"Atacantes" (8x14)

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Bulent Aga.

La tensión en el ambiente incrementa a cada paso que damos. Los Padres de las gemelas se levantaron rápidamente y dejaron una caja en el salón que contenía diferentes tipos de armas de mano.

El anciano señor salió al encuentro del grupo, no permitió que fuésemos con él. Desde entonces, esperamos en el interior de la casona. Todos se pasean de un lado a otro con notable ansiedad. Los chicos están tan despiertos y activos como si de medio día se tratase.

   –Se acabó, iré a ver qué sucede. —Dice Emma dando largos pasos con gestos delicados. Volkan se levanta y sale tras ella.

   –Yo la cuidaré, ustedes quédense aquí. —Dice cerrando la puerta.

Me asomo por una ventana y los veo desaparecer tras doblar en la esquina. Me regreso al salón y mi mirada se cruza con Melis, tan dura como siempre.

   –¿Esto saldrá bien verdad? —Le pregunto nervioso. Ella se limita a verme en silencio y a continuar su incesante paseo de un extremo a otro. –Todos deberíamos salir, así verán que tu Padre no está solo.

   –Bulent tiene razón. —Dice Bekir abriendo la puerta. –Vamos, no tenemos tiempo que perder.

Una vez afuera, no escuchamos ruidos ni peleas, no sabemos dónde dirigirnos. Caminamos hacia la zona del ganado pero nadie se ve. Intentamos mirar a lo lejos, o junto a los graneros, pero nadie está a la vista.

   –No pueden estar muy lejos. —Dice Melis buscándolos en la oscuridad.

Finalmente llegamos a la parte trasera de la casona, y nos encontramos a un grupo de hombres armados acosando a Emma, Volkan y el anciano padre de las gemelas.

Melis nos empuja contra la pared de la esquina para estar ocultos.

...Y no creas que puedes amenazarme así y salir ileso muchacho... —Le dicen a Volkan.
¿Contrataste a este guardia débil y torpe? Eres más tonto de lo que creí, anciano.

Levanta su mano en el aire y con el mango de su cuchillo golpea a Volkan violentamente en la cabeza. Cae de espaldas casi inconsciente, intenta arrastrarse pero lo jalan de los pies.
Me regreso hacia Melis que me mira preocupada.

Son los que causaron el incendio, son los que quieren que desaparezcamos y dejemos de ser una molestia para ellos.

La madre de las gemelas aparece desde el otro lado corriendo y suplicando.

¡Por favor señores, déjennos en paz!

Con un palo en su mano intenta golpear a uno de los hombres que arrastraba a Volkan. Otro sujeto la empuja con fuerza y ella cae de espaldas.
El anciano intenta alcanzarla pero otros dos hombres lo sostienen contra la pared.

Emma grita asustada y corre junto a su madre, se arrodilla junto a ella e intenta hablarle. Con su mano toca la nuca de la anciana, y su cabello blanco se encuentra teñido de rojo por la sangre que brota de su cabeza. Una piedra se encontró en el camino de su caída contra la tierra.

Melis sale de su escondite y grita corriendo contra los hombres lista para golpearlos con una cuchilla larga que tiene en la mano. Miro hacia atrás al sentir una presencia, y junto a Bekir se encontraba Derrick, que nos alcanzó dos cuchillas afiladas antes de desaparecer por la esquina más lejana.

Los sujetos golpean a ambas gemelas, su anciano padre intenta ayudar pero los puños y patadas no tardan en llegar. Golpes contundentes recibe en las costillas y lo dejan sin aliento, el pobre hombre casi no tiene fuerzas para estar en pie.
Uno de los sujetos se prepara para dar un golpe certero al estómago del padre de las chicas, pero se ve interrumpido por Derrick.

Acababa de saltar desde el techo con la punta del cuchillo apuntando hacia abajo y aterrizando sobre la cabeza del sujeto. La sangre salpicó el rostro de los que se encontraban cerca de él. Emma grita horrorizada, mientras los demás hombres del sujeto asesinado sacaban sus espadas y cuchillos para pelear.

Bekir y yo tomamos nuestras cuchillas y salimos de nuestro escondite. Uno de ellos intentaba atacar a Derrick, me acerco por la espalda y pongo el filo de mi cuchillo en su cuello y lo corto con rapidez. Bekir le entierra la punta de su cuchillo curvo en la pierna haciendo que caiga de rodillas al suelo, quedando a la altura de él y listo para apuñalarlo en el corazón.

Volteo a ver a Derrick y Volkan, y ya se habían encargado de los otros sujetos restantes. Entre los cuatro, acabamos con la vida de los siete hombres que acosaban a la familia de las gemelas.

Con orgullo observo a mis hermanos de juramento y entre nosotros nos sonreímos. Un último sujeto aparece montado en su caballo desde el otro extremo de la casona y galopa a toda velocidad huyendo hacia la oscuridad.

   –¡No puede ser! —Exclama Volkan. –¡Se escapa!

Desaparece en la distancia entre los árboles, las colinas y la oscuridad de la noche. Los cuatro permanecemos un momento viendo el oscuro camino pasando los graneros y las cercas en completo silencio. Unos llantos desesperados nos hicieron volver a la realidad.

Melis acariciaba el cuerpo sin vida de su anciana madre, y Emma abrazaba a su padre, que le espera el mismo destino. Una larga cuchilla le atravesó el vientre durante la pelea, la sangre escurrió rápidamente y Melis solo pudo mirar. Nos acercamos hasta ellos.

No retires la cuchilla. —Le dice Volkan. –Hará que se desangre más rápido...

–Cuiden a mis hijas, cuiden a mis niñas. —Dice el anciano con desesperación. Emma lo abraza con fuerza mientras él intenta esbozar sus últimas palabras. –Mis gemelas, mis niñas, cuídenlas...

Sus ojos aún permanecen abiertos, pero todos notamos la ausencia de vida en ellos. Ambas hermanas gritan desconsoladas abrazando cada una de ellas a cada uno de sus padres.


Estuvimos sentados en el suelo apoyados contra la pared de la casona. Junto a todos esos cuerpos tendidos en el suelo hasta que el Sol estuvo dos dedos sobre el horizonte y hubiese luz suficiente para trabajar.

Hicimos esperar a los cuerpos de los atacantes. Sepultamos a los ancianos en una de las colinas más floreadas del terreno. Nosotros hicimos la excavación y las gemelas los sepultaron.
Hicieron un par de oraciones y se despidieron.

Melis pareciera tener un poco mejor controlado su sentimiento de pérdida, es Emma quien está devastada, su rostro lo refleja notablemente.

Bajando la colina hago un gesto con mi mano y detengo a todo el grupo. Nadie dice una sola palabra pero se me quedan viendo.

   –Escapó uno de ellos anoche, todos lo vimos. Ellos regresarán, quizás no hoy, ni mañana, pero volverán a atacar el territorio, y pienso que deberíamos estar preparados.

Todos asienten en silencio. Melis la ruda, da unos pasos y se acerca a mí.

   –Si quieren pelea, se las daremos, tenemos que poner manos a la obra y tener un plan como máximo para hoy en la noche.

Príncipe Mehmed. (Gay)Where stories live. Discover now