"Un Perdón Para El Aga" (4x05)

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Tarkan Iskender Aga.

   –Te mataré a ti y a tu familia. —Phelippe dice serio.

Todos nos vemos en silencio, los árboles suenan y el viento flamea nuestras ropas.
Isak Efendi observa la tierra debajo de nuestros pies. Meditando, pensando.
Phelippe lo mira analizando cada movimiento de su rostro, mientras Iskender pasea su mirada entre todos los presentes, como si mil ideas pasaran cada segundo y otras mil opciones de cómo todo esto podría resultar mal, su mirada está demostrando mucho nerviosismo.

Me acerco a él para demostrar así que tiene todo mi apoyo.
Nos vemos a los ojos y él asiente con su cabeza comprendiendo la intención.

   –¿Lo pensaste Isak? —Phelippe rompe el tenso silencio. –Vamos, ya responde de una vez.

   –¿Prometes darles una mejor vida? Es la única manera en la que podría entregarme.

   –Yo cumplo siempre mis promesas, siempre lo hago, no tienes nada que temer, eres un hombre sabio.

Una vez cerrado el trato entre Isak Efendi y el Príncipe Phelippe, es cuando puedo sentir un pequeño rayo de Sol en toda esta tormentosa oscuridad.

Isak nunca se podrá atrever a culpar a las Sultanas, y siempre lo negará todo, a pesar de lo que nosotros podamos llegar a decir, él nunca nos dará la razón, pero lo que sí, es que está dispuesto a culparse por el atentado, y todo a cambio que Phelippe, ayude a su familia hasta el final de sus días.

Me parece un acuerdo justo, querer desenmascarar a Dilruba y Halime ya es avaricia, solo necesito el Perdón del Sultán para regresar al Palacio y estar con Mehmed otra vez.

¿Estás listo para partir? —Ayse aparece por la puerta. –¿Estás nervioso? Debes guardar...

–Guardar la calma, lo sé. —Termino su oración.
Gracias Ayse, por haber vuelto, ya te debo mucho y realmente no sé cómo pagarte. Necesitaría mil vidas para poder llegar a hacerlo.

–Eres muy importante para mí. —Se acerca unos pasos. –Eres mi esposo, ¿Cómo vas a regresar conmigo a Egipto estando muerto?

La miro en silencio estupefacto por su respuesta y sonrío para no verme descortés.

Andando, se nos hará tarde, ya se adelantó la primera caravana de guardias que anunciarán mi llegada. —Dice Phelippe asomado.

Nos alejamos del lugar y subimos a los carruajes listos para regresar al Pueblo.


Todos se detienen ante las grandes puertas de entrada, los guardias le dan la bienvenida a el Príncipe Phelippe y nos hacen ingresar. Intento mirar hacia otra dirección por la incomodidad que puedan reconocer mi rostro y ser detenido otra vez.

Voy junto a Ayse y algunos hombres de Phelippe, y él va con Isak Efendi en el otro carruaje.

   –Todo saldrá bien, te lo prometo. —Dice Ayse.

Bajamos de los transportes y caminamos por los pasillos del Palacio, nos adentramos en él y atravesamos el Harén siendo seguidos por las miradas de todas y todos.

Debe ser un espectáculo para ellos. Los murmuros llenan la habitación, por supuesto, la Sultana Lastimada, el Aga Asesino y el Príncipe de España y Portugal, claro que somos un espectáculo, y uno grande.

Jennet se une a nosotros junto con Hatchi Aga, llegamos a los Aposentos de el Padre de Ayse y hacemos ingreso. Su rostro demuestra toda la molestia e ira que su corazón guarda, apenas unos pasos dí dentro y comenzó el griterío.

   –¡Pero qué hace este traidor en mi Palacio!
Grita el Sultan Ahmed sin siquiera permitir reverenciarlo. –¡Denme mi espada! ¡Le cortaré el cuello aquí mismo!

El guardia le acerca su espada y la desenfunda, Ayse da un brinco y con sus manos extendidas detiene a su Padre que ya tiene la espada en el aire, listo para atacar.

   –Basta Padre, estamos aquí por una injusticia enorme cometida contra de mi esposo.

   –¿Tu esposo? ¿Aquel chico incapaz de respetarte? —Veo sus ojos y emanan furia. Hizo un remarque en la mención del respeto hacia Ayse.

   –No por que lo hayan acusado de intento de asesinato significa que me faltó el respeto, Padre, por favor controla tus palabras.

   –¡Basta! Yo soy el Sultán del Mundo, él y yo sabemos perfectamente de qué estoy hablando, y no es sobre los cargos en su contra.

Entre palabras me dirigió una mirada certera y precisa en base a lo que estaba hablando.
Él y yo tenemos una conversación pendiente, y eso sucederá si salgo con vida de aquí.

   –Padre mío, Sultán Ahmed Khan, Madre, Sultana Kösem. —Ayse comienza a hablar. Volteo a ver a Kösem, cuya presencia acabo de notar en el cuarto.
Hemos venido hoy, yo regresé de Egipto e Iskender regresó de su guarida, para hablar con ustedes con la verdad por delante, Alá y solo Alá sabe que lo que decimos es cierto. Mi esposo no intentó asesinarte Padre, y tampoco asesinó al Gran Maestro.
Todo esto fue llevado a cabo por un sujeto, un judío que ayudó con tus medicinas al Maestro, aquel hombre que nosotros trajimos para que te confiese la verdad, aquel hombre que probará la inocencia de mi esposo Tarkan Iskender. Quien yo te pido como Sultana, le concedas tu Perdón. La Justicia Imperial debe ser siempre justa, verdadera y leal a nuestras costumbres, es lo que corresponde.

Todos permanecen en silencio largos minutos, no dicen ni una sola palabra, solo recorren la habitación con sus miradas y también se ven entre ellos.
Es ahí cuando los Agas hacen ingresar a Isak y lo ponen frente al Sultán.

   –Vamos habla, quiero que me digas por qué intentaste envenenarme. —Dice Ahmed molesto. Ante la nula respuesta de Isak comienza a gritar.
¡No nos hagas perder el tiempo! ¡Dilo de una vez!

   –Por favor, su Majestad, no me asesine, yo intenté matarlo, yo y nadie más que yo... Tengo familia, yo tengo una familia que cuidar...

No alcanzó a decir una sola palabra en su defensa, y nuestro Sultán tomó la espada de su guardia más cercano, y desplazó el filo del metal con gran precisión y fuerza a través del cuello de Isak Efendi.

La sangre ensució el brillo de la espada, las alfombras del suelo y también nuestras vestimentas y rostros.

Su cabeza rodó hasta detenerse bruscamente en la pared.
Phelippe, Ayse y yo vemos horrorizados la situación. Sintiendo las gotas líquidas en mi frente y mejillas.

Esperando que Alá no permita que su Majestad haga lo mismo conmigo ahora mismo, Ayse tiene sus piernas en posición de saltar frente a mí ante cualquier movimiento de su Padre.

Todo es una incertidumbre, Isak Efendi se culpó y nuestro Sultán tardó dos segundos en creerle y matarlo. Ni si quiera lo dudo, ni si quiera preguntó, él solamente se apegó a su convicción más lógica y actuó.

El Sultán me envió a ejecutar por que sabe cosas. Él sabe cosas y su respuesta es la ejecución para evitar más problemas y traiciones.
Para ellos soy un desconocido quizás, pero él apunta sus armas a las personas equivocadas, no somos ni Ayse, ni Phelippe, ni yo, si no el resto de su familia.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now