Príncipe Mehmed. (Gay)

"Arena De Batalla" (3x03)

Tarkan Iskender Aga.

Junto con Zulfikar Aga esperamos el arribo de Mehmed al entrenamiento de combates.

–¿Cuánto tardará este muchacho? —Dice el Aga.
–La Sultana Kösem me ha encargado cosas del mercado de artillerías, espero no se nos haga tarde.

–El Príncipe debe estar por los pasillos, estuve con él y me dió la impresión que si vendría.

El Maestro de combate de los Príncipes tiene una arena con cercos de madera para enseñarles todo lo necesario para defenderse.
Osmán está junto a Murad y Bayezid, todos impacientes por Mehmed para iniciar las clases.

–¿Iskender, estás seguro que Mehmed vendrá?
—Pregunta Bayezid.

–Tú qué te metes. —Lo detiene Murad. –Aún ni aprendes bien a usar las herramientas y estás apresurando las cosas.

–Ya no discutas con él. —Digo acercándome a ambos. –Escucha Bayezid, vi a tu hermano pero no tengo idea de dónde está.

–Bayezid ni Osmán son hijos de mi Madre, no son hermanos de Mehmed ni míos. —Remarca Murad muy molesto. Osmán reacciona ante la conversación.

–No insultes así a Bayezid. —Le reclama a Murad. –Ni él ni yo somos hijos de la Sultana Kösem, pero aún así somos los que mejor hacemos las cosas en este Palacio.

–¿Qué dices? —Responde el pequeño.

–Soy el mejor Príncipe que tiene nuestro Sultán.
—Osmán responde despectivo. –Y el único que me sigue los pasos es Bayezid.

–¿Y dónde estás dejando a Mehmed en todo esto? —Se cruza de brazos, aún con la cabeza levantada intentando alcanzar la altura de Osmán. Mehmed se aproxima caminando y su rostro demuestra que alcanzó a oír esa pregunta.

–Mehmed no me llega ni a los talones, eso todos ténganlo claro.

–¿Así que comparándote conmigo eh?
—Pregunta molesto. Osmán voltea a verlo.

–Soy mucho mejor que tú, en todo, y eso lo sabes.

–Podría ser cierto, así como podría no serlo, pero el que recibe privilegios por ser hijo de la Sultana Kösem soy yo, tú eres apenas un recogido.

Al intentar emprender carrera contra él, Osmán empujó a Bayezid hacia la caja de materiales de combate, soltando un grito de desesperación.

Sostengo a Bayezid de los brazos, él se apega a mi cuello y con sus piernas me rodea.

–¡Estoy cansado que siempre estén peleando! ¡Ya basta! —Grita y llora abrazado de mi. Murad lo mira con molestia y ambos Príncipes quedan cabizbajos.

–No seas dramático Bayezid, ya deja en paz a Iskender, bájate. —Le ordena Murad.

Ante la negación del pequeño me dispongo a alejarlo de allí, llegando a las afueras de la arena, tras las murallas, junto a una fuente con agua.

Su corazón latía con rapidez y su respiración con angustia.

–¿Te sientes bien? —Pregunto sentándome junto a él en el borde de la pileta. Él asiente con su cabeza.

–¿Por qué mis hermanos siempre pelean?

–Ellos tienen diferencias, pequeñas distintas opiniones.

–¿Lo que dijo Mehmed es cierto? Ellos tienen privilegios por ser hijos de Kösem, yo también debería ser su hijo.

–No hagas eso Bayezid, no es necesario que niegues tus raíces.

–¿Por qué no? —Pregunta viéndome directo a los ojos.

–Tu Madre también es una Sultana, ella no está viva aquí, pero en tu corazón siempre lo estará, nunca niegues que eres hijo de una Gran Sultana, si ella estuviera aquí todo sería igual. Todos sabemos que la Sultana Kösem es una mujer estricta y de respetar, ella seguiría al mando de todo.

–Pues si, tienes razón, mis hermanos se continúan odiando por eso.

–Solo debes encargarte de asistir a tus clases y entrenamientos, lo que dijo Osmán no es importante, él puede tener habilidades para Combate Cuerpo a Cuerpo y tus hermanos no, pero eso no lo hace más Príncipe que a ti, todos son hijos de Sultanas al fin y al cabo.

–Gracias Iskender, cuando tenga edad espero conseguir un confidente como tú. Mi hermano Mehmed tiene mucha suerte de tenerte.

Le dedico una sonrisa y lo rodeo con un brazo.
Giro la cabeza y veo a Mehmed acercarse a nosotros.

–Claro que tengo mucha suerte. —Dice con una sonrisa gigante en su rostro. –¿Estás bien Bayezid?

–Si Mehmed, estoy bien, no me dolió.

–Escucha. —Dice en tono sereno y amable.
–Los problemas que yo tenga con Osmán, no quiero que se traspasen a ti y Murad, ustedes son pequeños aún, cuando crezcan tendrán los suficientes problemas y confusiones dentro de su cabeza, confusiones que les tomará mucho tiempo aclarar. —Deja de ver a Bayezid y me observa a los ojos.
–Enredos en tu mente que deberás trabajar y sobrepensar para poder tener un poco de sabiduría en tus acciones.

—Bayezid frunce sus cejas. –No entendí nada de lo que dijiste, pero yo también te quiero hermano.

–Si, te quiero Bayezid, tú eres mi hermano a pesar de todo.

Mehmed hablaba desde sus sentimientos, desde su confusión. ¿Hablaba de mí?
Siempre Mehmed sobrepiensa todo.

–¿No deberías estar entrenando? —Pregunto dándome cuenta que Bayezid ya se ha ido.

–Golpeé a Osmán en el rostro y Zulfikar me expulsó.

–¿Qué dices? —Pregunto exaltado, él ríe.

–Es mentira, nada de esos sucedió, a pesar de que tenía los suficientes ánimos de hacerlo, no lo hice, no le toqué un solo cabello al Príncipe Osmán, hijo del Gran Sultan Ahmed y de la Sultana Mahfiruze. —Dice en tono de narración exagerada.

–No te burles de una difunta Sultana, es grosero.

–Veo que estás sensible. —Sin verlo puedo notar cómo se acerca a mi costado teniendo contacto brazo con brazo. –¿No estás enojado o si?

–Yo estoy bien, Mehmed, y espero que tú también lo estés.

–Me gustaría que dejásemos nuestro problema en el pasado. —Me ve directo a los ojos.

–¿Vas a perdonarme? —Le respondo la mirada.

–Yo a ti tengo nada que perdonarte.

Mehmed me ve con toda la transparencia y sinceridad de su alma. Sus ojos transmiten todas sus emociones y puedo sentirlas en mi.
Él está arrepentido de su actuar aquella vez en sus Aposentos, aun que no lo culpo, fui un imprudente y nada más que un imprudente.

Su rostro estaba realmente cerca de mí. Su nariz apuntaba a la mía y sus ojos a mis ojos.
Su mandíbula se contraía de vez en cuando, haciéndome pensar que en cualquier se mordería la lengua, y repasaba sus labios con nerviosismo una y otra vez.