"Perder La Bondad" (6x08)

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Tarkan Iskender Aga.

Ya vístete, Mehmed. —Le alcanzo los pantalones.

¿No disfrutas de la vista? —Sonríe alegremente mientras ignora mi brazo extendido.

Debemos irnos, ya ha pasado mucho tiempo.

–Tu fuiste quien me convenció en primer lugar, de venir aquí a divertirnos.

Hago un recorrido por la despensa de la cocina viendo el desorden que dejamos.

Asumo la culpa, pero vístete y vamos a ver a tu hermana.

–A tu esposa. —Dice mordiendo su labio inferior.
A veces me gusta este juego de que nadie sepa lo que hacemos realmente. Que aburrido debe ser la diversión entre Osmán y Meleksima.

–¿Por qué me estás hablando sobre ellos? No me importan, solo me importa el tener claro el por qué me gustas tanto y de lo maravilloso que te ves sin tus prendas de Príncipe. —Digo coquetamente.

¿Verme sin las prendas, o quitármelas?

–Ambas. —Me acerco y lo beso. –Vístete, por que abriré esta puerta en cualquier momento.

Finalmente logro que se vista y cubra sus músculos con las prendas, a pesar de que me gusta lo que veo, pero es importante saber el estado de Ayse.

Es bastante desconsiderado que hayamos estado tanto tiempo encerrados aquí mientras Ayse sufría dolores de vientre.

Vamos, ya sal. —Dice Mehmed parado en la puerta de la cocina. –¿No tenias tanta prisa?

Caminamos por el pasillo rumbo a las escaleras, para luego continuar el camino hacia los Aposentos.
Golpeamos dos veces y la voz de la Sultana Kösem nos permite el ingreso.

Un plato se rompe contra la pared con violencia y los gritos nos ensordecen. No se oían desde afuera.

¡Mi bebé! —Grita Ayse. –¡Quiero a mi bebé! ¡Madre, mi bebé!

Mehmed y yo nos sorprendemos y caminamos para acercarnos. Ayse solloza y se lamenta tirada en un rincón golpeando la pared con la palma de su mano.

¡Tarkan! ¡Nuestro hijo está muerto! ¡Muerto!
Grita intentando alcanzarme siendo sostenida por su Madre. –¡Ahora ya nada los separa! ¡Pueden ser felices! ¡Vivan su felicidad sobre la tumba de mi hijo!

La Sultana Kösem se levanta molesta con intención de golpearme, pero Mehmed intercede y la sostiene por la espalda, ambos forcejean y ella acaba por rendirse.

Esto es suficiente, Tarkan, yo te expulso de este Imperio, ¡Guardias, háganlo desaparecer! —Grita apuntándome.

¡Nadie alejará a Tarkan de mí! —Grita Mehmed. –Si lo haces, me cortaré el cuello con un vidrio, Madre hablo en serio.

–¡Salgan del Aposento! —Ordena Ayse a los gritos.

Lo abrumador de la situación me impide pensar con claridad, Kösem cancela la orden de llevarme y me abro paso entre los guardias para salir al jardín siendo seguido por Mehmed.

Camino por las piedras bajando hasta la laguna y las carpas. Me dejo caer de rodillas junto al borde del agua. Mehmed aparece detrás de mí y me rodea con sus brazos dándome contención.

   –Todo estará bien, Tarkan, todo mejorará. No fue tu culpa, no fue tu culpa.

Puedo escuchar su voz, pero muy lejos de mi, como si me encontrara sumergido bajo el agua.
¿Yo realmente quería a ese hijo?
Hubiese sido muy morboso que Mehmed tuviese una relación con el Padre de su sobrino... ¿Por qué creímos que sería normal?

Las cosas con Ayse no han ido de lo mejor, pero, ¿Desear que su hijo falleciera? Nuestro hijo.
No, yo jamás deseé eso, tal vez lo pensé, si, pero jamás lo deseé como una realidad, esto no es culpa mía, sucedió por que Mehmed me besó y se declaró frente a ambas... No, tampoco es culpa de Mehmed, no puedo culparlo. Siempre buscando culpables, todo el tiempo, basta de todo eso.

   –No puedo culparte, mi amor. —Digo viéndolo a los ojos llenos de lágrimas.

   –¿Qué dices? —Pregunta confundido y tímido.
¿Piensas que es mi culpa?

   –Es justo lo que acabo de decirte, no es culpa tuya.

   –Acabas de decir que no puedes culparme, no que no es mi culpa. —Responde aún rodeándome con sus brazos.

   –Ayúdame a tranquilizarme y bésame. —Digo viéndolo fijo.

   –Cálmate, ambos estamos nerviosos, alguien podría vernos aquí fuera, es riesgoso.

   –¿No vas a besarme?

   –¿Por qué te obsesionas de pronto, con que tengamos tanto contacto?

   –Por que te extraño, y no pienso desaprovechar el tiempo contigo Mehmed.

Le sostengo el rostro a la fuerza y lo beso, provocando que caiga de espalda hacia la tierra y el piso de piedras, y yo cayendo sobre su cuerpo.

Los primeros segundos intentó alejarme de él, y luego no insistió más, permitiendo que liberáramos tensión a través de nuestros labios.

   –Veo que ya tomaste la costumbre de besarme por todo. —Dice rápidamente para continuar.

   –No me digas que no te gusta. —Repito el mismo método, para lograr conversar en medio del acto.

   –Podría estar todo el día así contigo.

   –Yo también.



Nos encontramos viendo el atardecer, desde uno de los puntos más altos de la montaña en la que se encuentra el Palacio.

Un árbol en el que apoyamos nuestras espaldas, y mi mano entrelazada con la de Mehmed.

   –¿Puedo decir algo? —Pregunto con timidez.

Veo el perfil izquierdo de su rostro siendo iluminado por la luz color rojo que nos dirige el Sol, haciendo que su rostro se vea más atractivo de lo común.

   –Siempre que has querido decir algo, solamente lo dices. —Me sonríe. Se acerca y deposita un beso en mi mejilla.

   –Sonará cruel, lo sé, y quizás Alá me castigue por esto...

   –Ya sé lo que dirás.

   –¿Ah, si?

   –Dirás que puedes notar mi alivio.

   –¿Tu alivio?

   –Claro, por lo de el Príncipe Mustafá, tu hijo.

   –Oh, pues si, me quitaste las palabras de la boca.

   –¿Te sientes igual?

Me quedo callado y observo al horizonte rojizo.

   –Es mejor que no lo diga... —Bajo la mirada.

   –Entre tú y yo, podemos hablar estas cosas, está bien.

   –Nunca quise desearle la muerte a alguna persona, es realmente profundo lo que digo y siento, pero quizás... Un hijo con Ayse... No es lo que yo quería, y lo siento, es tu hermana.

   –No te disculpes, es lo que sientes, estamos siendo muy indolentes, pero es consecuencia de lo que hemos vivido.

   –¿Crees que hemos perdido nuestra bondad?

   –Si. —Responde con tosquedad.

   –¿Si, y nada más? ¿Con tanta libertad lo dices?

   –No quería vivir en las sombras, Tarkan, tú, casado con mi hermana y cuidando el hijo de ambos, claramente no me gustaba esa idea.

   –¿Odiabas la idea?

   –Odiarla... No, pero prefería que las cosas no sucedieran así. —Me observa de frente. –Si mi Madre decidía enviarte lejos, con Ayse y Mustafá, yo me moriría en vida, Tarkan, jamás voy a sobrevivir sin ti.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now