Capítulo 79

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Alba no las tenía todas consigo, pero descartó la idea de contrariar los deseos de la pediatra. Si decía que estaba bien, debía aceptarlo, a pesar de que se temía que no fuera así y acabara por vomitar como ya le había ocurrido en varias ocasiones. Sin embargo, al cabo de unos minutos Natalia había recuperado el color y continuaba absorta en todo lo que la rodeaba, señalando a diestro y siniestro todo lo que la sorprendía y avasallando a Nancy con sus preguntas.

Finalmente, llegaron a un claro, en el que había un par de camiones pequeños y dos todoterrenos, Annie estaba allí rodeada de bultos y hombres. Nancy les anunció que era el final del trayecto en jeep. Pararían unos minutos para acondicionar los bultos e, inmediatamente, emprenderían el ascenso a la montaña.

Germán y Nancy descendieron del jeep y Alba hizo lo propio. Natalia permaneció esperando a que la sacaran del vehículo, observando como la enfermera detenía a Germán un instante.

- Voy a ayudar a Nancy – le dijo él al ver que Alba lo frenaba.

- Un momento, quería pedirte algo.

- Dime.

- ¿Qué os pasa a Nat y a ti?

- Eso es preguntar no pedir – le respondió torciendo la boca en una mueca.

- Bueno... quiero pedirte que no te rías mucho de ella, pero también quiero saber qué os pasa.

- Punto uno, no pensaba hacerlo, no voy a reírme de ella, sé lo duro que es meterse ahí dentro – señaló a las montañas – no tenía que haber venido, os lo dije.

- Pero estamos aquí... y no quiero que... contribuyas a que se arrepienta.

- Tranquila que no le quitaré ojo, y no te preocupes que entre Nat y yo no pasa nada. Ya sabes que nos divierte picarnos.

Alba suspiró, vencida.

- Voy a echar una mano – le sonrió – si no quieres nada más.

- No.

- Prepara a Lacunza – le dijo alejándose. 

Alba, permaneció un segundo mirándolo y luego abrió la puerta de Natalia.

- ¿Lista para hacer trekking? – bromeó acariciándola con ternura.

- Lista – le devolvió la sonrisa con timidez.

- Ahora empieza lo bueno. Escucha a Nancy y haz siempre todo lo que ella te diga, ¿de acuerdo?

- Sí – asintió arrastrando el monosílabo.

- Si, no – la remedó - Nat que te conozco. Es importante que le obedezcamos en todo.

- Que si Alba, que haré caso en todo – admitió con un suspiro – ¿tan caprichosa soy? – preguntó recordando las palabras de Germán.

- Claro que no, cariño, pero... el trayecto es largo y... la selva es peligrosa, no puedes hacer lo primero que se te ocurra.

- ¡Pero qué quieres que haga si soy un fardo! – respondió airada – y por cierto... ¿cómo subiré yo? – susurró paseando su vista por todos aquellos hombres que estaban colocándose arneses en la espalda.

- Te llevarán dos de los porteadores, han contratado un par más – le dijo mientras le metía los pantalones por dentro de los calcetines y cogía un chubasquero para ponérselo.

- Pero es demasiado peso y... hay muchos bultos – le dijo observando todo lo que estaba preparado.

- ¿Por qué crees que han contratado a tantos hombres? Necesitan todo el equipo para la filmación, y van a estar allí arriba tres meses, hay que llevar provisiones, agua, armas, utensilios, y lo más importante las tiendas.

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