"La Intervención De Ayse" (4x04)

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Sultana Ayse.

Pero hija, acabas de regresar y ya vas a salir del Palacio. —Mi Madre suplica que me quede.

¿Crees que beberé el té contigo mientras mi esposo se encuentra prófugo y mi hermano no puede moverse de esa camilla? Los que provocaron todo esto, lo pagarán al precio más alto posible, yo sé que Iskender es inocente y lo voy a demostrar, sin importar lo que tú puedas decirme, Madre.

Le respondí tan convencida que ella simplemente se silenció y asintió con su cabeza.

Procura cuidarte, ¿Si? —Toca mi mejilla.
Mi Ayse... Mi pequeña guerrera, que ya es toda una mujer.

Solo estoy siguiendo mis instintos, debo buscar a Iskender, él está solo ahí fuera, ¿Y si lo encuentran los rebeldes? ¿Y si lo atacan los que se oponen al Palacio? Iskender desconoce todo eso, hay todo un mundo allí fuera.


El carruaje se acerca a la cabaña en la que se encuentra Iskender con Phelippe.
Una vez abajo, camino hasta la pequeña construcción y abro la puerta. Ambos se quedan viéndome para luego acercarse.

Hablé con mi Madre. —Iniciamos la conversación. –Fingí que no sabía qué sucedió y ella me lo contó todo, en el Palacio eres un criminal Iskender.

Baja su mirada desanimado y Phelippe voltea a verlo.

¿Y Mehmed? —Pregunta mi esposo. –¿Él cómo se encuentra?

Iskender jamás puede saber que mi Padre golpeó a mi hermano de manera tan brutal. Según dice mi Madre él logró despertar del golpe causado por la caída de su balcón, pero nuestro Sultán lo golpeó tan fuerte que nuevamente su mente se apagó, y es por eso que él continúa inconsciente.

¿Qué pudo suceder? Mi Padre no es un hombre violento, o al menos no se le conoce por eso, no es su característica más destacable.
Mi Madre dijo que fue una discusión fuerte pero jamás mencionó el por qué, por más que le pregunté ella solo lo evadía, no quizo decírmelo, lo está ocultando.

Sigue inconsciente. —Respondo finalmente. Me acerco a él y lo abrazo para entregarle un poco de contención. –Vamos cariño, debes tranquilizarte, el futuro que Alá nos depara es mucho más iluminado que todo esto, este no es el final, aquí no acaban las cosas, te prometo que todo mejorará, esto es solo un oscuro capítulo de nuestras vidas, solo será un mal recuerdo, eso y nada más.

–Tu esposa tiene razón Iskender, guarda la calma y no te impacientes, todos estamos molestos por este atentado en tu contra, te inculparon, esperemos que mis hombres encuentren a Isak Efendi pronto y lo traigan aquí, con nosotros.

–¿Qué medidas tomaste? —Pregunto dejando a Iskender a un lado y dirigiéndome a Phelippe.

Mis guardias están en cada puerto, en cada camino y en cada mercado de Estambul, si ese hombre llega a salir, lo tendremos.

—Miro de reojo a Iskender y me dirijo a Phelippe.
–Te lo agradezco Príncipe, si no fuese por ti nada de esto tendría una salida esperanzadora, no sé qué estaría sucediendo ahora.

   –Estamos del mismo lado Sultana, no tienes nada que agradecer.

La conversación se ve interrumpida ya que se oyen gritos y forcejeos fuera de la cabaña.
Intercambiamos miradas sin entender qué sucede y salimos a la pequeña terraza de madera. Los guardias de Phelippe se acercan con un sujeto con una capucha cubriendo su cabeza, lo empujan con fuerza y cae de rodillas frente a nosotros.

Iskender y Phelippe ponen sus manos en las fundas de sus dagas listos para sacarlas y defenderse si es necesario.

Príncipe, lo hemos encontrado. —Dice uno de los sujetos.

Miro a Iskender y sus ojos brillan de emoción mirando al hombre arrodillado.
Le quitan la capucha, dejando ver su adulto rostro, algunos cabellos blancos y arrugas en sus ojos.

¡Isak! —Grita Iskender. –Maldito desgraciado, eso es lo que eres.

–Quienes son ustedes, ¿Qué les he hecho yo?

–¿No me reconoces? —Se arrodilla frente a él.

Oh, cómo olvidar al asesino del Gran Maestro, eres una bestia.

–¡Cómo te atreves! —Intervengo y grito en su cara. –Todos aquí sabemos lo que hiciste Isak Efendi, eres un traidor del Imperio Otomano, lo pagarás, de eso nos encargaremos, pagarás el precio más alto posible por habernos traicionado de esa manera.

–Quiero que le digas toda la verdad.
Ordena Phelippe. Desenfunda su daga y la posiciona en su cuello. –¡Responde!

Lo golpea en el estómago provocando su llanto y que se queje de dolor.

¡No me lastimen por favor!

–¡Entonces responde! ¡Por qué trabajas con las Sultanas! Vamos a ir con nuestro Sultán y le contarás que tú intentaste envenenarlo y no Iskender.

–No puedo... —Llora el hombre. –De verdad que no puedo... Ellas asesinarán a mi familia si hablo... No puedo permitir que eso suceda...

–Y si no nos ayudas yo mismo te asesinaré. —Lo amenaza el Príncipe. –Lleguemos a un acuerdo Isak Efendi. De todas maneras serás decapitado, si dices la verdad y también si no la dices, y es lo justo, por lo que hiciste. Pero yo, Príncipe Phelippe de España y Portugal, hijo del Rey Phelippe III y de la Reina Margarete von Österreich, le daré una buena vida a tu familia, que son inocentes de tener un integrante tan repudiable como tú.

–¿Esa es tu familia? Malditos españoles, regresa a tu reino y no estorbes aquí en este Imperio.
Responde aún arrodillado y con toda la soberbia del mundo.

¡Vamos Efendi! —Digo molesta acercándome a la altura de Phelippe. –¿Piensas cooperar con nosotros, si, o no?

Se queda mudo unos segundos mirando a la nada, hasta que finalmente responde.

No.

Haciéndome sentir toda la impotencia que he arrastrado desde que todo comenzó, recordando a todos aquellos que repudio y que nos han lastimado y obligado a vivir una vida llena de trabas y desesperanzas.

Demostrar la inocencia de Iskender es lo único importante por ahora, y la última frase de este sujeto resulta mucho más frustrante de lo que pude imaginar, lamento haber tenido un escenario tan optimista en mi mente antes de todo esto.
Realmente lo lamento.

Príncipe Mehmed. (Gay)Onde histórias criam vida. Descubra agora