Capítulo 68

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Eran más de las doce cuando Natalia, tras dar un sorbo de su vaso de agua y perderse por enésima vez en la mirada de Alba, encantada de estar así con ella, solas, sin nadie que pudiera interrumpirlas, sin temor a que pudieran ver un gesto, una mirada que delataran el amor que sentía, sin coartar el impulso de besarla, que era continuo. Sonrió, suspiró y acercando la silla a la de Alba, recondujo la charla intrascendente y las risas que estaban compartiendo.

- Jamás podré devolverte todo lo que me has dado estos días – le dijo de sopetón, dejando sorprendida a la enfermera que la miró enternecida.

- ¿A pesar de lo de antes? – le dijo burlona, aún en tono de broma como llevaban manteniendo toda la cena – porque ¡vaya cara que me pusiste!

- Estoy hablando en serio – la miró enarcando las cejas y cogiéndola de la mano, se la acarició, pensativa, bajando los ojos hacia sus manos entrelazadas - ¡me has dado tanto!

- Y... ¿crees que tú a mí no? – respondió también adoptando un aire de seriedad, levantándole el mentón con la mano que le quedaba libre para perderse en la profundidad de aquellos ojos que adoraba.

- Seguro que no – la miró fijamente y apretó los labios negando con la cabeza - No es lo mismo.

- Pues, te equivocas – respondió con firmeza – ¡te equivocas completamente! – ratificó con una sonrisa, siendo ahora ella la que la tomó de la mano y acariciándola con suavidad, bajó ligeramente la voz, como si alguien pudiera escucharlas - ¿Sabes! antes de volver a verte, de ... de estar contigo, no soportaba que nadie me tocara, me... tenía que hacer un esfuerzo para soportarlo, ni siquiera era capaz de aguantar que Germán me echase el brazo por los hombros – confesó con un suspiro - ¿recuerdas mi primer día en la clínica? – le preguntó enarcando las cejas y Natalia asintió.

- Te eché la bronca – la miró sintiéndose culpable por haberlo hecho.

- Hiciste bien – le sonrió – pensé mucho en lo que me dijiste y pensé en que no podía reaccionar como lo hacía, pero no podía evitarlo, siempre que alguien me tocaba sin que yo lo esperase... - suspiró – o me quedaba paralizada o todo lo contrario.

- Nunca has tenido término medio cariño – intentó bromear, aproximándose para besarla, pero la enfermera la frenó colocándole una mano en el hombro.

- Ahora soy yo la que está hablando en serio.

- Es normal que reaccionaras así, Alba – admitió aceptando su negativa - pero yo me refería a que...

- Sé a lo que te referías, no me has dejado terminar.

- Perdona – se disculpó ante su rotundidad.

- No soportaba que nadie me tocara, porque...me daba asco de mí misma, solo imaginar... ¡si supieras las horas que estaba bajo la ducha! – reconoció por primera vez en voz alta, sin palabras veladas como ya le insinuara en alguna ocasión a Natalia, nunca lo había hecho hasta entonces con el corazón en la mano como en ese momento, y al escucharse a sí misma diciéndolo la hizo estremecerse, Natalia se dio cuenta de ello y la atrajo hacia ella, acunándola entre sus brazos, Alba le sonrió agradeciendo el gesto de ternura y siguió hablando – permanecía allí bajo el agua, intentando sentirme menos sucia, intentando que desapareciera ese olor, pero nunca se iba, ¡nunca! – exclamó – tenías razón Nat, el día que me gritaste que esas cosas solo estaban en mi mente, creo que ni siquiera imaginabas cuánta razón tenías.

- Me hiciste creer todo lo contrario – la miró con curiosidad.

- Bueno... tenía que jugar mis cartas y... quería convencerte – sonrió con malicia – quería que me dejases quererte, pensé mucho en ello y comprendí que a las dos nos ocurría lo mismo.

La ClínicaWhere stories live. Discover now