Príncipe Mehmed. (Gay)

"Bienestar" (1x11)

Iskender

–Ahora suelta la flecha. —Le indicó Osmán a Iskender. Las plumas del extremo de la flecha acariciaron sus dedos. Acabó incrustada en un árbol.

El animal huyó al escucharlos. Ambos quedaron de pie mirándolo correr entre los árboles del denso bosque. Osmán negó con la cabeza.

–¿Seguro que sabes lanzar con arco?

–Este arco es muy sofisticado, tal vez debí practicar antes de salir a cazar enseguida.

–Esa reflexión hubiese sido útil antes de espantar nuestra cena. —Le dijo sonriendo.

–La culpa recae en sus hombros, príncipe. Eso le diré a cualquiera que me pregunte.

–¿Seguro que quieres entrar en ese territorio? —Soltó una carcajada. –Soy buen maestro, Iskender. Le enseñé a Murad a pelear con espada.

–Pero yo no aprendí a cazar.

–Ya lo harás, ten fe, ¿Dónde aprendiste a usar la espada?

Durante la mañana de ese mismo día, tuvieron un entrenamiento en la playa. Osmán le enseñó a Iskender algunos movimientos que conocía, la lucha estuvo bastante equilibrada. Había sido idea del príncipe, creyendo que Iskender era un novato, pero se llevó una gran sorpresa.

–No es de importancia, solo cuenta que casi lo derroto. —Se burló.

–Hazme el favor de no mencionarlo a Meleksima. —Dijo con exageración.

–Accedo a su petición. —Ambos rieron.

El príncipe se apoyó de espalda contra un tronco enorme y miró al suelo pensativo. Iskender lo miraba esperando que decidiera hablar sobre lo que lo aquejaba.

–¿Puedo decir algo, Aga? —Le dijo sin dejar de mirar la tierra. Iskender asintió con la cabeza. –Realmente estoy enamorado de Meleksima, llevarla al Palacio, fue la mejor decisión.

–Me alegro que esté enamorado Príncipe, debe ser una sensación magnífica.

–Claro que lo es, ¿Alguna vez te enamoraste, Iskender?

Iskender jugaba con el arco en sus manos antes de asimilar la pregunta del príncipe. Se quedó quieto, no pudo evitar su vida junto a su familia. Solo sentía amor por ellos. Nunca había conocido a alguna chica como para amarla.
No supo qué decirle a Osmán, quien lo miraba con atención. Simplemente, negó con su cabeza en silencio.

–¿Qué? ¿No sabes cómo se siente?

–No, no lo sé. —Respondió desanimado.

–Cuando te suceda, pensarás en ella la mayor parte del tiempo aun que no te des cuenta. Querrás tenerla cerca de ti, hablarle de lo que tengas en la cabeza en ese momento, tendrás tanta cercanía que se abrirán las puertas para conversaciones que podrían durar una eternidad. Estando juntos, el tiempo pareciera no avanzar. Y cuando no está presente, puedes oír su voz, o imaginar sus caricias aun que jamás te haya tocado. Abrazarla con tanta fuerza, que te duelan los brazos.