Capítulo 65

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En el interior, Nadia y Samantha ya se habían lavado y preparado y Alba ayudaba a Natalia a terminar de hacerlo.

- Está muy mal – asomó Nadia la cabeza preocupada – no tardéis.

- Ya estamos - dijo Alba haciéndole una seña al joven que aguardaba para izar a Natalia y llevarla a quirófano donde ya habían preparado el mismo banco que usara el día anterior.

- Te has ganado un enemigo – le dijo Samantha, acompañándolos hasta adentro mostrando en su tono lo poco que le agradaba el chico y lo mucho que agradecía a Natalia su actitud.

- No era mi intención, solo quería que nos dejara entrar – respondió mirando nerviosa a la mesa de quirófano que estaba vacía.

No tuvo tiempo de preguntar porque detrás del biombo de separación salió un joven y corrió hacia ellas alterado, cruzó unas palabras con Samanta que Natalia no entendió, pero por sus gestos comprendió que algo no iba bien.

- ¡Tenemos que entrar ya! – impelió Nadia.

El chico que la portaba aceleró el paso al tiempo que Alba y Samantha corrían hacia el interior. Cuando traspasaron la puerta, Natalia comprobó que un cuerpecillo, que apenas se adivinaba en el amasijo de vendas y carne, del que salían algunos cables y tubos conectados a uno de los aparatos más antiguos que había visto, yacía echado en la camilla del quirófano. El espectáculo le parecía dantesco. No era capaz de comprender lo que veía sus ojos, de la boca de la pequeña salían unas hojas ensangrentadas. Miró a Alba casi con desesperación, se sentía mareada y se le revolvió el estómago.

- Pero qué coño... - mascullo la pediatra desando saber qué había ocurrido con la pequeña. Alba se acercó a su oído.

- Le han cortado las manos y la lengua, han intentado cortar las hemorragias como han podido.

- ¿Qué? – casi gritó - pero... ¿qué le han metido en la boca?

- Hojas de aspilia, ya te explicaré... - la apremió con el tono.

- Necesito saber qué tiene esa planta.

- Básicamente metanol, frena la hemorragia y el riesgo de infección.

- Metanol – musitó pensativa.

- Tú dirás ¿qué hacemos?

- Si... - respondió sin convicción, ¿para qué se le había ocurrido decir que atendería ella la urgencia! no estaba preparada para algo así, una cosa era un parto con complicaciones y otra aquello.

- Vamos Nat lo vas a hacer muy bien pero no hay tiempo que perder – le susurró mientras Nadia y Samantha, preparaban todo.

- Alba... - la miró con temor ante aquella visión que se le antojó horrible, la cabeza vendada sin orden ni concierto, como habían podido, en un intento desesperado de presionar aquellas hojas y frenar la hemorragia, dos torniquetes en los brazos, las constantes completamente alteradas y la saturación por los suelos.

- Hay que intentarlo, ¡vamos!

- No sé si... - la miró asustada serían varias horas de trabajo y quizás no sería capaz de aguantar tanto tiempo sentada en ese banco y en esa posición – seré capaz....

- No es momento de dudas, Nat – le susurró al oído – haz lo que puedas. ¡Mira la tensión! Y satura por debajo de ochenta y cinco por ciento.

- ¿De... de que medios... dispongo? – preguntó casi sin querer saber la respuesta.

- Lo básico, Nat, pero casi de todo – escuchó con alivio – esto no es maternidad.

La ClínicaWhere stories live. Discover now