"Soporte" (1x09)

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Iskender

El príncipe miraba a Iskender con detención. La brisa nocturna le golpeaba en el cabello y le despejaba el rostro. Lo estaba mirando confundido, con las cejas apretadas.
Iskender Aga continuaba con el debate interno sobre lo que había hecho. Su comentario no había pasado desapercibido, quería que el príncipe simplemente lo ignorara.

En ocaciones no logro entenderte.

–¿Qué se supone que significa eso, príncipe?

–¿Vuelves a llamarme así? ¿Qué ocurrió con que me hablaste por mí nombre?

–No tengo intención en quebrantar nuestra formalidad.

Bajó la mirada con nerviosismo. El príncipe lo veía a los ojos, casi no se movía. Permaneció mirando a la nada por largos segundos hasta que sintió una mano en su hombro. Se giró hacia él con extrañeza.

Puedes llamarme Mehmed. —Le dijo sincero. Tenía calidez en su rostro.

Se lo agradezco, príncipe. —Respondió sin pensarlo. Cerró los ojos y sacudió la cabeza. –Digo Mehmed. Te lo agradezco Mehmed.

Ambos rieron en la oscuridad. La luna estaba muy por encima de ellos, se veía muy blanca y brillante. Mehmed bostezó y se seco las lágrimas de los ojos. Había sido un día muy largo, ambos estaban agotados.

–Deberíamos ir a sus aposentos, príncipe.

   –¡Que me llames Mehmed! —Le grito divertido.

Se levantaron del pequeño muro, y Mehmed lo empujó con suavidad. Iskender lo miró fingiendo estar ofendido y le devolvió el golpe. Comenzaron a correr por el camino de piedras. Pasaron junto a la laguna del jardín privado, atravesaron unos arbustos destruyendo sus ramas y saltaron raíces sobresalientes de una zona más alejada.

Veían las antorchas cada vez más distantes de ellos. Estaban corriendo por una arboleda colindante con una parte de la muralla. Todo estaba oscuro, nada más que la luz de la luna los iluminaba. Hacía frío y los dos sentían sus narices heladas, seguramente enrojecidas.

Mehmed jaló a Iskender de la tela de su brazo y sin querer lo hizo tropezar con un agujero. Cayó brusco al piso y él le pasó por encima, rodaron cuesta abajo y se detuvieron contra un montón de tierra escarbada. Quedaron tumbados sobre las piedras adoloridos, estaban riéndose, pero adoloridos.

Tengo una roca enorme en la espalda.

–Yo también.

Los dos estaban muy cómodos a pesar de estar sucios. Se habían sentido como niños otra vez, al correr con tanta libertad. Había sido una semana dura para ambos. Mehmed había disfrutado mucho ese simple juego de golpearse, o de correr sin rumbo, desde hace mucho tiempo atrás que no se permitía sentirse así, vivo.



Estaban caminando de regreso a los aposentos de Mehmed. La sultana Ayse se había unido a ellos durante el trayecto. Ambos omitieron el por qué estaban sucios y despeinados.

Iban pasando por el pasillo superior al harén, cuando vieron a Meleksima saliendo de allí. Mehmed no pudo evitar detenerse y aferrarse a la baranda mirándolas hacia abajo.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now