"Perder La Cordura" (4x13)

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Príncipe Mehmed.

Estando a solas en mis Aposentos y pensando un montón de tonterías, las puertas en la entrada son golpeadas desde afuera y con un grito confirmo que pueden ingresar.

¡Adelante!

Ayse hace aparición detrás de las puertas y las cierra con delicadeza. Se acerca a mí frotando sus manos.

¿Así que mi Madre continúa queriendo tener un nieto de ti?

–¿Qué dices? —Respondo confundido.

Corren los rumores que han venido muchas chicas a dormir contigo los últimos días, todo bajo órdenes de nuestra Madre. —Se ubica junto a la ventana y voltea a verme. –¿Es eso cierto?

–Mi Madre quiere que me enamore, y que forme una familia.

–Pero eres demasiado joven para eso, ¿Verdad?

–Tú estás casada con Iskender y yo no te digo alguna cosa.

–Te cedo la razón, hermano, la tienes. —Se dedica a observar a través de la ventana. –¿Y por qué ella tiene tanto entusiasmo en hacer que ames a alguien?

–No lo sé Ayse, créeme que no tengo idea.

–¿Has estado con todas esas chicas? ¿Hay alguna que te robe el corazón y el aliento?

–A veces pienso que ustedes las Sultanas también deberían tener su propio Harén.

–¿Un Harén de hombres? —Ríe. –Por favor Mehmed, no somos como ustedes los hombres, nosotras somos decididas, ¿O crees que nuestra Madre estuvo con cien hombres antes de escoger a nuestro Padre? En cambio él, si lo ha hecho, sí, ha tenido muchas mujeres en su cama. En lo personal pienso que ustedes son inseguros, yo al menos estoy bien firme en mi decisión, mi decisión es la mejor, mi preferencia es mi decisión.

–¿Decisión? ¿De qué decisión hablas Ayse?

–Mi decisión es ser feliz con Iskender, y estoy intentando darle un hijo.

Abro mis ojos con sorpresa y asombro, las palabras no logran salir de mi boca de manera entendible.

¿Tú quieres embarazarte de él? —Pregunto molesto.

¿Por qué lo dices así? Es algo muy normal, Mehmed, él es mi esposo, si quiero darle hijos no es asunto de ninguna persona, ¿Por qué tendría que pedir autorización?

Noto el enojo leve en sus ojos, acabamos de alterarnos un poco en base a hablar sobre Iskender, los vellos de mis brazos están de puntas.

Lo siento Ayse, por favor perdóname, no quise sonar insolente... Es el tema de mi Madre y las concubinas lo que me tiene algo exaltado aún... Sigo nervioso por todo lo que ha sucedido, tú entiendes.

–Mi deseo es embarazarme de Iskender, y lo haré en tan pronto se solucione todo este asunto de las medicinas, él regresará aquí y formaremos una familia.

–Te deseo lo mejor, hermana, realmente lo hago...


Todo siempre ha sido tanta violencia, todos son actos de traición o de tomar un bando, cada acto que uno comete, es en base a la decisión de alguien más.

Nadie en este Palacio tiene voluntad propia. Todos siguen órdenes, y quienes les dan esas órdenes siguen otras órdenes, y lo que se supone que están sobre todos ellos, los mandan en torno a lo que sucede a su alrededor, en fin, nadie es libre de hace realmente lo que su corazón les exige.

Luego de haber finalizado esa tensa conversación con Ayse, mi Padre me citó a verlo en el Jardín.
Me dirigía al punto de encuentro pero me crucé con él y con Osmán poco antes de llegar.
Avanzamos  en un lado del Palacio, junto a la entrada a las bóvedas subterráneas.

Osmán va del otro lado y nuestro Padre en medio.

   –Osmán, Mehmed, ustedes son mis hijos.
Habla mi Padre.

   –Eso ya lo sabemos. —Respondo con un poco de ironía.

   –Este resentimiento entre ambos me preocupa mucho, por favor terminen con sus diferencias de una vez.

Osmán lo interrumpe. –Padre, nuestros problemas están casi en el pasado, todo eso ya fue olvidado, es por eso que planeo marcharme del Palacio, te pido de corazón que por favor decidas con sabiduría a dónde me enviarás.

   –¿Así que es cierto que te irás? —Pregunto deteniendo nuestro andar, ambos se detienen conmigo.

   –Así es Mehmed, esa es la única manera en la que tú y yo podamos seguir en paz sin tener nuevos conflictos.

   –Por favor hijos míos, deben aprender a convivir, no pueden continuar discutiendo de esta manera.

   –¿Tío Mustafá es tu hermano verdad? ¿Entonces por qué ayer lo golpeaste? Tú le has enseñado esos malos tratos a Osmán, es por eso que él me golpea cuando quiere. —Digo insolentemente. –Nosotros no hemos hecho un mal trabajo como hijos o como hermanos, eres tú como Padre quien lo ha hecho todo mal. ¡Si tan solo te hubieras dedicado a tener solo una mujer nada de esto sucedería! ¡Debiste quedarte solo con mi Madre y no haber metido tantas mujeres en tu cama!

   –¡Basta! ¡Cállate! Cómo te atreves a hablarme así engreído, ¡Soy tu Sultán!

Mi Padre levanta la mano para golpearme pero logro esquivarlo, caigo de espaldas al suelo y Osmán intenta interponerse.

   –¡Pídeme perdón! —Me grita furioso.
¡Vamos hazlo!

   –Vamos Mehmed discúlpate con su Majestad.
Osmán insiste.

Me levanto del suelo limpiando mis ropas sacudiendo con ambas manos.

   –¡La única manera de que yo te perdone Padre, es que dejes a Iskender en paz! ¡Si tú lo lastimas jamás volveré a hablarte!

   –¡Ven a decírmelo de frente, insolente! ¡Guardias! ¡Encierren al Príncipe en sus Aposentos! ¡Y traigan inmediatamente a Tarkan Iskender Aga desde la Fortaleza Rumelí! Voy a sentenciar su destino de una vez por todas para que este mocoso aprenda.

Los guardias del Palacio se abalanzan rápidamente sobre mí a pesar que intento esquivarlos y quitármelos de encima, pero su fuerza me supera, ellos forcejean conmigo y al impedir que me lleven me arrastran con fuerza por toda la tierra del suelo, impidiéndome siquiera caminar a su ritmo y llenándome de polvo y hojas del camino.

¡No lo lastimes Padre! ¡Por favor no lo hagas! ¡Te suplico que no lo asesines! ¡No le hagas daño a Iskender! ¡Llamen a mi Madre! ¡Avísenle a la Sultana Kösem!

Príncipe Mehmed. (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora