Capítulo 40

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Alba entró a toda velocidad en el campamento. Sabía que era tardísimo. No había pensado pasar todo el día fuera, pero una cosa había llevado a la otra y al final, a duras penas, había conseguido llegar a la hora de la cena. Kimau salío a su encuentro y cruzó unas palabras con él. Francesco también le llamó la atención con un "Reche tienes una llamada", pero Alba pasó con rapidez haciéndole una seña de que no podía atenderla. Seguro que o era su madre o era de la Clínica, no había día que Cruz, Teresa o Claudia no la llamasen para saber de Natalia y eso que Adela hacía lo propio con Germán. A veces tenía la sensación de que todos estaban especialmente preocupados por ella, y no es que quisiese pensar mal, pero empezaba a molestarle esa obsesión que tenían y esa insistencia en hablar personalmente con Natalia, en contra de las indicaciones de Germán, que, tajantemente, le había prohibido toda llamada vinculada con el trabajo o con cualquier cosa que pudiera alterarla.

Antes de dirigirse al comedor en busca del médico, decidió ir a la cabaña y ver qué tal había pasado el día la pediatra. Esperaba que estuviese mejor, aunque a esas horas quizás la encontrase ya descansando. Pero al abrir la puerta se encontró con un cuadro que no esperaba, Germán y Natalia reían abiertamente, él en pie con su tablero de ajedrez en las manos, ese que no dejaba tocar a nadie, junto a la puerta, ya punto de marcharse y, ella con un brillo especial en los ojos y una alegría que dejó sorprendida a la enfermera, si algo no se esperaba era llegar y verlos tan animados.

- Hola – entró saludando con una sonrisa y una expresión de perplejidad - ¿qué se celebra? – preguntó con curiosidad.

- Nada – dijo un sonriente Germán.

- ¡Qué animados estáis! – exclamó intentando sacarles información.

- ¿Animados? – preguntó Germán con sorna – nada de eso, estoy muy, pero que muy enfadado - mintió - es la última vez que vengo a entretenerla, que lo sepas – le espetó fingiendo estar molesto con su ausencia.

- Lo que eres es un cobarde – rio Natalia.

- Y.. ¿tú cómo estás? – le preguntó Alba dirigiéndose a ella, desconcertada con todo aquello – aunque ya veo que....

- Bien – dijo secamente, interrumpiéndola, con lo que a la enfermera le pareció un tono de molestia.

- Yo os dejo – les dijo el médico – Lacunza, me tienes que dar la revancha...

- ¿Pero no decías que no ibas a venir más? – le preguntó con una sonrisa que rivalizaba con el tono seco con el que había recibido a la enfermera.

- Solo a desplumarte – rio en la puerta y salió.

Alba se quedó un segundo observando a Natalia que ensombreció su rostro y desvió la vista. Estaba claro que se había enfadado por su ausencia. Luego hablaría con ella, pero antes tenía que hacer algo.

- ¡Germán! – gritó Alba saliendo tras él - ¡espera!

- ¿Qué pasa? – le preguntó aún con la sonrisa en los labios.

- ¿Le has hecho las pruebas! ¿cómo ha salido todo?

- Sí, se las he hecho – respondió adoptando un aire de seriedad que la alertó.

- Y... ¿qué tal...? – preguntó con temor.

- Te estuve esperando... creí que querrías estar con ella mientras...

- Ya... - lo cortó sin añadir nada más. Germán la observó pensativo - ¿me vas a responder?

- No debería hacerlo y lo sabes.

La ClínicaWhere stories live. Discover now