Capítulo 3

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Natalia permanecía sola junto a aquella mesa pensando en lo que Isabel acababa de decirle, no sabía porqué, después de casi tres años ya debería estar acostumbrada pero, en esta ocasión, sentía una aprensión terrible, como si algo malo fuese a ocurrir. Se dijo que era tonta, Isabel no le había dicho nada que ella no se hubiese imaginado ya, así es que esa sensación sería por la excitación de toda la noche.

- ¿Puedo? – preguntó Alba viendo que Natalia por primera vez en la noche se había quedado sola. Natalia levantó la vista, la miró entre sorprendida y asustada, o eso le pareció a Alba.

- Te he traído esto – dijo alargándole su copa preferida.

- Ya no bebo alcohol, Alba – respondió rechazándola.

- ¡Ah! – exclamó sorprendida – pero... ¿puedo? – pidió.

- Si – respondió en tono cansado – siéntate. Se dice que lo prometido es deuda ¿no?

- Eso se dice – dijo sentándose y clavando sus ojos en ella le preguntó - ¿pasa algo?

- ¿A qué te refieres?

- Te he visto con la Inspectora esa, porque es ella ¿no?

- ¡Vaya memoria tienes! – exclamó – sí, es ella. Y no, no pasa nada. Cosas de trabajo.

- Bueno, me dijiste que me ibas a explicar de qué va todo esto – dijo cambiando de tema e intentando buscar una excusa para iniciar una conversación.

- Si... – respondió pensativa arrastrando la sílaba con un deje de hastío.

- Si estás cansada...

- No, no, estoy bien. Pero.... ¿De verdad tienes ganas de hablar de todo esto ahora? – dijo mirando su reloj.

- Estás cansada – afirmó y levantándose añadió - ya me lo cuentas mañana o el lunes – añadió sin saber realmente aún que día empezaría a trabajar – o mejor ya pregunto yo por aquí, si de todas formas creo que entre la presentación y lo que ya me han ido diciendo no creo que tenga muchas dudas.

- Bien... - respondió y volvió a clavar la vista en su vaso pasando el dedo índice por el borde, como solía hacer siempre que necesitaba pensar en algo.

Alba la observó, estuvo tentada a pensar que le molestaba que la hubiese interrumpido, aunque en realidad lo que parecía es que Natalia ni siquiera reparaba en su presencia. Respiró hondo y se decidió a decirle lo que en realidad había ido a decirle.

- Nat – dijo volviendo a sentarse – si vamos a trabajar juntas, tendremos que hablar ¿no crees?

- Ah! ¿ya no crees que vaya a echarte en quince días? – preguntó con sorna, levantando la vista.

- Ya me encargaré yo de que eso no ocurra – respondió con altanería y una seguridad que en el fondo no sentía.

- Vaya ... - fue lo único que se le ocurrió a Natalia, que pensó en lo mucho que había cambiado Alba – pues a ver... déjame que recuerde – dijo con un suspiro - debes traerme un informe de tu superior, algo simple que explique en qué ha consistido tu trabajo y también tienes que darme...

- Nat – la interrumpió – no me refería a eso.

- ¿No? ¡Ah! pues... entonces, ¿de qué debemos hablar?

- De nosotras, de lo que pasó – dijo temerosa mirándola con tal intensidad que Natalia se sintió incómoda y volvió a bajar la vista, cuando la levantó a la enfermera le pareció distinguir en ellos una tristeza que nunca había visto antes y que la sobrecogió.

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