Capítulo 121

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Alba llegó a casa de Natalia a la carrera. Había tardado menos de media hora gracias a la moto, aunque había tenido que saltarse más de un semáforo. Vero la esperaba en la puerta y se movía nerviosa.

- ¡Has tardado mucho! – exclamó en cuanto la vio saltar de la moto.

- ¿Dónde está?

- Encerrada en el baño. No hay forma de hacerla salir y... creo que ha bebido.

- ¿Pero cómo la has dejado?

- Yo no estaba.

- ¿Y para eso me pides que te deje sola con ella? ¡joder! no tenía que haberte hecho caso, ¿cómo se te ocurre dejarla sola?

Vero le lanzó una hosca mirada, pero no se detuvo a discutir.

- No hay forma de convencerla para que abra la puerta. Solo grita que quiere estar sola. Y... de vez en cuando... te llama.

- Déjame a mí. Yo la convenceré.

Sus esfuerzos fueron en vano. Natalia ni respondía a sus llamadas, ni en el interior se escuchaba ruido alguno.

- Tenemos que entrar ¡ya! – Alba se volvió hacia Vero dando muestras de desesperación.

- Yo abriré la puerta – Evelyn se marchó y en menos de un minuto volvió con un extraño objeto – con esto no hay puerta que se resista – les dijo al ver la cara de perplejidad de ambas – la lengua de vaca – explicó agachándose y metiéndolo entre la puerta y el marco. Luego lo subió hasta la altura de la cerradura con rapidez y giró el pomo. La puerta se abrió al instante.

No tenían tiempo de pensar si aquello formaba parte de sus habilidades como detective, porque solo les importaba entrar y ver cómo estaba Natalia.

La pediatra permanecía sentada en el poyete de la bañera, con las piernas hacia fuera, la cabeza inclinada sobre el pecho, completamente desnuda y murmurando incoherencias apenas perceptibles. Alba clavó sus ojos en las dos botellas, una completamente llena, la otra apenas con dos dedos de su contenido. No podía creer que Natalia se la hubiese bebido.

- Nat... - musitó mordiéndose el labio inferior.

- Espera aquí – le dijo Vero con decisión.

Alba no le llevó la contraria. Era evidente que Natalia, además de bebida no se encontraba bien. Le sobrecogía verla así y se mantuvo en un segundo plano, en espera de lo que Vero pudiera conseguir de ella.

- Nat – habló en un tono bajo, apoyando la mano en su hombro.

Estaba helada y no pareció inmutarse ante su presencia. Murmuraba palabras sueltas "ganado", "no..", "vuelto"...

- Nat, dame esto – intentó arrebatarle la botella. Solo entonces reaccionó.

- ¿Qué...? – levantó los ojos hacia ella – ¡fuera!

- Nat, dame la botella, no puedes beber más.

- ¡No! ¡fuera! – intentó gritar - ¡fuera!

- Nat, Alba está aquí, ¿quieres que te vea así?

Natalia se tambaleó intentando mirar hacia la puerta, Vero le tapaba la visión.

- Venga, dame la botella.

- ¡No!

- Nat... vas a coger frío, tienes que...

- No tengo... - balbuceó – ya no tengo...

- Nat, ¡mírame! – le levantó la cabeza – te voy a meter en la cama y...

La ClínicaWhere stories live. Discover now