"Un Adios" (6x09)

124 17 5
                                    

Tarkan Iskender Aga.

Bulent y Yigit me observan como si esperaran que yo respondiera algo más interesante que un "Gracias" a sus "Lamentamos su pérdida"
¿Qué pensaría Alá si realmente supiera que me alivia que ese bebé no nazca? Estoy siendo sincero, espero Alá nunca se entere de lo que pasa por mi mente.

   –¿Él no se entera o si? —Digo repentinamente.

Todos me miran confundidos.
Mehmed se encuentra viéndome algo aturdido desde el borde de la laguna. Ambos aspirantes voltean a verlo y luego regresan.

   –Lo siento. —Me disculpo. –Hablé en voz alta... Pensé en voz alta.

Sumergido en mis pensamientos me alejo un par de pasos de ellos y les doy la espalda observando al Palacio sobre la colina. Sus murallas gastadas, los pilares y las ventanas enrejadas. Algunos árboles se asoman por detrás de las torres en las esquinas y se ve a los guardias patrullando el terreno.

Bulent se aproxima y me toca el hombro con su pequeña mano.

   –Entendemos que estés desconcertado, perdiste un hijo, el Príncipe Mustafá ya no existe, pero lo prometo amigo Tarkan, todo mejorará.

   –Te lo agradezco, pequeño. —Respondo intentando sonar amable. Inclino mi cabeza apenas pudiendo notar un golpe en el cuello de Bulent. –¿Qué te ocurrió allí?

   –¿Allí dónde? —Responde examinando su ropa.

   –Allí. —Digo tajante. Le señalo el cuello.

   –Oh... Fueron los chicos del Cuartel.

   –¿Eso aún sucede? Creí que ya se había solucionado, esos chicos siguen acosándote...

   –Creo que me he acostumbrado a hacerles esos favores.

   –¿Favores? ¿Ya te resignaste a que usen tu cuerpo como si fueras un saco de cebollas?

   –Tarkan, estás siendo bastante tosco, ¿Estás bien? ¿Quieres hablar de algo?

   –Si, quiero que hablemos sobre los abusos que esos chicos hacen contigo, ¿Quieres que hable con ellos?

   –Calma Tarkan, estás escalando demasiado en el tema. —Levanta ambas manos, como si estuviera defendiéndose de un gran golpe en el rostro. –Yo lo siento si soy despreciativo con tu ayuda, pero no la necesito... Yo... En un comienzo me disgustaba todo eso, pero ya no.

   –¿Cómo que ya no? ¿Qué me dices? ¿Ahora te gusta que esos cuatro dementes te...? —No alcanzo a terminar la oración al ver a Mehmed aproximarse con Yigit.

   –¿Están discutiendo? —Pregunta alcanzándonos en distancia. –¿Tarkan, Bulent? ¿Todo bien?

   –¿Por qué estaría algo mal? —Sonrío forzadamente. –Tranquilo, mi Amor, todo está bien.

Al decir "Mi Amor", es como si hubiera pronunciado palabras con un significado ofensivo, ya que todos me vieron con atención, intentando no lucir muy incomodos con la situación.

   –¿Qué me ven? —Digo cortante. –Mehmed y yo estamos juntos, ¿No creen que sea normal llamarlo así?

Yigit tose con intención de decir algo.

   –Tranquilo Tarkan, es solo que lo dijiste en voz alta, como si quisieras que alguien más lo oyera.
Hace un recorrido por todo el lugar con su mirada. –Pero nadie más está aquí.

Mehmed añade un comentario, como abalando lo que Yigit dice.

   –Estás preocupado Tarkan, pero aún no sé lo que es, ¿Piensas hablar con nosotros? Somos tus amigos.

   –En primer lugar, Mehmed. —Lo corrijo. –Ellos son amigos, y tú eres mi amante, y en segundo lugar, nada me sucede, estoy bien.

Acabo de mentir enormemente. Aun que Mehmed ya lo sabe, me encuentro en un estado de ánimo totalmente neutro, no estoy ni feliz, ni enojado, ni triste. ¿Será que me volví tan insensible a medida que los acontecimientos iban tomando lugar en toda nuestra historia? Se siente extraño no tener emociones dentro, como si en mi pecho y en mi cabeza no hubiese nada. Absolutamente nada.

Estoy cansado, chicos, regresaré adentro.

Giro sobre mi pierna derecha y me encamino hacia las puertas dejando a los tres adolescentes tras de mi.



Al llevar varios minutos detenido en el pasillo fuera de los Aposentos de Ayse, comienzo a dudar del impulso que sentí, por un muy breve momento, de venir hasta aquí para verla.

Una pequeña luz de esperanza de que mi sensibilidad y bondad siguen intactas aparecen en mi mente, pero en un rincón muy profundo.

Golpeo las puertas y me adentro en el lugar, dando pasos lentos y calmos. Ayse se incorpora en la cama al verme y estira sus brazos para abrazarme.

   –Oh, eres tú... —Dice desanimada. Como si hubiese esperado a alguien más. –Adelante, por favor.

–Ya estoy más tranquilo, pienso que nos debemos una conversación.

–Lo mismo pienso, Tarkan, lo mismo pienso...

Baja la mirada hacia sus manos que juegan una con la otra, apretando sus dedos con nerviosismo y sin ninguna intención de ocultarlo.

Escucha, Ayse, nunca fue mi intención lo que sucedió con Mehmed y conmigo, no planeaba ser tan insolente contigo, y mucho menos frente a tu Madre, creo que... Con Mehmed, las cosas solo sucedieron y no nos medimos.

–Él no se midió, no intentes compartir la culpa, cuando es toda de él.

–Es cierto cuando él dice que nos amamos, así es, esa es la realidad, es por eso que acepto compartir su culpa, también como comparto sus alegrías y sus tristezas, sus momentos de desborde y todo lo que lo abarca a él.

Me observa con sus ojos rojos y pequeñas lagrimas a punto de rodar por sus mejillas, sus labios se aprietan intentando no llorar y se produce un pequeño temblor en ellos.

Yo sé que nos casamos... —Intenta hablar, siendo interrumpida por su voz cortada y sollozos. –Tú y yo, nos casamos por conveniencia, por salvarte, yo era tu amiga, éramos amigos... Y en un momento me entregué a mi locura, aquella locura que me hacia creer que tú y yo podríamos ser felices juntos. éramos amigos Tarkan, pero al vernos casados, juntos en matrimonio, intenté darnos una oportunidad y verte con otros ojos, verte como mi esposo, mi amante.

–Ayse, yo lamento que... —Me veo interrumpido.

Sh, sh, has silencio, por favor... Déjame acabar, y podrás decirme todo lo que tú quieras, pero déjame acabar por favor... —Acomoda su cabello tras las orejas y humedece sus labios. –Me permití intentar amarte, y quererte, compartir mi vida contigo, y me duele ver que tú hablas con esas palabras tan hermosas, me encantaría que se tratase de mí, pero no, se trata de mi hermano. Tú hablas con esas hermosas palabras, sobre mi hermano, el hermano de tu esposa, ¿Suena brutal, no es así? Es grotesco. —Dice con asco. –Pero yo soy una mujer inteligente. Lo soy, Tarkan, y yo lo sé, tú lo sabes y todos lo saben. No voy a dedicar mi tiempo a vengarme de ti y de Mehmed, por que soy más que eso, ¿Sabes qué planeo hacer?

Me quedo viéndola en silencio esperando que continúe hablando. Pudiendo notar su mirada perdida, sumergida en sus pensamientos. Esa detención me permitió ver su actual estado, está desolada, su rostro pálido, ojos rojos y ojeras muy profundas, como si no hubiese dormido en todo un mes. Al ver que dejó totalmente de hablar, le insisto.

¿Qué planeas? —Pregunto logrando sacarla de sus pensamientos.

Tú y yo le podremos fin a nuestro matrimonio, y yo me iré a Egipto, lejos de ustedes.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now