"Baris Y Las Tropas" (8x09)

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Príncipe Mehmed.

Atravieso el jardín junto a la laguna a toda velocidad.
Dos guardias patrullan el interior del jardín privado, me escondo tras un arbusto grueso y espero a que pasen de largo. Conversan sobre unas cantinas en las afueras del Pueblo, en las que sirven buen vino, o algo así.

Salgo de mi escondite y paso por una puerta doble en la muralla, llegando así al jardín imperial. Me quedo quieto observando que no haya personas que puedan verme. Mientras espero, puedo sentir el frío tocar mis huesos, siento mi nariz húmeda y helada, y los pies congelados, como si estuviera descalzo sobre el suelo.

Junto a las enormes puertas del jardín que dan hacia la ruta que lleva al Pueblo deberían estar guardias fijos resguardando, pero pareciera ser que nadie está de turno en este momento. Me apresuro y corro hacia ellas apegado por la muralla evitando acercarme mucho a las antorchas para que su luz no me deje al descubierto.

Abro la puerta haciendo esfuerzo, y al salir me encuentro frente a frente con dos jovenes Jenízaros.
Retrocedí un paso para tomar impulso y golpearlo en el rostro. Cuando mi puño se dirigía hacía él, su compañero detuvo mi brazo con ambas manos.

¡Príncipe! Lo estábamos esperando. —Con su mano señala un caballo en la distancia atado a un árbol. –Baris le desea éxito.

Nos quedamos mirando de forma torpe por largos segundos, aún con mi puño en su mano. Caigo en cuenta que no tengo tiempo que perder, les agradezco por su lealtad y emprendo una rápida carrera hacia el caballo.

Una vez ya montado, desato el nudo de la cuerda del delgado tronco del árbol y le doy un toque con los pies en las costillas para comenzar el descenso de la colina. El galope me hace rebotar en el asiento. Estiro mis piernas y me despego en el aire por encima del caballo, haciéndolo correr a toda velocidad, sintiendo el helado aire en mi rostro y en mis manos, que sostienen las riendas.

Pasando el bosque y los caminos que llevan al puerto de mercancías, me cruzo con las primeras casas y habitantes quienes me quedan viendo al pasar tan de prisa. Paso por distintas calles y vecindarios hasta finalmente ver el Cuartel General a la distancia.

Detengo el caballo junto a las grandes puertas cerradas de la edificación. La golpeo un par de veces y estas se abren.

Debo hablar con el Comandante, soy el Príncipe Mehmed y esto es una emergencia.

Sin cuestionar mi petición me permitieron el paso y cerraron tras de mí. El chico corrió por las escaleras y tocó una campanilla en el segundo nivel. El Comandante apareció desde una puerta justo debajo de la escalera.

Necesito protección, Comandante. —Digo acercándome dando pasos largos. Me detengo frente a él. –No es mi intención molestar a altas horas de la noche, pero mi Madre, la Sultana Kösem dijo que podían resguardarme.

–Siempre daremos nuestra mejor protección a cualquier causa que lo atormente mi Príncipe, pero permítame preguntar, ¿Cuál es el motivo de su temor esta noche? —Dice con su voz ronca de siempre. Da un vistazo rápido a su alrededor y los jóvenes Jenízaros y también los de mayores rangos ya se habían agrupado en formación y armados en el patio de entrenamiento. –Ya todos se encuentran a su disposición, todos lo conocen, por la gran cantidad de veces que nos ha honrado con su presencia los últimos meses.

–El Sultán Osmán planea ejecutarme. —Le respondo distraído contando las cabezas del pequeño ejercito. –¿Cuántos hombres hay aquí?

–Poco más de cien, y muy bien preparados. —Dice con cierto orgullo. –Tenemos a los Aspirantes repartidos en diferentes lugares, aun que perdimos a bastantes en un desafortunado derrumbe, en la Fortaleza de la Montaña Ródope.

Es una gran cantidad la de los reclutas Jenízaros en general, pero si atacaran la ciudad, dudo que estos cien sujetos puedan defendernos. Cabe destacar que otro montón se encuentra repartido defendiendo el Palacio.

Las enormes puertas del Cuartel se abren y desde la calle exterior, ingresa un enorme grupo de Mercenarios y Jenízaros de Osmán. Él se encuentra en medio de todos ellos. Uno de sus soldados lo anuncia.

¡Atención, su Majestad, Sultán Osmán Khan!

El Comandante me toma de un brazo y me jala hasta el otro lado, quedando entre el grupo de los Aspirantes del Cuartel.

Lo escolta hacia el lado incorrecto, Comandante. —Dice Osmán. Ambos grupos quedan enfrentados, con Osmán a la cabeza, y con el Comandante y yo en el bando contrario. –He venido por Mehmed. Huyó del Palacio cual gallina sin cabeza. No tienes nada que temer hermano.

–Llegó a mis oídos que usted, Majestad, planea retomar la tradición del Fratricidio. El Príncipe ha solicitado nuestra protección y nosotros se la daremos. —Le responde el Comandante con voz firme.

Osmán no dijo una sola palabra. Le hizo un gesto al mercenario más cercano y le indicó que me llevara.
Cuando el hombre intento aproximarse, los Aspirantes desenvainaron sus espadas y las alzaron.
Los mercenarios en respuesta se posicionaron para atacar, y sacaron sus armas al unísono.
El Comandante se estremece y me aprieta el brazo con fuerza.

Mi respiración se agita. De nuestras bocas imanamos vapor por el frío. Muchos de los Aspirantes reflejan temor en su mirada e inseguridad en la forma que toman sus armas. El Comandante finalmente me suelta y se acerca unos pasos a Osmán.

No hay que derramar sangre Majestad, no es necesario, por favor, dejen al Príncipe en paz.

–Nunca en la historia escuché que un simple Comandante, le dijera qué hacer a su Sultán. —Se da vuelta y grita a sus soldados. –¿Ustedes han escuchado eso alguna vez?

El ambiente se intensificaba cada vez más. Los mercenarios más cercanos a la primera fila de los Aspirantes gritó burlescos "No" como respuesta a los gritos de Osmán.

A más de un aspirante le tiembla la mano. Los mercenarios los miran cuales asesinos de sangre fría.
Osmán se queda de pie viéndome fijo a los ojos.
No creí que todo escalara tan de prisa. El plan de Baris está tomando forma, y avanza a pasos agigantados, hasta esta mañana todo era una simple idea para escapar, y ahora me encuentro enfrentando a las tropas del estado contra su Sultán.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now