"Un Gran Corazón" (5x04)

248 29 2
                                    

Tarkan Iskender Aga.

Aquella enorme embarcación, con hombres gritando y dándose órdenes entre si, se hacía cada vez más inmenso, a medida que se aproximaba a mi pequeño bote.

Alá me permitió despertar a tiempo de poder saltar. Me salvó una vez más, su fuerza y voluntad.

La angustia me superaba, me hundía en el agua, solo descendía en las capas del Río, viendo la superficie alejarse y adentrándome en un enorme agujero muy oscuro, con la sensación de que nada se encontraba debajo de mí.

Me encontraba resignado a que no lograría mi misión, pero, pensé en todo el dolor que causaría si yo me ahogara ahora mismo.

Nadie lloraría por mí, mi muerte se vería opacada por la ejecución de todos los hijos de la Sultana Kösem y el Difunto Sultán Ahmed, estaría dejando el camino libre a la desquiciada de Dilruba y su Madre, de hacer con Kösem y sus hijas lo que a ellas les de la gana, podrían exiliarlas al desierto sin una sola moneda de oro, o venderlas de forma ilegítima como esclavas.

Los albergues se cerrarían, y nadie recordaría sus nombres. No me permitiría continuar viviendo junto a Mehmed, todo lo que Alá nos depara hacia el futuro, comprendo que no podía dejar que el final fuese así, debía luchar.

De manera repentina logré coordinar mis brazos y también mis pies y comencé a avanzar sumergido en el agua, y nadé hacia la superficie.

Salí del agua oyendo el crujido de las maderas del bote siendo aplastadas por el barco, no me animé ni un poco a voltear a ver la desastrosa escena.

Una vez en las rocas, me ubiqué de espalda sobre una de ellas. Las lágrimas se mezclaban con el agua cayendo de mi cabello y mis quejas son ocultas por el fuerte oleaje.

   –¿Muchacho? —Dice alguien sacándome de mis pensamientos. –¿Te encuentras bien? Ni si quiera sé por qué pregunto si evidentemente estás terrible.

   –Quiero ir al albergue de la Sultana Kösem.
Digo apenas.

   –Todos queremos ir allí, es la única que se preocupa por nosotros. —Responde.

Abro los ojos y veo a dos hombres adultos algo sucios de pie junto a mí.
Se acercan cuidadosamente a mirar mis rasguños y la sangre que sale de mis heridas.

¿Cómo sigues con vida? Pareciera que te pasó un barco por encima. —Ríe con indiferencia.

Me suben a una camilla improvisada y me cargan a través del pasadizo de mercantes.

Las personas me observan con rareza en sus rostros, como si jamás hubiesen visto un herido o un enfermo. "Qué tanto miran, tontos" fueron palabras que aparecieron en mi mente.

Tras avanzar un largo trecho se subidas y bajadas, y doblar en esquinas tras esquinas, nos acercamos a unas grandes puertas de una edificación antigua pero fuerte.

Las puertas se abren y me dejan junto a una señora.

   –Déjame ver tus heridas muchacho, ¿Qué te hiciste aquí? —Dice amable. Comienza a limpiar mis heridas y a aplicar polvos calmantes.

Príncipe Mehmed. (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora