"Sultana Ayse" (1x04)

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Iskender

Durante su primer día en el palacio, Iskender se dedicó a caminar por los solitarios pasillos. Todo era nuevo para él, los diseños de las cortinas, las alfombras, los candelabros. Nunca había visto antorchas ancladas en una pared.

La noche ya había llegado, todo estaba oscuro afuera. Miró por algunas ventanas y siempre se encontraba con un paisaje diferente. Vio el jardín imperial, el bosque, los jardines privados de las sultanas, la pequeña laguna y un sector lleno de arbustos junto a las murallas.

Todo era bastante solitario, se cruzó con muy pocas personas en el trayecto. Quizo recorrer lo más que podía para conocer su nuevo hogar, aun que aún se resistía a esa idea. Jennet le había dicho que sabían todo sobre él. Eso lo asustó lo suficiente como para posponer su plan de escape, el cual consistía en saltar los muros y correr a las montañas. Nada muy elaborado. El miedo de que pudiesen darle caza, o acosar a su familia, le detuvo sus intenciones.

Regresó hasta el pasillo principal, aquel que llevaba hasta el harén. Fue hasta el fondo en dirección contraria y bajó unas escaleras. Creyó que estaba en el primer nivel, pero al descender y abrir unas puertas dobles, salió al exterior. Tenía sentido, el palacio estaba construido sobre una colina en desnivel.

Divisó la pequeña laguna del jardín privado. Llegó hasta ella por el camino de piedras en el suelo. Veía carpas y sillones, seguramente donde las sultanas descansaban al aire libre.
Tardó en regresar. Su mente estaba sumergida en sus pensamientos de escape, se estaba obligando a idear otro método de huida.

Cuando caminaba de regreso al palacio, vio una silueta femenina con dos guardias. La antorcha quedaba por detrás de ella y solo podía ver el resplandor amarillo a su alrededor. Supuso que era una sultana. Ella caminaba hacia la laguna a paso lento.

Iskender no quería más problemas, ya lo habían humillado lo suficiente ese día. Se detuvo a un lado del camino, bajó la cabeza y la reverenció. La sultana se detuvo en seco frente a él y lo miró con duda. Era una mujer joven, tan solo unos años mayor que Iskender. Tenía la mirada dura y una ceja levantada.

–¿Tú quien eres? —Le preguntó altanera. –¿Eres un pasha?

No sultana, soy Iskender Aga. —Le tembló la voz.

–¿Iskender Aga? Jamás había escuchado de ti. —Se volteó hacia sus guardias. –¿Chicos, alguno lo conoce?

Los tres guardias negaron con la cabeza. Era imposible que lo conocieran, apenas había llegado ese mismo día. Iskender estaba nervioso, no tenía cómo dar fe de quién era. Su nombre no tenía ningún tipo de importancia dentro de ese palacio.

–¿Por qué paseas solo, a esta hora de la noche? Tu vestimenta iría acorde a tener escoltas, y no veo a alguno aquí contigo. Es evidente, ¡Eres un rufián! ¡Tómenlo ahora mismo!

Los sujetos se abalanzaron sobre Iskender y lo golpearon. Intentó defenderse y gritar, pero uno de ellos le propinó un golpe en el estómago que lo dejó sin aliento. Lo arrastraron por los pasillos. No pudo evitar recordar a los secuestradores fuera de su cabaña. Sus pies se arrastraban de la misma manera. Intentó pedir ayuda pero le habían puesto un paño dentro de la boca. Mientras los llevaban, uno de los guardias se encargó de atarlo de pies y manos.

Llegaron hasta el pasillo de las bodegas. La joven sultana abrió una de las puertas y ordenó que lo metieran allí. Arrojaron a Iskender con fuerza, se golpeó la cabeza contra la pared. Se sintió mareado y débil, cayó al piso y se quedó quieto, tratando de recuperarse.

Solo había pasado un momento cuando Iskender logró ponerse de pie otra vez. Con las manos amarradas en su espalda, logró abrir la puerta. Salió hacia el pasillo y tropezó. El nudo en sus pies estaba muy apretado y era incapaz de brincar un poco siquiera.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now