"La Desgracia De Las Gemelas" (8x11)

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Bulent Aga.

La mañana estuvo bastante fría. Nos hicieron levantar poco después que el Sol salió desde las montañas. El frío era notable ya que el césped y las flores tenían rastros de escarcha encima de ellas.
El desayuno estuvo cargado de carnes y mucha leche. "Un buen trabajador, debe comer lo suficiente" fueron las palabras del Padre de Melis y Emma.

Salimos al campo a recoger la arena negra y devolverla a su lugar, con palas y picotas arrastramos la tierra sucia y quemada, y dejamos la tierra nueva a la vista.

Volkan y Derrick acompañaron al señor a alimentar los caballos. Bekir, la ruda de Melis y yo, descansamos junto a un árbol tras terminar la tarea de las tierras.

¿Si sabes que puedes sonreír un poco verdad?

–¿Si? No me digas. —Responde seria. Su pelo trenzado está algo sucio por el trabajo hecho. Se encuentra sentada en una posición bastante masculina. –¿Qué tanto me miras? Deja de hacerlo o te golpearé.

–¿Por qué eres tan ruda? Eres hija de tu padre, no hijo, eres bastante tosca. —Le dice Bekir a Melis.

Son invitados en nuestra casa y además me insultas, estoy agradecida de haberlos recibido.

–Bekir no quiso insultarte. —Le hablo suave. –Él solo... Hace lo que hace, que es llegar y hablar.

–¿Eso acostumbras a hacer? Debiste decirlo desde un comienzo, no me hubiera ofendido.
Dice sarcástica.

No creí que te ofendieras tan fácilmente con esa apariencia tan dura. —Dice Bekir entre dientes. Melis finge no haberlo escuchado mientras bebe un largo sorbo de agua.

¿Tu amigo si sabe que pudimos morir todos ayer, verdad? —Pregunta mirando a Volkan a lo lejos. Le dedico mirada de duda y continúa hablando. –Hablo del vino del barril, ese es en especial altamente explosivo.

–¿Experiencia propia? —Le pregunto.

Experiencia propia. —Reafirma apretando los labios. –Cuando era niña... Bueno, más niña aún, dejé caer una vela al mismo tiempo que una botella de ese vino. —Se queda en silencio con la mirada perdida. Bekir tose para hacerla seguir hablando. –Explotó esa ala de la casona.

–¿Solo con la botella? —Pregunto asombrado.

¿Cómo sobreviviste a eso? —Pregunta Bekir.

Ella niega con la cabeza.

No lo hice... No sobreviví. —Dice en tono triste y fingiendo que flota en el aire. Bekir y yo la miramos atónitos y ella suelta largas y estrepitosas carcajadas. –No puede ser, son muy crédulos, ¡Crédulos!

–Graciosa, muy graciosa. —Dice Bekir levantándose del suelo. –Puedes seguir riéndote a solas, vamonos Bulent.

   –Nos encontramos perdidos, quien sabe dónde y encima tú te burlas de nosotros. —Le hablo a Melis. Le estiro mi mano para levantarla del suelo y caminamos regreso a la casa. –¿Qué hay al norte? ¿O al sur? ¿Qué hay cerca de aquí?

   –Veles, un pueblo, nos encontramos al este de las montañas enormes que ustedes dicen.
Responde apuntando con el dedo para orientarnos. –¿De dónde dijeron que venían?

Bekir y yo intercambiamos miradas. No podíamos contradecir lo que explicamos la primera vez que contamos algún detalle de nuestra historia. La familia de Melis ha demostrado ser de fiar, dudo que nos delaten si se enterasen que somos desertores. aun que esa información puede ser contada más adelante, no hoy.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now