"Culpabilidad" (6x20)

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Príncipe Mehmed.

Me encuentro sentado en una de las colinas más altas de la Colina del Sultán, a solas, admirando un nuevo amanecer del otro lado del Valle y el Mar.

Un nuevo amanecer en el que ya fueron suficientes asesinatos en los que me vi involucrado, puedo decir que soy un asesino, es lo que soy, y me tomó un par de días asumirlo desde el momento en que escuché a Tarkan tan desgarrado por la muerte de Ruzgar.
Sus gritos... Y su furia, su ira.

Todos se preguntan qué fue lo que sucedió, y yo no puedo hablarlo con ellos, con nadie. Nadie es digno de mi confianza como para revelar que aquel jovencito que falleció luego de una pelea en el Cuartel, fue realmente para acallar un secreto que pudo destruir a Berker y también a mí, como Príncipe.

No me he animado a ver a Berker Aga luego de lo sucedido. Lo único que puedo pensar es que no soy yo quien lo extraña, es mi cuerpo.
Cada vez que pienso en la forma en que sus besos caían en mi piel, mi cuello y en mi pecho, se me aprieta el estómago y me dan ganas de correr a verlo y abrazarlo, solo quiero tocarlo.
Mi corazón aún herido, que repite la situación de Berker pateando sus manos con tanta violencia y decisión, no puso en duda nada antes de callarlo para siempre y así asegurar su propia vida y estancia en el Cuartel y el Imperio, no lo dudó.

Si tan solo pudiera hablar con alguien, me siento tan solo, como años atrás cuando aún Tarkan Iskender no arribaba al Palacio.

Aquella noche siguiente del incidente fui incapaz de dormir a su lado, y yo sé que le molestó que no lo consolara, pero no podía intentar quitarle la pena de algo que yo mismo provoqué. Y al día siguiente tuvimos una conversación un poco extraña.
Nos encontrábamos en la mesa de mi balcón comiendo cuando comenzó el interrogatorio.

¿Donde estuviste todo el día ante ayer? —Dijo con la mirada perdida.

Ya lo sabes, en el Cuartel con Yigit, Bulent, Eren y Ruzgar.

Dije esa tonta respuesta sin saber lo que realmente sucedía. Berker mencionó que se encontraban entrenando en las montañas, y yo tuve tantas ganas de visitar al Pelirrojo, que ignoré cualquier advertencia que pudo darme la vida.

Yigit, Bulent, Eren y Ruzgar siempre tendían a ausentarse de aquellos entrenamientos para ir al Palacio de visita, y exactamente eso sucedió el día del accidente.

¿Dices que estuviste con los cuatro chicos en el Cuartel? —Preguntó serio. –¿Estás seguro?

Su mirada se había posado en mí, cristalizada y apenada, su nariz temblaba de manera casi indistinguible y su boca la comprimía. Tenía la voz quebrada.

Yo asentí con firmeza y sin dudar de mis mentiras.
¿Le mentía a Tarkan? ¿A quien es capaz de dar su vida por mí?

¿Cómo es eso posible? ¿Hasta el anochecer?
Preguntó. –Si los tres estuvieron aquí, conmigo todo el día, solo Ruzgar estaba en el Cuartel, es imposible que estuvieras con ellos, ¿Cómo mientes tan descarado?

Sus palabras brotaban de su boca con mucha calma y desanimo, como si ya no tuviera fuerzas para discutir conmigo.

Me trabé con mis propias palabras, mis manos temblaban e intenté acomodarme la ropa para conseguir tiempo de decir algo, supongo que mi lenguaje corporal me delató e Iskender volvió a hablar.

¿Estabas con alguna chica? Eso explica el hematoma en tu cuello, alguien te besó muy apasionado.

Mi boca se enredaba al intentar hablar, no lograba hilar oraciones coherentes.

Fui incapaz de defender la situación, esto lastimó a Tarkan y también a mí, ya que creí tener todo bajo control pero solo fue una ilusión.

Lo dejé sólo en el Aposento y salí deprisa chocando con Murad un par de pasillos más adelante.

   –Vas distraído hermano, ¿Te encuentras bien? Estás llorando, como casi siempre, pero esta vez es diferente. —Dijo tomando mi mano.

   –Siempre que todo está marchando correctamente algo se encarga de poner todo de cabeza, Murad. —Suspiré tan fuerte luego de mis palabras que Murad dió un pequeño brinco.

   –No lloras de pena, lloras de frustración, ¿Peleaste con Tarkan?

   –Siempre algo sucede con él, ya es normal que tengamos problemas y discusiones.

   –Tienen sus propios problemas, y aparte los que suceden entre ustedes, es un gran peso el enamorarse de alguien, gran responsabilidad.
Dijo con sabiduría.

   –¿Dónde escuchaste eso que ahora me lo repites?

   –Lo vi en clases, estamos estudiando poesía, y siempre en las historias con un final trágico, pienso en Tarkan y en ti. —Su mirada se tornó oscura y fría. –Temo que algo malo les suceda Mehmed, siempre los ronda la muerte y la traición, tengo mucho miedo de perderlos a todos ustedes.

A pesar de su baja estatura y su voz infantil, las palabras salías de su boca con mucho temor, y madurez con respecto al mundo en el que vivimos.
Un mundo donde el poder y las adquisiciones sobrellevan nuestra existencia sin importar el daño que cause el lograr sus objetivos, a quien lastiman y quienes pierden la vida y su inocencia por resultado de malas decisiones confiando en quien no debemos.

   –Si no te equivocas escogiendo a quienes te rodean, estarás bien. —Le aconsejé. –Es simplemente que Tarkan y yo nos hemos equivocado en quienes confiamos.

   –¿En quienes han confiado?

   –Toda esta historia se remonta a incluso antes que nuestros padres nacieran, e incluso los de ellos, esta dinastía siempre se basó en decisiones y confianza, pero al menos mi historia, inició con la traición de Gokhan Aga, y desde ese punto en el que luchaba por liberarme de las penumbras de la tristeza y soledad en mis Aposentos, Tarkan llegó a mi vida, y yo puedo confiar mi vida a él y sentirme seguro, busca un Tarkan en tu vida y estarás a salvo, te lo prometo, pero escoge con sabiduría, ¿Lo entiendes?

Esas mismas palabras que le dediqué a mi pequeño hermano Murad, fueron las que yo necesité cuando tuve su edad y nadie me las dijo.
Llegar a la madurez significa tomar los traumas y errores que cometimos en algún punto y enseñarle a los demás lo que deben hacer para evitar caer en eso.

Un viento algo frío comienza a aparecer desde las montañas hacia la Colina en la que estoy sentado.
Creí que la soledad era mi compañía, hasta que escucho su voz detrás de mí, provocando calidez en mi alma y algo de tranquilidad y paz.

   –¿Podemos conversar? —Dice apareciendo por detrás de mí.

   –Hola Berker.

Luce muy serio y apagado. El viento agita sus cabellos anaranjados y hace flamear su ropa con cierta brusquedad.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now