"Confianza Y Lealtad" (8x03)

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Príncipe Mehmed.

La Noche se ve llena de sonidos del viento azotando las ventanas y agitando las cortinas de mi Aposento. Ayse espera junto a mí el regreso de Baris. Miramos por la ventana viendo las nubes pasar y las estrellas posicionadas en el oscuro Cielo.

¿Confiamos plenamente en Baris? —Pregunta Ayse con cierto tono siniestro. –No vine sola, Tor me protegerá de quien sea necesario y resguarda mi puerta cada noche, pero tú, ¿A quién tienes de tu lado, desde la partida de Tarkan Iskender?

   –Creo que puedo confiar en él.

   –Corrección. Quieres creer en él. Por eso le estamos depositando un gran secreto como lo es esta conspiración.

   –Evitemos esas palabras, ¿Te parece?

   –Si alguien se entera de todo esto, no saldremos vivos.

La puerta se abre de golpe y un Baris sonriente hace aparición. Se queda petrificado ante Tor quien le cortaba el paso hacia nosotros.

   –Daeha tadur, Tor. —Dice Ayse con un extraño acento. Claramente es su idioma pero escuchar su voz de forma tan grave es algo nuevo. –¿Lo conseguiste Baris?

El Aga Rubio se acerca con una pequeña sonrisa y de su manga ancha, saca una pequeña caja de madera. La abre para nosotros y deja a la vista su contenido.

Baris dijo poder conseguir lo que necesitamos para el momento culmine del plan. Un bolita pequeña, dura y algo aplastada, de color blanco, con un pequeño garfio de metal en un lado. Lo debo enganchar en una de mis muelas cuando tenga la soga al cuello, y morderlo para ingerir el líquido.

   –Esto funcionará. —Dice Baris. –Es necesario que vaya a dar un paseo y visite el Cuartel de Jenízaros, Príncipe, yo mismo le contaré a la Sultana Meleksima para que ella alarme al Sultán, y una vez que eso suceda, no habrá nada que podamos hacer para detener esta rueda que comenzará a girar aplastando todo a su paso.

Doy un suspiro. Devuelvo el diente de veneno a su pequeña caja de madera y la guardo en mi cajón seguro. Froto mis manos con nerviosismo.

Todo saldrá bien Mehmed, nosotros nos encargaremos de eso. —Dice Ayse. Le da una mirada corta a Baris. –Escuché que Meleksima espera un hijo, ¿Cuánto tiempo lleva encinta?

Quedo ausente de la conversación por un momento. Me esfuerzo por dejar a un lado todos los pensamientos negativos acerca del plan. Quiero encomendar a Alá que actúe a favor de mi propósito.

No sabría decirlo con seguridad mi Sultana, Meleksima ha sido muy precavida con todo el asunto. Antes ya había dicho que quedaría embarazada, y todos dimos por hecho que así sería, pasó casi un año y no sucedió.

–¿Crees poder averiguarlo?

–Si, Sultana, puedo hablar con el Médico en jefe, es su fiel mascota, no podemos confiar en él tampoco.

–Así como en la mayoría de este Palacio. —Ayse habla con un gesto de asco. Mira a Baris de pies a cabeza y se acerca lo suficiente a su rostro. –Eres guapo, tienes un cabello brillante y tu piel no luce maltratada, ¿Cómo un simple Aga puede lucir así?

–Ya le dije mi Sultana, bajo el servicio de la Sultana Meleksima... He sido bien recompensado, duermo en una buena cama y puedo tener buenos baños también.

–Asumiré que sigues recibiendo sus regalías a pesar de estar también en nuestro bando. —Se regresa hacia mi un segundo y luego vuelve al nervioso Aga. –¿Qué te damos nosotros? Mi hermano no te da oro, tampoco posición, ni si quiera ropa, ¿Por qué querrías ayudar?

–Ayse, no es necesario... —Intervengo. Ayse estira su mano en el aire y se posiciona frente a Baris dejándome fuera de su rango de visión.

Si, es necesario, quiero que digas frente a mí, el motivo de tu lealtad con mi hermano. —Le hace un gesto a Tor, quien da dos pasos desde el otro lado del Aposento quedando junto a ellos. –Ni te imaginas de lo que Tor es capaz de hacerle a aquellos que nos traicionan.

–Mi lealtad está con ustedes, Sultana. —Baris responde. Ayse se le queda viendo fijo.

   –Espero que así sea.



Por la mañana desayuné con Baris en el jardín junto a la laguna. Ayse nos observó de lejos, siempre acompañada de Tor y conversando con nuestros hermanos pequeños, Murad y Bayezid.

   –¿Tus hermanos estarán bien cuando nos vayamos? —Pregunta Baris. –Tus hermanas son pequeñas aún, Gevherhan y Fatma, y tus otros hermanos aún ni hablan, Kasim e Ibrahim.

   –Murad es fuerte, no lo dudo, aún es un niño, pero ha demostrado más fortaleza que yo a su edad.

   –Tu hermana no confía en mí. Lo noto en su mirada. —Dice mirando a Ayse en la distancia.

   –Ha pasado por mucho, yo también debería ser así de duro pero...

   –Pero no lo eres. —Se inclina y toma mi mano. –Tú eres bueno, no te corrompas nunca.

   –He asesinado, he mentido y he robado. ¿Crees que soy bueno?

   –Sabes amar, eso es lo que importa.

Si tan solo Baris supiera de lo que habla, dejaría de lado esta tonta conversación. Inevitablemente vienen a mi mente las conversaciones con Berker, la repentina aparición de Ruzgar... Y todo lo demás. Tormentos y más tormentos.

   –Hubo un chico, tiempo atrás. —Digo con la mirada perdida en los árboles. –Tenía la misma comodidad que contigo, extrañamente en el Mundo, hay muchos chicos que prefieren la compañía de otros chicos, compañía íntima.

   –Lo tengo más que claro.

   –Las cosas no terminaron bien. Al final del recorrido de la historia murieron dos amigos, uno desapareció y los otros dos no tengo idea de dónde están. Nadie lo sabe. Solo sé que estoy solo ahora.

   –Tal vez no soy suficiente, Príncipe, pero estoy aquí.

   –Sé que te tengo a ti y me pone feliz eso, lo digo de corazón Baris, pero es diferente, con ellos viví muchas cosas, el golpe de estado, la usurpación del Trono por mi tío Mustafá, ellos lucharon con sus armas, codo a codo conmigo.

   –Historias de supervivencia. Así se le llama a esos acontecimientos que unen para siempre a las personas, vivir eventos traumáticos te hace sentir apego emocional.

Lo quedo viendo serio. Con cierta extrañeza incluso. Baris de vez en cuando dice cosas que para mi, resultan interesantes. Siento que sabe mucho y que no va por la vida fanfarroneando con que es culto. Es de aquellas personas que no tienen soberbia en su interior, y que son más transparentes de lo que deberían.

Me preocupa que no pueda contener su nerviosismo cuando se encuentra frente a Osmán y Meleksima. Basta con solo una palabra de Baris, y tanto Ayse como yo, desapareceríamos de este Mundo.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now