"Nido De Ratas" (7x10)

59 9 1
                                    

Bulent Aga.

El frío se aprecia del vapor exagerado que sale de nuestras bocas y narices.
Los tres temblamos de frío pero nos acurrucamos luego de haber bebido casi toda la botella.
Tras largos momentos de risa y carcajadas, nos quedamos en silencio contemplando la lámpara que pronto se quedará sin aceite.

¿Bulent? —Dice Bekir, llamando nuestra atención.

¿Dime? —Respondo somnoliento. –¿Sucede algo? ¿Quieres vomitar?

–Estoy bien, es solo que quería decir algo.

–Ya estás diciendo algo, Bekir.

–Quería decir algo más, gracias por detener la pelea en el salón del comedor.

–Pues, no fue gran cosa, pero de nada.

–Me salvaste de una pelea que no hubiera podido ganar. —Se lamenta.

–No por que seas pequeño, significa que aquel gigante pudiera ganarte.

–No hablo de tamaño, si supiera pelear, no hubiese tenido problema en darle un puñetazo.

–¿No sabes combate cuerpo a cuerpo? —Pregunta Volkan con asombro. –Eres Aspirante, cómo es eso posible.

–Ya déjalo, Volkan. —Interfiero. –Claro que lo noté en seguida, en el comedor, adaptaste tus brazos a cómo los tenía el sujeto enorme, al menos para mí, enseguida quedó en evidencia que no tenías idea de qué hacer, vi al Comandante por una de las ventanas y tomé acción.

–¿Viste al Comandante antes que entrara? —Pregunta Bekir. –¿Por eso diste tu discurso sobre hermandad y lealtad a la Fé de Alá?

–Vaya, realmente nos sorprendes Bulent.

Los tres reímos y nos apegamos un poco más al sentir un poco de frío. La llama comienza a apagarse y nos levantamos rápidamente para salir del lugar antes de quedar completamente a oscuras.

Creí que solo yo sentía que todo se movía y el suelo se tambaleaba, pero al ver a Bekin apoyarse con ambas manos en el suelo y a Volkan sostenerse de mí, caigo en cuenta que la ebriedad nos cayó de golpe a los tres. Bekir ríe a carcajadas mientras escucho la risa ahogada de Volkan en mi oído.

Salimos al pasillo riéndonos de los chistes aburridos de Bekir, pero que en este contexto parecieran ser muy graciosos. Subimos apenas las escaleras de caracol, y al mencionar la palabra "Caracol" en voz alta, ni Bekir ni Volkan fueron capaces de aguantar la risa.

Al abrir la puerta superior nos encontramos de frente a un gordo y enorme hombre vestido de blanco. Levanta los brazos en el aire como señal de molestia.

¡Pero qué es esto! ¡Qué hacen mocosos! —Grita furioso. –¡Qué hacen en mi cocina!

–¡Corran! —Grita Bekir.

Al salir al pasillo se estrella directamente contra el pecho de un adulto, provocando que todos caigamos tras él, quedando unos encima del otro.

¿Qué significa esto? —Pregunta el hombre contra quien chocamos. –¿Qué hacen en pie tan temprano? Aún ni sale el Sol.

Levanto la mirada algo aturdido y mareado, y me llevo la sorpresa de que Bekir detuvo su carrera contra nada más ni nada menos que el mismo Comandante en Jefe de la Fortaleza del Regimiento. El mismo sujeto con el que conversé el día anterior en el Torreón, y me llamó Sabio.

Comandante, lo sentimos mucho, quisimos entrenar. —Le explico.

¿Estuvieron bebiendo? Ese olor es de una de las botellas de la cocina. —Dice viendo al cocinero que nos perseguía. –¿Sabe usted si desapareció alguna botella de su bodega?

–Comandante, estos muchachos venían desde las bóvedas debajo de la Fortaleza, ahí guardamos todos los licores y vinos. —Responde cabizbajo.

Se merecen un castigo que nunca olvidarán, ¿Qué puede parecer mejor? Puede ser lanzarlos rio abajo, o dejarlos morir de hambre, o no darles agua y encerrarlos sin luz, se me ocurren muchas cosas.

Bekir y Volkan lo observan con mucho temor, al borde de las lágrimas pero se contienen, para lucir como verdaderos y honorables Aspirantes.
Yo mantengo mi vista enfocada en las ropas del Comandante para no caer al suelo, todo me da vueltas y siento que en cualquier momento me dormiré de pie.

Bulent El Sabio, nunca esperé esto de ti, que vergüenza. —Comienza a caminar y le seguimos el paso. –Es solo por eso que les tendré cierta consideración y agradezcan que no aplicaré los peores castigos, que les quede claro que aquí no aceptamos ladrones, ni mentirosos, acaban de quedar en evidencia como personas totalmente indecorosas ante los ojos de Alá, deberán orarle cada día suplicando su perdón por sus malas acciones. —Detiene su paso y voltea a vernos. –Vayan a sus camas y duerman, se les viene una carga enorme, y agradezcan que se cruzaron conmigo y no con otro Jefe de sección, ellos hubieran sido realmente crueles con individuos como ustedes.

Ninguno de los tres se atreve a decir algo y simplemente hacemos inconscientemente un tipo de reverencia y nos marchamos rápido del lugar.
Bajamos las escaleras y corremos hasta el fondo del pasillo principal, tan alto y tan ancho como para recibir carretas dentro. Nos detenemos en las puertas que dan a las arenas de combate, e intentamos recobrar la respiración.

Eso fue intenso. —Dice Bekir jadeando.

¿Ya está amaneciendo? ¿Cuánto estuvimos ahí abajo? —Dice Volkan golpeando mi hombro.

¿Tienen claro que nos salvamos de la ejecución solo por mí? —Toso y jadeo.

Al toser por la carrera que emprendimos puedo sentir cómo se me revuelve el estómago y me amenaza con devolver todo lo ingerido.

Me siento un poco mal. —Dice Bekir.

Camina hacia la ventana y la abre, escupiendo todo lo que sale de su boca y estómago.

¡Oh, amigo que asco! —Dice Volkan.

Me acerco y toco su espalda en círculos con mi palma esperando que acabe y mejore. Regresa la cabeza al interior, cerrando la ventana y cayendo al suelo hasta sentarse. Bajo con él y se apoya en mi hombro con sus ojos cerrados.
Intercambio miradas con Volkan, y largamos carcajadas mientras nos tocamos el estómago.

Ni se te ocurra vomitar, Bulent.

–Seguro tú vomitas primero. —Respondo divertido. –O bueno, segundo, ya que Bekir nos ganó.

No veo el rostro de Bekir, pero aún así escucho su risa mientras sigue apoyando en mi hombro abrazando sus rodillas.

Príncipe Mehmed. (Gay)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon