Capítulo 49

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Alba guardó silencio noqueada por la intensidad de sus palabras. Daba la sensación de que Natalia había pensado muchas veces en la muerte, tantas, que sabía, perfectamente, cómo deseaba morir, quizás porque todas las opciones que se le ocurrían eran horribles y sintió que frente a aquello no podía hacer nada. Se levantó, escuchándola y respetando todas y cada una de sus palabras, si es lo que Natalia quería de verdad, si de verdad y, a pesar de sus sentimientos hacia ella, quería dejar las cosas como estaban, es lo que tendría, ella tenía que aceptarlo y demostrarle que no era como los demás, que sí que la escuchaba y la respetaba. No le podía haber dicho más claramente que no quería seguir hablando, que sobraban las palabras, sí, quizás Natalia tenía razón. Le pareció oírla sollozar, pero no hizo nada por averiguar si era cierto, recogió algo de ropa y cuando ya estaba en la puerta, Natalia la llamó.

- Alba, ¿puedo pedirte un último favor? – le dijo con ojos suplicantes.

La enfermera se giró y se acercó a ella, volvió a sentarse en el borde de la cama y la encaró, sin decirle nada. Solo asintió y esperó que Natalia le pidiera ese favor.

- ¿Me abrazas? – le pidió en un intento de hacerle entender que no tendrían una playa y un caballo pero que ella, igualmente, estaba muriendo por dentro.

La enfermera la miró con ternura y suspiró. La estrechó fuertemente entre sus brazos y permanecieron así unos minutos, luego Natalia se retiró.

- Gracias.

- Descansa, Nat, en unos días regresaremos y el viaje será pesado, debes estar fuerte.

- Ya estoy bien – respondió con tristeza - ¿vas a ducharte?

- Sí – le sonrió, levantándose y acariciando su pelo.

- Deberías comer algo.

- No tengo hambre.

- ¿Vendrás a dormir?

- No – dijo apretando los labios y negando con la cabeza – te dejo la cabaña para ti. A las dos nos vendrá bien estar solas. Mañana nos vemos – le acarició la mejilla y se dispuso a salir de allí.

- ¡Alba! – la llamó elevando la voz cuando ya estaba cerrando la puerta.

- Dime - arrastró la palabra con impaciencia, volviendo a entrar.

- Me preguntaste si quería que durmieras aquí y te dije que sí, ¡quédate! – le pidió con fuerza.

- No, Nat, no me dijiste que sí – apretó los labios haciéndole ver que siempre era esquiva en sus respuestas - me preguntaste si yo quería que tú te quedaras.

- Es lo mismo ¿no?

- No, no lo es, Nat, y... no voy a quedarme.

- ¡Por favor!

- No.

- Alba...

- ¿Qué?

- Esa persona... esa persona que me gustaría que estuviese a mi lado... cuando... cuando muriese.

- ¿Sí? – la miró esbozando una sonrisa ¡no podía creer que fuera a reconocer lo que estaba pensando!

- Nada.. – negó con la cabeza - perdona... buenas noches.

- ¿Quién te gustaría que fuera esa persona? – le preguntó insistiendo, "vamos dímelo" la instó mentalmente.

- ¡Tú! – respondió con tanta intensidad que la enfermera se estremeció.

La ClínicaWhere stories live. Discover now