Capítulo 51

635 36 3
                                    


Tras pasar satisfactoriamente la revisión, dos de las jóvenes, siguieron las indicaciones de Nadia y entraron a hacerse la prueba del VIH pero la tercera, hubo de esperar, debían atenderla en el interior.

- Nat, debemos acompañarla dentro, a maternidad.

- Sí, creo que debería quedarse aquí – compartió su opinión – va a haber problemas con el resto del embarazo.

- Vamos a recoger todo esto y nos vamos con ella. Ya está bien por hoy.

- ¿Y las demás? Aún quedan varios niños por ver y....

- Los examinarán en el próximo turno.

- Pero...

- Nat, no sé tú pero yo he estado toda la noche trabajando y ...

- Luego has tenido que estar enseñándome todo – la interrumpió con un deje de culpabilidad.

- ¿Tenido! ha sido un placer – le sonrió – pero... estoy muerta.

- La verdad es que yo también – reconoció al fin al ver la sinceridad de la chica.

- Normal, es tu primer día.

- Sí, ¡odio este calor!

- ¿Calor! hoy no hace demasiado. ¡Hay días peores!

- ¡Pues no quiero ni imaginar cómo serán! – exclamó terminando de recoger. Mientras lo hacía, una anciana se acercó a ellas casi gritando. Nadia cruzó unas palabras con la mujer y, ésta pareció calmarse y regresar al grupo del que había llegado - ¿qué le pasa?

- Nos ha visto recoger y se ha impacientado. Quiere que veamos a su hija.

- Pues vamos a verla.

- No, Nat. Tendrá que esperar.

- Pero a lo mejor está grave, no se pondría así si... - se detuvo al ver la cara que le estaba poniendo la joven - como tú digas – murmuró intentando que sus palabras sonaran a disculpa.

- Es duro, lo sé, pero hay que saber parar. Las dos debemos descansar.

- Pero... ¿hasta mañana no la atenderemos?

- No, mujer, dentro de un rato entra el siguiente turno y ellas están además en el grupo de Phillis – le indicó señalando hacia el fondo, donde Natalia vio a un médico arrodillado frente a un grupo de una veintena de personas – es angustioso pero no podemos hacer más de lo que hacemos. Si no descansamos, no servirá de nada que les atendamos. Hay que estar frescos para evitar errores.

- Tienes razón – suspiró mirando hacia atrás con una sensación de culpabilidad por dejarlos allí.

- Vamos, no lo pienses más – le puso la mano en el hombro, al ver la lentitud con que avanzaba.

Natalia lo aceptó con alivio. Estaba segura de que si seguía unos minutos más bajo aquel sol y con aquel calor asfixiante se iba a caer redonda de la silla. Pero a pesar de todo, era incapaz de dejar de sonreír, de sentirse satisfecha y de sentirse especialmente contenta.

A escasos metros de ellas, Germán, había estado observando lo silenciosa y pensativa que había vuelto Alba, tras su charla con Natalia. En un primer momento, había pensado recriminarle la escena que habían montado delante de todos pero, al verla tan seria, se contuvo, ya tendría tiempo de hablar con las dos al respecto. No era buena idea intentar razonar con ella cuando estaba enfadada. Sin embargo, la enfermera, lejos de parecerle enfadada, parecía preocupada, se había concentrado en el trabajo como no había hecho en toda la mañana y cada vez que le había dirigido la palabra era para dar su opinión o preguntar algo de lo que estaban haciendo. Y él, con prudencia, no le sacó el tema, esperando que ella se decidiese a confiarle lo que había ocurrido entre ambas, aunque mucho se temía que había vuelto a las andadas, presionando a Lacunza y que le había salido el tiro por la culata, de ahí esa actitud circunspecta.

La ClínicaDär berättelser lever. Upptäck nu