"Cenizas" (2x13)

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Príncipe Mehmed.

Todo esto no debería estar sucediendo.
Si tan solo Iskender y yo hubiéramos hablado antes sobre nuestras diferencias y solucionado todo, lo que está pasando sería muy distinto.

Sin embargo aquí me encuentro, bajando peldaño a peldaño, con ánimos de nunca llegar, hacia el cadáver de quien fue mi intento de confidente durante los últimos meses.

Si alguien me preguntara, ¿Logró serlo?
Si, él lo logró, pero él solo fingía, y yo siempre le creí cada una de sus palabras.

Si tan solo hubieras hecho las cosas bien, Gokhan. —Me detengo junto a él y cierro mis ojos al cruzarme en su fija mirada.


Cuando finalmente dejé aquella carta entre sus ropas, me hago el ánimo de subir las escaleras a toda velocidad, corriendo y respirando agitado, solo para no dejar a Iskender mucho tiempo solo, allá arriba.

¡Ya regresaste! —Dice con miedo, se levanta del suelo y se acerca a mi. –¿Nadie te vió? ¿Salió todo bien? ¿Estás seguro?

   –Iskender, si quiera déjame responder, estoy tan asustado como tú.

Iskender luce realmente pálido casi como el papel y con su expresión de sorpresa aún marcada en sus ojos.

Vamos, Aga, ya tranquilízate. —Le doy la espalda y veo por la ventana. Intento calmar mi respiración dando largos suspiros.

¿Estás bien Mehmed? —Le asiento con la cabeza sin mirarlo. –¿Entonces qué sucede?

–Es nada, es nada... —Doy un último suspiro y me decido a darle la carta a Iskender. Le estiro la mano con el sobre.

¿Y eso? ¿Qué es? —Hago un gesto para que la abra. Comienza a leerla y me ve con tristeza. –¿Gokhan tenía esto? Esta es la carta que tú me escribiste Mehmed.

   –¿Por qué él la tendría?

–Él me la arrebató cuando la recibí, pero le dije que era una carta antigua, y luego me la quitó, no sé si me creyó.

   –Quizás planeaba mostrárselas a alguien... Recuerda que para los demás continuamos distanciados, tu y yo.

–No puede ser... —Cubre su rostro con ambas manos. –¿Y si alguien más lo sabe? ¿Y si alguien sabe que nos vemos a escondidas aquí arriba? Sospecharán de inmediato que nosotros lo lanzamos a un agujero.

Se ve como un niño, uno muy asustado. La expresión de horror no logra abandonar su rostro. Sus cejas no pueden arquearse más y sus ojos parecieran no tener más lágrimas.

   –¿Crees que él me siguió? —Pregunta inquieto. –¿Cómo más pudo saber que nos vemos aquí? En la carta nunca lo especificamos tan directamente.

   –Mejor no nos dediquemos a pensar en cómo llegamos a este punto, vamos a mis Aposentos, Aga, dormirás conmigo lo que queda de la noche, debes descansar y desalterarte un poco, estás muy tenso y eso me preocupa, necesito verte bien para yo también poder estarlo, ven, ya vámonos.


Él está frágil esta noche, ambos lo estamos, pero siempre es uno de nosotros dos quien debe ser el fuerte, o al menos aparentarlo, para tranquilizar al otro, y es justamente eso lo que intento hacer, trato de contener a mi Aga y que no se angustie más, a pesar que yo también me encuentro muerto de miedo de lo que vaya a pasar.

Jamás tuve buenas relaciones con Gokhan, e incluso todo el tiempo sospeché que siempre iba un paso adelante mío. Siempre sabía qué me gustaba hacer o comer, o qué me molestaba de mis hermanos.
A veces soy serio y distante con ellos, pero jamás los asesinaría y jamás permitiría que los tocaran, hay una gran distancia entre la indiferencia y la crueldad.

Recosté a Iskender en un lado de mi cama, yo permanezco en pie junto al balcón, apreciando las estrellas e intentando olvidar lo horrible sucedido hoy.

¿No vendrás a dormir? —Habla con los ojos cerrados y solo con el rostro descubierto despegando su cabeza de la cama.

No voy a entrar en la misma cama que tú, eso se vería muy extraño.

–¿Qué tiene de malo? —Regresa su cabeza en las almohadas.

Créeme que sería raro para quien entre y vea a un Príncipe y el esposo de su hermana juntos en la noche. —Me acerco a la cama y noto que ya está durmiendo. Su respiración es lenta y pausada. –Descansa Iskender, hoy fue una noche dura.


Sonidos a lo lejos comienzan a despertar mi sueño. Durante unos momentos sentí que hasta mi cama se movió brusco y un sonido que  sopló por todo el cuarto.

Al abrir mis ojos veo la pared y las ventanas con cortinas cerradas.
Volteo mi cuerpo y estiro mi mano intentando encontrar a Iskender a mi lado pero solo está el vacío junto a mí. Su ausencia se nota tanto en mi cama, y en mis Aposentos. Se siente todo bastante frío.
Aún es de noche, no sé cuánto ha pasado desde que me dormí.

Me siento en la cama y pongo ambos pies en el suelo, oigo ruidos lejanos y veo un poco de luz afuera, pero no es el Sol. Definitivamente no es el Sol.

Me acerco a la ventana frotando mis ojos para intentar ver bien. Camino hacia mi balcón y atravieso las cortinas abriéndome paso con ambas manos.

El cielo se aprecia naranjo, cual atardecer, y las hojas vuelan en el aire y caen en todos lados por una leve brisa cálida que siento en mi rostro. ¿Qué acaso estoy soñando?
El frío del cemento del borde de la baranda se traspasa a mis manos rápidamente.

Una de aquellas hojas que se esparcen en el aire cae junto a mi mano. Me acerco un poco para tomarla y enviarla de vuelta al viento, pero esta se deshace entre mis dedos como polvo.

   –Estas no son hojas... ¡Son cenizas!  —Abro mis ojos sorprendido intentando entender de dónde vienen.

Me giro viendo hacia el lado opuesto del balcón y a lo lejos, por detrás de los techos del Palacio se aprecia una enorme columna de humo cuyo origen no logro ver.
Pero algo está ardiendo dentro del Palacio.

   –¡Iskender! ¡Iskender dónde estás! —Salgo a toda prisa de mis Aposentos gritando por cada pasillo que veo con la esperanza de encontrarlo sano y salvo. –¡Iskender responde! ¡Dónde estás!

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now