"La Excavación" (7x12)

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Bulent Aga.

   –Abre ya los ojos Bulent, por favor. —Dice Bekir.

Intento abrirlos pero me es imposible. Estoy tumbado en mi cómoda cama, realmente no lo es, pero así se siente hoy, como lo mejor del Mundo.
Bekir jala las mantas y me sacude los hombros.

   –Déjame Bekir, estoy cansado. —Le respondo.

   –Cansado estarás cuando te enteres de a dónde vamos. —Dice jalando mi brazo.

Logro abrir mis ojos y la luz me enceguece. Mi cabeza duele y da vueltas.

   –Te sientes bien por que vomitaste todo, Bekir, pero yo no, y estoy pagando el precio.

  –El precio lo pagarás cuando vayamos a la construcción.

   –¿Construcción? —Me incorporo de golpe. Bekir se sienta junto a mis pies.

   –Es la orden del Comandante, debemos usar estas ropas e ir hasta la construcción del otro lado del risco.

   –¿Dónde está Volkan?

   –Salió a tomar aire, tiene náuseas.

Me quito las prendas con las que dormía y comienzo a ponerme lo que Bekir trajo. Es de una tela bastante incomoda, y sus terminaciones me dan comezón.

   –Esto es incómodo. —Me quejo.

   –Lo es, ya tengo irritación en la zona de la piel de la espalda. —Ríe apenas.



El sendero de asenso es bastante ancho, a un lado hay un enorme precipicio que llega al vacío mismo, solo se ve neblina abajo, Bekir camina más próximo a él. Del otro lado la enorme montaña rocosa se alza sobre nosotros, Volkan camina de ese lado. Ambos van muy concentrados, sumergidos en sus pensamientos.
El frío es tal que por cada palabra sale una cantidad exagerada de vapor. Temblamos levemente de frío cada ciertos pasos.

   –¿Construcción de qué cosa? —Pregunto. –¿Por qué tanta edificación aquí arriba? ¿Cambiarán todo lo bello, verde y caluroso de allá abajo por el feo, gris y frío de aquí arriba? Es absurdo.

   –El Comandante dijo que es una armería con mayor capacidad y mejor seguridad de bodegaje. —Dice Bekir.

   –¿Cuándo dijo eso? —Le pregunto viéndolo de frente.

   –Estuvo con nosotros por la mañana, mientras tú dormías y Volkan luchaba por no vomitar frente a él.

Ambos miramos a Volkan.

   –¿Casi vomitas al Comandante? —Me río. –Eso hubiera superado todo lo que hemos hecho hasta el momento.

   –Claro que no quise vomitarlo, no mientas Bekir, el único que vomita eres tú. —Responde malhumorado. –Además, tengo el estómago débil por que no he comido bien, mi cuerpo soporta muy bien la bebida.

Miro a Bekir y tiene la misma expresión en su rostro que yo. Bajamos la mirada para intentar contener las burlas hacia Volkan.

   –Si claro. —Respondo, ambos reímos.

Continuamos el cansador camino junto al precipicio, entrando poco a poco en calor. Tras doblar en varios derrumbes y pasar un par de cuevas, finalmente logramos avistar la pequeña edificación al fondo de un terreno plano entre la montaña y el vacío.

   –¿Quién rayos diseñó eso en este sitio? —Pregunta Volkan.



Ya avanzado el día y después de trabajar moviendo los enormes bloques de piedra, el calor se apoderó de nuestros cuerpos. Nos quitamos las chaquetas de cuero y la sobre camisa, quedando solo con una camisa con mangas recortadas hasta el hombro.

Hay un montón de chicos más en el mismo estado que nosotros, sudorosos y cansados a pesar del frío que nos rodea. De cierto modo sentir esa brisa helada tiende a refrescar mi cansancio.

El enorme torreón comenzó a tomar forma una vez que llenamos los bloques del sótano y ya comenzando el primer nivel en la superficie. Tomó un tamaño considerablemente mayor al que tenía cuando apenas llegamos en la mañana.

En medio de los bloques, chicos de otra sección se encargan de añadir una especie de mezcla de barro o algo similar para darle adherencia. No estoy seguro pero eso escuché decir a uno de los otros muchachos.

   –Me estoy muriendo, Bulent. —Dice Bekir.

Lo miro riendo creyendo que era una exageración. Y al ver su pálido rostro y su notable desgano físico, me atrevo a creer que es literal.

   –Deja de picar y siéntate a un lado, nadie nos está supervisando.

Toma asiento junto a mí e intento ocultarlo con mi cuerpo mientras sigo estrellando la picota con toda mi fuerza en la muralla de piedra de la montaña.

Volkan se encuentra a seis chicos de distancia transportando los trozos grandes lejos del lugar para despejar y futuramente ampliar la construcción hasta esta zona.

   –¿Dónde descansaremos? —Le pregunto a un niño junto a mí.

   –En las cabañas de los trabajadores, junto al risco del Sur. —Responde.

   –¿Cuál se supone que es el Sur? ¿Por qué no solo me lo señalas? —Digo malhumorado.

Me indica con su dedo una curva alejada en sentido contrario a la Fortaleza de la que venimos.
De reojo miro si algún supervisor está cerca, y al notar la ausencia de todos, dejo mi herramienta de trabajo en el suelo y me dispongo a caminar a dicho lugar.

Risco del Sur. Logro divisar las varias cabañas y al acercarme un poco más, caigo en cuenta de que solo veo unas penosas construcciones de madera que seguramente se mojan todas en el interior cuando llueve, no tienen vidrios en las ventanas y muchas tienen las puertas caídas e incluso ausencia total de una. Pero son tantas como para albergar a todos los chicos de la construcción.

   –¿Dormiremos en eso? —Digo al aire desilusionado. –Seria mejor regresar a la Fortaleza...

Escucho pasos en la tierra tras de mí. Volteo nervioso de que un supervisor me reclame el por qué abandoné el trabajo, pero son Bekir y Volkan.

Déjame adivinar. —Dice Volkan. –Son nuestros Aposentos privados.

–Espero nos dejen escoger una. —Dice Bekir.

¿Escoger una? —Le pregunto. –¿Cuál prefieres, la que no tiene techo, la sin ventanas o la sin puerta? Ya que ninguna tiene ni si quiera dos de ellas sin que falte lo otro.

–Supongo que escojo la sin puerta, podemos cubrirla con una tela, las otras le faltan cuatro ventanas y quedaríamos a oscuras si cubrimos todo, no tenemos lámparas. —Dice Bekir.

Bien dicho, pequeño. —Dice Volkan. –Si descubren que dejamos de trabajar, de seguro nos permitirán escoger una cabaña cómoda a nuestro gusto.

–Tienes razón. —Digo riéndome. –Regresemos al trabajo y luego intentemos adelantarnos cuando llegue el momento del término del día, y correremos a tomar una de las cabañas con las especificaciones que ya hablamos.

Príncipe Mehmed. (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora