"Plan De Ataque" (7x21)

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Príncipe Mehmed.

Baris acaba de confesar que fue Meleksima quien dio orden de espiarme. ¿Cómo es posible que esa demente aún no me olvide? Dejarme en paz es mucho más sencillo que atormentarme.

   –Supongo que Meleksima ordenó abrir mi pared. —Señalo el pequeño agujero. Él niega con la cabeza.

   –No, Príncipe, yo lo hice, ella me propuso drogarlo y sacarle información, pero yo me opuse, soy incapaz de lastimarlo. —Se lamenta. Toca mi mano y la aparto con brusquedad. –¿Me teme, Príncipe? No tiene nada que temer, yo jamás estaré del lado de ella, usted debe agradecer a Alá que ella depositó su confianza en mí para encargarme de usted.

   –Si ella hizo eso, significa que algo vio en ti.

   –Yo aparento ser neutro, ante todos, siempre, por eso me escogió.

   –¿Crees que puedas tratarme de tu? Mira, Baris, tú me atraes, lo suficiente como para empezar a frecuentarnos, pero... Intenta ser más normal conmigo.

   –¿Qué significaría ser más normal?

   –Pues... Ya sabes, estás rígido ahí de pie, yo no quiero un sirviente o esclavo, necesito un compañero y espero poder encontrarlo en ti, ¿Crees que vayamos a lograrlo?

   –Si nos lo proponemos, seremos los mejores compañeros, Mehmed. —Responde sonriente con algo de tristeza en la mirada. –Mi lealtad está con usted y solo con usted. He escuchado cosas Príncipe, tengo ciertos... Amigos.

   –¿Amigos?

   –Amigos. Y esos amigos me cuentan cosas, tanto del Palacio, como de las cantinas del Pueblo e incluso del muelle mercante.

   –¿Y qué dicen esos amigos tuyos? —Pregunto ya casi perdiendo la paciencia. Seco mis ojos húmedos con la manga de mi camisa y le dedico a Baris una mirada seria para que hable de una vez.

   –En la Capital, el Pueblo, los mercaderes y los comunes, no están muy contentos con las gestiones de su Majestad. Se podría decir que no lo quieren como gobernante.

   –¿Qué? ¿Por qué dirías eso? Jamás escuché algo así.

   –¿Cree que si alguien mencionara eso en el Palacio llegaría vivo hasta el día siguiente? Yo se lo digo Príncipe, por que podemos tomar ventajas sobre eso.

   –¿Qué clase de ventajas?

   –Sin ofender, pero lo creí más listo, ¿Tengo que explicarle todo?

   –No te pases Baris, somos amigos desde hace dos minutos.

Me queda viendo en silencio como si no se atreviera a decir algo. A pesar de que acaba de revelarme su mayor secreto y estrechar confianza.

Me hace callar con su dedo en el aire, aun que no me encontraba hablando. Camina hacia la puerta y la abre rápidamente como si quisiera atrapar a alguien. Se asoma al pasillo e incluso camina hasta el pasillo de pilares y regresa a paso rápido.

Cierra la puerta y me guía hasta el balcón de la mano. Se queda mirando hacia el Jardín con mis dedos aún entrelazados entre los suyos.

   –Hay algo importante Mehmed.

   –¿Tan importante como para que salieras hasta los pilares? —Respondo burlón.

   –Esto es serio, ¿De acuerdo?

Sus gestos en el rostro y sus manos me indican sobre la seriedad del asunto, sin mencionar el tenebroso tono de voz que acababa de adoptar.

   –Tienes toda mi atención Baris.

   –Alguien planea asesinarlo. —Dice nervioso.

   –Si, no es un secreto, siempre alguien quiere asesinarme, déjame adivinar, es Meleksima.

   –Tengo mis dudas. —Niega con la cabeza. –No sé con certeza quién es, pero escuche, nunca confíe en Suleyman Aga, aquel hombre tan delgado y ojeroso, no es de confiar, sospecho que le tenderá una trampa, debe cuidarse.

   –¿Por qué sospechas de él? Te lo pregunto por saber, quiero que sepas que creo cada una de tus palabras.

   –Por que escuché una conversación, y mencionó que lo quitarían del camino al hacer creer que fue casualidad su muerte.

   –¿Mi muerte casualidad? ¿Quieren arrojarme en caballo a un acantilado?

   –No, Príncipe, planean que a su hermano Osmán se le ocurra recurrir al fratricidio nuevamente. Quieren que él desconfíe de usted, y no será difícil, ya que las semillas del odio entre ustedes fue sembrado hace mucho.

Me quedo perdido en su verde mirada sintiendo la angustia en mi pecho. Aquel plan que el chico rubio frente a mí acababa de contarme tiene toda vialidad posible, es muy factible y a quien se le haya ocurrido es una mente pensante, una Sultana.



Sultana Ayse.

Sentada en el interior del carruaje intento estirar mis piernas. El dolor en la zona detrás de mis rodillas llega a ser insoportable. Le he pedido al conductor del carruaje que se detenga unas veinte veces esta mañana, mientras más lo detengo, más nos tardamos en llegar al Palacio.

Es inevitable para mi el revivir paso a paso cada acontecimiento y conversaciones con Tarkan Iskender y mi hermano Mehmed. La amistad que tuvimos con Tarkan en un comienzo, que acabó abriendo paso a que floreciera mi amor por él, y las decepciones futuras, cada desastre que ocurrió en mi vida después de cierto punto. Mi piel quemada por la explosión, mi dolorosa recuperación fuera de la Capital y lejos de mi familia, las veces que mi esposo me dejaba sola y me hacia sentir indeseada, que fuese amante de mi hermano, perder mi bebé, y huir como si yo tuviese culpa alguna, alejarme de todos sintiéndome nuevamente indeseada.

A pesar de tales infelicidades, también puedo recordar los momentos de alegría, Tarkan me hizo feliz en momentos claves y estuvo para mí encargándose de mis necesidades y atendiéndome, o al menos lo intentaba, cumplir su rol de esposo a pesar de estar enamorado de mi hermano.

Egipto tiene la calidez de los intensos veranos en Estambul, pero mucho más extenso, y en los inviernos no se congela todo, como sucede en el Pueblo. Las altas montañas en lugar de ser verdes y arboladas, no son más que enormes dunas de arena que reflejan el Sol y parecieran aumentar el calor.

La vida a la que me acostumbré, me hará regresar muy pronto, supongo que encontré mi lugar, pero al recibir la carta de la muerte de Tarkan Iskender, por asesinato, me desmoronó la solidez que había forjado bajo mis pies en este periodo.

Mi único motivo de regreso es ver a mi hermano Mehmed y consolarlo, debe estar destrozado por la muerte de el amor de su vida, desconsolado, solitario y deprimido.

La carta no especificaba nada más. Tal vez hubo problemas con Osmán y lo envió a ejecutar. Quizás alguna de las Sultanas lo quitó del camino. A pesar de que lo amé mucho, fue doloroso enterarme de su partida junto a Alá, y me siento libre al darme cuenta de que ahora asumo que finalmente logré verlo como un gran amigo y un ser muy querido. Y que tampoco le guardo rencores a Mehmed por lo sucedido.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now