Capítulo 62

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Iba a demostrarle que no la había hecho sufrir, aunque no fuera cierto. No quería ver esa sombra en sus ojos, esa tristeza en su alma, no quería que siguiera hablando de aquello que tanto le afectaba, aunque ella estuviese deseando conocerlo. Estaba muy claro que Natalia se había echado atrás, que no iba a contarle nada más de Ana, al menos por esa noche y ella no iba a presionarla. Solo por verla con aquel gesto de alegría que le estaba poniendo al escuchar su declaración, ella era feliz.

- ¿Ah, sí? ¿con que .... cualquier cosa? – preguntó burlona e insinuante a un tiempo, aceptando el juego de palabras de la enfermera.

- Si – sonrió misteriosa.

- ¿Cómo qué? – preguntó esperanzada.

- Pues ... déjame pensar – la miró entornando ojos y poniendo expresión soñadora - yo por ti pintaría un cuadro gigantesco, llenaría todas las calles con tu ...

- ¡Un cuadro gigantesco! – repitió con énfasis - eso es muy fácil con un poco de dinero – le respondió, interrumpiéndola, con gesto de suficiencia y un aire ligeramente despectivo.

- ¿Ah, sí? ¿eso piensas?

- Si.

- Y si el lienzo fuera mi mente, y los colores fueran todos los que tú has puesto a mi vida... - le sonrió levantándose, enarcando una ceja y torciendo la boca en una mueca de superioridad, luego miró al cielo y levantó una mano, impostando la voz, declamando - por ti, cada noche alcanzaría la estrella más luminosa y la pondría en tu ventana, para que vele tus sueños e ilumine tu alma... - le dijo volviéndose hacia ella - ¿qué! ¿no dices nada! ¿puedes hacer tú eso con un poco de dinero? – inquirió burlona.

- ¿Desde cuando... - le preguntó divertida por aquel juego, sintiéndose profundamente aliviada al ver que Alba no pensaba presionarla, sabía que debía contarle todo pero no se sentía con fuerzas, necesitaba sentirse como la noche anterior, sentir que todo podía arreglarse que podía ser feliz con ella que, aún cabía la esperanza – te has vuelto poeta?

- Esta tierra inspira de todo – suspiró soñadora - Y ¿tú? ¿harías algo por mí?

- ¿Yo! ¿qué quieres que haga? – dijo socarrona - ¿te parece poco aguantarte el día entero?

- Te aviso que no soy Germán... - sonrió amenazante.

- ¡Gracias a dios! – exclamó soltando una pequeña carcajada.

- ¡Nat!

- Es broma boba.

- ¿No harías nada por mí? Digo, nada romántico.

Natalia la miró burlona y Alba se temió una de sus respuestas sarcásticas, de esas que la dejaban sin saber qué decir, ni que hacer. No había forma con ella.

- Por ti – rompió el silencio con voz insinuante, sibilante y tan cadenciosa que Alba se sentó en el escalón, juntó sus piernas y se abrazó a las rodillas, apoyando la barbilla en ellas, dispuesta a escucharla, con tal cara de anhelo y atención que Natalia sonrió - Solo por ti desearía tener alas, llevarte de la mano volando lejos de aquí, a otro mundo, un mundo lleno de felicidad, donde nada pudiera dañarte, donde el sentimiento de amar no tuviera fin... ¿te gusta eso? – le preguntó en el mismo tono de burla y Alba asintió divertida con su intento.

- No está mal.

- ¿Cómo que no esta mal? – sonrió cada vez más cómoda con el juego y casi olvidando todo lo que habían hablado.

La ClínicaWhere stories live. Discover now