Capítulo 27

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En la habitación Natalia estaba encantada con la visita de Teresa que por fin la habían dejado pasar a verla. La recepcionista se había quejado de esa situación sin entender por qué ella se había quedado fuera de aquella lista que en teoría era secreta pero que todos parecían conocer.

- Y que sepas que Fernando también está molesto. Le gustaría venir a verte.

- Pues que venga, Teresa, que venga.

- Yo no entiendo nada de nada y tu madre no veas cómo está.

- Me lo imagino – respondió ligeramente preocupada.

- Y yo no te veo tan mal como para que ni siquiera puedas responder al teléfono.

- Y no lo estoy Teresa. A veces me duele la cabeza, pero estoy mucho mejor.

- Si quieres mi opinión – dijo haciendo una pausa esperando que Natalia dijese que sí, pero la pediatra solo la miró esperando a su vez que continuase porque la quisiese o no, estaba segura de que Teresa se la iba a dar – aquí hay demasiados jefecillos y tú debías estar más atenta que cuando acuerdes...

- Cuando acuerde qué Teresa – preguntó burlona.

- Yo no digo nada, pero aquí todos creen saber más que nadie y al final, la que vas a pagar serás tú, ¡dónde se ha visto que una madre ni siquiera pueda hablar con su hija!

- Teresa, conoces a Cruz, sabes que si quiere algo es que me ponga bien. Y luego está Isabel, tiene miedo de que se repita el asalto, aquí en la clínica.

- ¿Aquí? – preguntó abriendo unos ojos desmesurados mostrando la enorme sorpresa que le producía esa revelación.

- ¿Tú por qué crees que no han dejado entrar a nadie?

- Pero... tu madre, Fernando, yo... no me estarás queriendo decir que esa estirada creo que cualquiera de nosotros.

- Isabel no es estirada, solo es seria en su trabajo, que por cierto consiste en sospechar de todo el mundo.

- Pues no me irás a decir ahora que el gitano ese, es más de fiar que tus amigos de siempre y tu familia.

- ¡Teresa! – la recriminó por el comentario.

- Ay, hija, es una forma de hablar, no quiero decir yo que el muchacho sea malo solo que no te conoce de nada y te ha visto antes que yo.

- Pero eso es porque yo le pedía a Sonia que lo trajese. Estaba molesta porque no lo dejaban pasar y no quería que se enfadara, es su novio – suspiró cansada.

- Pero tu madre... y yo....

- Mi madre es mi madre y al final una madre nunca deja de serlo y entenderá los motivos y tú, cuántas veces voy a tener que decirte que eres como una madre para mí.

- ¡Ay, mi niña! – exclamó levantándose del sillón y corriendo a darle un beso – no sabes lo mal que lo pasé cuando te vi allí tumbada toda llena de tubos y moratones, me entró una llorera que me tuve que no pude trabajar en toda la tarde – confesó enternecida, de nuevo con las lágrimas saltadas solo de recordarlo. Natalia sonrió.

- ¡Tonta! tranquila, que ya estoy bien. Si no podéis venir a verme o Isabel no quiere que reciba llamadas es por motivos de seguridad.

- ¡Vamos! no me irás a decir que esto es como una película y van a pincharte el teléfono o va a entrar aquí alguien a...

La ClínicaWhere stories live. Discover now