Capítulo 11

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Rafi entró en la habitación sin hacer ruido, se dispuso a sentarse en el sillón en espera de que su hija se despertase y tomarse el café que acababa de sacar de la máquina. Pero no tuvo tiempo ni de sentarse cuando Alba se incorporó y encendió la luz.

- Mamá ¿con quién hablabas?

- Con nadie hija.

- Mamá... - dijo en tono de protesta – que te he oído. ¿Era Nat?

- ¿Esa? Pero no te han dicho ya que está con su mujer.

- Sí – respondió mohína – me pareció su voz.

- No hija, era la enfermera – mintió – qué sois todas iguales.

- ¿Iguales? ¿qué quieres decir?

- Que no dejáis dormir a nadie.

- Solo hace su trabajo.

- ¿Y no se puede hacer sin molestar! porque vamos hija, no me dirás a mí que se puede descansar así – protestó ante la sonrisa de Alba – que cada vez que vas a conciliar el sueño aparecen, o con el zumito, o con la pastillita o con el termómetro, ¡leñe! no pueden traerlo todo al mismo tiempo y dejarnos dormir.

- Mamá... ya te dije que te fueras a casa, que yo ya estoy bien y no necesito que estés aquí por las noches.

- Ya lo sé hija, pero no me fío

- ¿De qué no te fías? – preguntó arrastrando las palabras indicándole la paciencia que tenía que tener con ella.

- De este sitio.

- Mamá... ¿acaso te han tratado mal? Mírame, como nueva – sonrió.

- Ya... ya.

- Mamá, trabajo aquí, son mis compañeros y hasta que me vuelva a Jinja, me gustaría seguir haciéndolo.

- Ya lo sé hija, pero... es que es ver a esa... y me hierve la sangre.

- ¿Cuándo me vas a contar qué es lo que tanto te molesta de ella?

- Todo, me molesta todo. Pero lo que no soporto es cada vez que me acuerdo de la que montó en el pueblo.

- Buenos días – dijo la enfermera golpeando con los nudillos en la puerta y entrando sonriente sin esperar respuesta - ¿cómo estamos hoy?

- Mejor. Gracias, Rosa – dijo mirando a su madre y haciéndole una seña para que ni se ocurriese contarlo delante de la enfermera.

En ese mismo momento Natalia entraba en su despacho, rápidamente localizó sobre su mesa el paquete que buscaba. Se acercó y sin pararse siquiera a cambiar de asiento retiró el sillón y se situó tras su mesa. Observó el sobre, era Luís quien se lo enviaba, había cumplido con su palabra y con gran prontitud. Ahora que lo tenía entre las manos, dudó si abrirlo. Tenía una sensación desagradable, y no llegaba a comprender si era porque no estaba ella en su mejor momento anímico o porque esperaba leer algo que no le iba a gustar lo más mínimo. Estaba casi segura de ello. El misterio que parecía rodear la vuelta de Alba, le indicaba que algo había ocurrido allí que la enfermera no quería que se supiera.

Buscó el abre cartas y rasgó el papel externo, del interior salió otro sobre acolchado al abrirlo cayó una nota. La cogió y leyó su contenido.

"Natalia, espero que con esto te sea suficiente. Te mando el expediente completo. Faltan las transcripciones de la vista, pero me las mandarán en unos días, cuando las tenga, si aún te interesan, te las haré llegar. Un abrazo, Luís".

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