Los tres nos miramos en silencio y asustados.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now