"Traicionado" (8x12)

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Principe Mehmed.

El intenso vapor blanco es emanado de nuestras bocas con cada respiración agitada de los que nos encontramos a la intemperie. La noche es fría, en vista que el invierno está por venir.

Los Aspirantes más jovenes tienen terror en sus miradas, todas sus creencias, sus disciplinas y su educación se basaba en servir y jurar lealtad y protección a su Sultán. Sin embargo henos aquí, enfrentándonos a él mismo. Osmán le ordena a su guardia más cercano que realice la extracción.

Quiero que traigan a mi hermano ante mi. Escondido tras de todos esos hombres no logro siquiera verlo. —Dice son los dientes apretados de furia. –¡Regresarás esta noche conmigo al Palacio, hermano mío!

Apenas sus guardias dieron unos pasos se escuchó al viento las armas listas para atacar de los Jenízaros a mi lado. El comandante empuña su arma con firmeza y valentía, aun que noto su desanimo de atacar a los hombres de su Sultán.

Los primeros hombres de la fila dieron un paso en falso para atacar a los mercenarios, pero todos se detuvieron con mi grito.

Creyendo que Osmán podría ejecutarme hoy mismo, tomo la bolita con el veneno de mi bolsillo, y lo escondo entre mis dedos mientras doy unos pasos adelante listo para hablar.

¡No se derramará sangre esta noche, como su Príncipe, no permitiré que pierdan la vida defendiéndome! —Me dirijo a todos. Hablo mientras volteo a verlos a la cara uno a uno de los jovenes y pequeños Aspirantes. –Podrán dormir tranquilos y en paz en sus camas esta noche, eso se los prometo. Cumpliré con la voluntad de nuestra Majestad, Sultán Osmán, y regresaré al Palacio y afrontaré el destino que Alá depare para mi. Debemos mantener el Imperio unido, no enfrentarnos, como casi ocurre esta noche. Me honraron con su lealtad y siempre lo tendré presente. Ahora pueden guardar sus armas.

Todos ponen su atención en mí y sin gesticular ni emitir sonidos permanecieron de pie escuchando cada una de mis palabras. Mi petición de guardar sus espadas se hace esperar ya que no soy yo quien da las ordenes. Volteo a mirar al Comandante quien a su vez regresa la vista a Osmán y sus mercenarios. Finalmente se dirige a sus Aspirantes y con un gesto de cabeza les da la orden de enfundar sus armas.

Nunca olvidaremos este gesto de valentía suya, Príncipe, se evitaron muchas muertes y polémicas con su decisión, que Alá lo proteja ahora y siempre.

–Se lo agradezco Comandante, ya es hora de irme.

Me da una palmada en el hombro y ordena a sus Jenízaros que abran paso. Cada hombre se hace a un lado, formando un pasillo que me conduce directo hacia Osmán.

Trago saliva con pesadez y camino a paso lento y firme hacia ellos. Osmán me espera impaciente y sus hombres están listos para tomarme del brazo.

Sin querer la bolita blanca con el veneno, rueda por mis dedos y cae a la tierra del piso. Intento buscarla en la oscuridad pero mi visión se pierde entre lo oscuro y el polvo que levantaron mis pies al caminar.



Una vez dentro del Palacio, fui conducido hasta el cuarto del consejo para hablar con Osmán. Sus hombres esperan afuera del lugar mientras él pasea de un lado a otro con ambas manos tras de sí, las aprieta con notable fuerza.

¿Qué se supone que intentabas hacer Mehmed? —Dice molesto. Deja de pasearse y se acerca a mí quedando frente a frente. –Soy tu Sultán, ¿Entiendes eso verdad? ¿O es que aún no lo asumes?

–Claro que lo asumo, Osmán, cada día de mi vida.

–¿Entonces? No lo entiendo, no entiendo qué pudo pasar por tu cabeza para hacer algo así, enfrentaste a las tropas del estado contra su Sultán. Nunca antes visto. ¿Qué hiciste para que te obedecieran así? ¿Qué les prometiste?

–Ellos lo hicieron, por que me conocen. —Respondo con la vista fija en el suelo. Mis manos juegan entre sí y se sienten sudorosas. –¿Ya olvidas que siempre tuvieron el agrado de mi presencia?

–Cómo olvidarlo, si hasta involucrado en un crimen estuviste, claro que no lo olvido. —Se aleja un par de pasos y voltea hacia mí otra vez. –¿Estás feliz? Imagino que resultó como querías.

–¿Qué se supone que quería? —Le pregunto tras el largo silencio luego de su comentario. Doy un suspiro fuerte y camino hacia la ventana más cercana. –No tengo intención de discutir contigo Osmán.

–Sultán Osmán, ya te lo he dicho, Mehmed, soy tu Sultán, no cometas ese error. —Me señala con el dedo. –Yo sé lo que haces. Conozco cada movimiento tuyo, con quién hablas, de qué hablas y lo que planeas, pero no lo harás, quiero que desistas.

–¿Desistir? ¿Qué se supone que planeo?

–Lo sabes perfectamente, él me lo dijo, así que no tengas el descaro de mentirme, lo sé todo. —Dice seguro de si mismo y con una mirada desafiante. –¡Háganlo pasar!

Osmán de un grito da la orden a los guardias de afuera del cuarto del consejo que le permitan el ingreso a alguien. Las puertas se abren, y pasa por ellas con ambas manos tomadas por delante y con la cabeza inclinada mirando al suelo. Con mucha frialdad en su rostro y sin ningún tipo de nerviosismo avanza por el cuarto hasta quedar junto a Osmán.

Habla Baris, repite lo que me contaste hace unos momentos. —Osmán le ordena. Baris levanta la cabeza sin levantar la mirada. –Quiero que repitas, cada uno de los sucios planes de mi hermano Mehmed. Quiero que te atrevas a negarlo.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now